Arrogante diamante en bruto

2406 Words
Pamela Cruz He conocido a varios hombres en mi vida, pero nunca conocí a alguien tan insoportable como el de la máscara azul, ¿cómo puede ser tan bueno en la cama y tan arrogante a la vez? No lo sé, tampoco me interesa. Cuando salió de la habitación siquiera lo detuve, por muy bien que me haya pagado no le da derecho a tratarme de esa forma, bueno, supongo que solo me trató como lo que soy. Sus últimas palabras me deprimieron un poco, así que me acosté en esa grande cama y me aferré con fuerza a la almohada después de liberar mi rostro de esa máscara. No me siento culpable por haber hecho lo que hice, ese fajo de dólares resolverá mucho de mis problemas, es mucho más de lo que gano en 2 meses de trabajo, y solo lo conseguí en unas horas. Después de tomar una segunda ducha me percato de que ni siquiera tengo ropa para regresar al club, ya que ese hombre destrozó el conjunto de lencería superior, así que solo me coloqué ese gran abrigo. Aún no amanece, pero no creo que pueda dormir, entonces aprovecharé para ir a ver a doña Judí, ya que ella desea hablar conmigo. Al llegar club aún hay el mismo alboroto, pero ya no está en la pandilla de bailarinas de baja calidad, al parecer ya todas consiguieron clientes, ¿será qué puedo conseguir un segundo cliente? Quien sabe… Al encontrar a Judí esta me vio con asombro. —¿Qué haces aquí muchacha? —Al parecer mi cliente no aguanta más de 2 —dije tratando de ser agradable. —Él te solicitó para toda la noche. —Al parecer no fue él, sino sus amigos, en fin, estoy aquí porque dijiste que querías hablar conmigo, soy toda oídos. —Si, pero te dije al amanecer, aún son las 4 am, estoy ocupada, ¿me esperas? —Supongo que no tengo más opción, ¿puedo continuar trabajando? —¿No? ¿Acaso no te dejó buena propina? No respondí a esa pregunta, solo alcé mis cejas y fui camino a la habitación para ponerme algo de ropa. Pero en ese dificultoso camino, justo cuando pasaba por delante de los baños, un hombre ya pasado de los 50 me detiene con brusquedad por mi brazo y me recuesta aún con más brusquedad a la pared del pasillo de los baños —¿Qué te pasa imbécil? ¡Suélteme! —grité con dificultad, pero ni yo misma podía escuchar mi voz por lo fuerte que es la música. —¿Te pagaré?, ¿cuánto cuesta ese culo? —pronuncia aquel desagradable hombre mientras con una de sus manos aprieta el mi trasero. Comienzo a entrar en pánico, aquel hombre me sostuvo con mucha fuerza por mi cabello y con su otra mano aguantó las dos mías, mientras las pegó a mi espalda, y me llevaba a rastras para dentro del baño de los hombres, casi no podía moverme, solo gritar. Con fuerza me presiona contra la pared y comienzo a forcejear hasta poder liberarme un poco de él, pero al instante que volteo para poder escapar siento su pesada mano chocar en mi rostro con una brutal fuerza, sentí estremecer mi mandíbula y el gusto a sangre dice presente, caigo como pollo frío contra los lavamanos de aquel baño, y por instinto llevo mis dos manos a mi rostro. Aquel asqueroso y ebrio hombre se me acerca una vez más, y de un jalón me abre el abrigo dejando mi desnudo cuerpo expuesto a él, mi corazón se acelera aún más, y el sentimiento de horror recorre todo mi ser, las lágrimas amenazan con salir, pero comienzo a gritar con desesperación para que eso no suceda. Ese asqueroso hombre me ve con un morbo que me produce asco, mientras que me tiene acorralada entre sus brazos y él lava manos, veo cómo saca su blanca y sucia lengua y pretende pasarla por mi cuerpo, y grito aún más fuerte, tanto que mi garganta quedó lastimada. Veo que entra un hombre, y es él, el de la máscara azul, lo veo y me ve. El hombre serio de máscara azul, con una sola mano, apartó al asqueroso y ebrio de mí, lo sostuvo por el cuello y apretó ta fuerte que el rostro de aquel hombre se tornó rojo al igual que sus ojos. Yo corrí y me refugié detrás del hombre de máscara azul, lo abracé por la espalda y un gran alivio llego a mí, sentí que todo estaría bien. Ese misterioso hombre me alejó de él con delicadeza, aún sosteniendo al asqueroso por cuello, para en pocos segundos soltarlo y llenar de puños su desagradable rostro. Juro que quería que lo matara, me causaba placer ver cómo sufría ese ebrio hombre, pero no podía permitir que mi héroe se metiera en problemas —¡Basta! —pronuncié algo agitada aún, pero al parecer soy ignorada. —¡Lo matarás! —pronuncié aún con más fuerza, pero esta vez intenté sostener sus imparables brazos y lo vi a sus azules ojos —basta por favor —le supliqué, y en segundos mi héroe paró de pegarle a ese asqueroso hombre —basta —dije una vez más pero con una voz ya más calmada, y al instante fui a sus brazos y me aferré a él con fuerzas, tanta que ahora soy yo quien lo hace retroceder y chocar contra la puerta de los privados. Veo a sus manos y sangran, así que al separarme las tomé entre las mías con mucho cuidado, subí mi mirada a la de él y le dije —lo siento —y una vez más lo abracé. Tal vez pasó un minuto y aún yo no pretendía separarme del hombre de máscara azul, pero él tenía otras intenciones, así que me separó de su adictivo roce, cerró mi abrigo, ya que aún estaba abierto, alzó mi mentón con una mano y con la otra acarició mi ensangrentado labio, pero como de costumbre no dijo palabra alguna. Lo tomé de la mano e hice que caminara detrás de mí, y lo guié hasta la habitación donde yo me dirigía anteriormente. —¿A dónde me llevas? —preguntó con seriedad el hombre de máscara azul. —Curaré tus nudillos —dije abriendo la puerta y haciéndolo pasar. Me vio con algo de fijación, y sé que muere por decir algo —¿Qué? —pregunto con intriga. —Eres muy terca, ¿por qué regresaste aquí?, ¿acaso no fue suficiente todo el dinero que te di? —Tenía que regresar porque la dueña quería verme. —Si yo no hubiese llegado a tiempo, ese hombre hubiese abusado de ti. Ahora soy yo la que no dice palabra alguna, solo voy por el botiquín y saco lo necesario para desinfectar los nudillos de mi cliente con mucho cuidado. ¿Cuidado?, ni siquiera se quejó, parece un hombre de piedra, así le diré —ya sé cómo te llamaré. —¿Cómo? —pregunta sin emoción alguna. —Diamante, eres más duro que el diamante, así que así te llamaré. —¿Diamante?, ¿acaso el diamante pega con la Esmeralda? —Bueno, creo que no le fue tan mal al Diamante con la Esmeralda esta noche, ¿no crees?, se fundieron a la perfección —dije y no puedo creer lo que acabo de ver, ese hombre intentó sonreír por un segundo —pensé que tanto Bótox te prohibía sonreír. —Eres tan irritante. Alcé mis cejas al escuchar su gran alago, y algo sucedió, tomó algo de gasas limpias y puso alcohol, con suavidad se acercó a mí y alzó sus temblorosas y grandes manos hasta mi rostro para limpiar la sangre seca que había alrededor de mi labio, sus ojos ven a mi herida, ¿o a mis labios?, no lo sé, solo sé que un inquietante suspiro salió de mí por haber contenido esa delatora respiración agitada que él comenzaba a provocarme. —¿Puedo retirar tu máscara? —preguntó ese hombre acariciando con suavidad mi rostro. —¿Por qué quieres ver mi rostro? —Me intrigas —pronunció pausadamente. Cerré mis ojos con suavidad al ver como ese hombre acortaba la distancia entre los dos, su respiración chocaba en mi rostro, y su aliento me hacía viajar a otro mundo, en poco tiempo sus labios rosaban con mucho cuidado los míos y deja pequeños y cuidadosos besos, agarré su cintura con mis manos para llevarlo a total plenitud hacia mí, pero este se separó. —Cuídate, Esmeralda, no te metas en problemas. Yo aún con mi cuerpo deseoso de él, asentí sin deseo alguno, vi como me dedicó una ¿tierna mirada?, y me dio la espalda, ¿debería dejarlo ir? —¡Espera! —dije con desesperación mientras lo sostuve por su brazo y este volteaba a verme —espera —dije una vez más, pero más calmada, ¿o no?, vi a sus apetitosos labios y sentí como mi corazón quería salirse de mi pecho, pecho que él vio por unos segundos antes de sostenerme con fuerza y apoderarse de mis labios. Esta vez fue diferente, me besó con pasión, pero con suavidad, tal vez por el golpe que recibí, tal vez no es tan malo como pensé. Cuando me liberó para que yo pudiera tomar algo de aire hablé —¿nos volveremos a ver? —Ni en sueños —dijo el arrogante hombre para esta vez si marcharse sin retorno. —¡Es un verdadero imbécil! —grité en voz alta para luego dejarme caer en un muy desgastado sofá, en cuál cerré mis ojos y recordé la loca noche que tuve con ese arrogante diamante en bruto. Escucho a alguien hablarme, y abro con dificultad mis ojos —¡Mierdas! —digo y doy un gran brindo —¿me quedé dormida? —Si, eso parece —pronuncia burlándose cruelmente doña Judí. —¿Qué hora es? —pregunté aún más agitada que antes. —Las 6. —¿Ya sé fue? —pregunté aturdida refiriéndome al diamante en bruto. —¿Quién? —pregunta sin entender nada. —¿Cómo se llama el hombre que me solicitó? —pregunto tornando mi rostro serio. —Ni aunque lo supiera pudiera decírtelo, es información confidencial, pero, si te puedo decir que es primera vez que lo veo por aquí. —¿Cómo sabes si usaba máscara? —¿Quién crees que les entrego las máscaras? —pregunta haciéndose la importante. —¿Sus ojos eran azules?, ¿cierto? —Si, muy azules, mucho más que su máscara. Entonces no puede ser Brian Uckermann, los ojos de Brian son grises. Bueno, después de que doña Judí me sacara cada detalle de cómo me fue en mi primera noche, comenzó a hablar de eso tan importante que quería proponerme. —Eres muy hermosa, y yo tengo algo mejor para ti, es un proyecto nuevo que acabé de comenzar con un socio, se trata de citas a ciegas, hombres millonarios solicitan la compañía de chicas como tú, ya sea para llevarlas a la cama, a algún evento o reunión, en fin, para lo que ellos deseen, y la tarifa depende de las necesidades de estos hombres. La diferencia es que no necesitarás estar un club, nadie dirá, quiero a ella o no la quiero, todas las chicas de este nuevo negocio son ejemplares y hermosas como tú, tanto que ningún hombre se molestaría ni se decepcionaría de la chica recibida. Se te proporcionará todo lo necesario para que, vistas adecuadamente para cada ocasión, estarás en la comodidad de tu casa, y siempre se te dejará saber con anticipación donde y cuándo. Ganarás mucho dinero, niña, mucho. Los clientes pagarán directamente a la agencia, y nosotros le pagaremos a las chicas un 50% y el otro 50% será para la agencia, teniendo en cuenta de que les proporcionaremos el vestuario en un buen negocio, eso sin contar con las propinas que recibirán, es un buen negocio, muy bueno. —Me suena, ¿dónde firmo? —pregunto sin siquiera pensarlo, sé que soy hermosa, pero nunca pensé que tanto como para gustarle a todos esos hombres millonarios, si lo hubiese sabido, no me hubiese tardado tanto en venir a este club. Antes de irme a casa paso por el banco, llena de emoción por todo el dinero que tengo en mi posición. Deposito a mi cuenta todo el dinero con especial del que le debo al señor Smit, el del alquiler. ¿Después de tanto tiempo la suerte está de mi lado?, ya era hora de que sucediera algo bueno en mi miserable vida. Sentada en autobús, hago varias llamadas saldando alguna de las deudas, dándole prioridad a las terapias de rehabilitación de mi abuela Antes de abrir la puerta de mi pequeño apartamento, escucho la voz de Alejando, y recuerdo que le debo una disculpa, pero será en otra ocasión, si me ve con mi cara golpeada enloquecerá. Mi historia con él fue linda, en lo que cabe, fue mi primer novio, desde niños así lo habíamos decidido, también decidimos que nos casaríamos de grandes. Cuando crecimos todo cambió, él se convirtió en el jefe del barrio y con eso en el hombre más cotizado de por aquí, así que ¿por qué voltear a verme a mí?, teniendo miles a sus pies. Y aunque nunca dejó de consentirme y cuidarme, ya yo no era esa niña, yo era una mujer, pero a parecer él nunca se dio cuenta, hasta que una ida me aproveché de él. Yo estaba en la casa de él hablando con Katia, y llegó, estaba muy tomado y yo muy necesitada de tener mi prima vez, así que sin pensarlo y con mi amiga de cómplice, entré a su habitación y sucedió, sucedió y fue mágico. Después de ese día yo decidí que sería su novia, pero él no cambió y continuó viendo a otras mujeres, y yo sé que él me ama, pero me aleja porque la calle no puede salir de él. Así que solo nos tratamos como hermanos deseos., porque sí, lo deseo. Después de Alejandro tuve a varios hombres más, algunos de la escuela y otros del barrio, pero solo los usaba para satisfacer las necesidades insaciables de mi joven y exigente cuerpo.

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