Capítulo 1

2119 Words
Aurora estaba frente al espejo arreglando su cabello cuando su amigo comenzó hablarle. — Aurora no tienes por qué regresar. — La mujer se voltea rápidamente y lo mira con asombro. — ¿Cómo puedes de decir eso?, ¿Te olvidas que tengo una hija? No descansaré hasta recuperarla me oyes— Soltó con rencor. — Eso lo acepto por supuesto que tienes que recuperarla, pero no tienes que acercarte a ellos, no puedes hacer lo que estas planeando, ¿No te das cuenta que es como meterte en la boca del lobo?, pretendes relacionarte con el hombre que te destruyo la vida, intentaron matarte, quien dice que no lo van a intentar hacer nuevamente. — Aurora cruza los brazos a la altura de su pecho. — Lucas, esto va más allá, no viviré en paz hasta no hacerles pagar por cada una de las lágrimas que he derramado por culpa de ellos, todo el tiempo que he perdido con mi hija. — Aurora camino por el salón. — No, Lucas esto no se quedara así. — Le aseguro. — Me da terror como resulte todo, yo no estoy de acuerdo, bien puedes presentarte acusarlos de intento de asesinato y pedir que te devuelvan a tu hija, hasta puedes negociar tu silencio por tu hija. — Aurora lo ve con asombro. —No sabía que fueras tan cobarde.— Dijo sin más — Ya no soy Aurora, Ahora soy Leonela Ferrer tu hermana. Lucas Ferrer era un hombre con mucho dinero, un diseñador reconocido en las grandes pasarelas, pero ante todo y para ella, él era su salvador, quien la rescato de aquel horrible accidente, la cuido por mucho tiempo y no la abandono jamás, sabiendo que aquello le podría traer graves problemas, la oculto hasta que ella estuvo bien. Aurora revivió el pasado. 8 años atrás. Aurora estaba en el último año de su carrera cuando asistió a una conferencia, de invitado de honor estaba un empresario reconocido al cual había admiraba desde el inicio de su carrera, porque era muy recurrente que lo usaran con referencia de éxito, tenacidad, disciplina y bondad. Después del discurso del hombre se abrió el turno de preguntas y Aurora pidió la palabra de primera. — Hola buenas tardes mi nombre es Aurora Spencer y quisiera hacerle la siguiente pregunta, ¿Existe una fórmula para alcanzar el éxito? — El hombre la miro con intensidad y sin poder evitarlo embozo una sonrisa, tomo su caro bolígrafo y escribió algo breve en la agenda que tenía en sus manos. —Aurora ¿Verdad?— La Chica asintió.— Si deseas alcanzar el éxito es importante que tengas una visión clara y nítida de lo que te apasiona, de lo que realmente anhelas. — Dijo mirándola directamente, no le estaba hablando al auditorio, le hablaba a ella. — Pregúntate, ¿Qué te haría feliz?, cuando tengas la respuesta, entonces, ese es tu sueño y es a lo que debes aspirar, nada menos que eso. — Termino diciendo. — Gracias. — Apenas movió sus labios para pronunciar la palabra que estaba segura que fue más para ella que para él, pues, estaba muy lejos para que pudiera escucharla, le hizo una reverencia con la cabeza y le sonrió. La charla continuo con la intervención de otros chicos que se animaron después que Aurora hubiera roto el hielo, pero ella se quedó con aquellos cortos minutos que él le había dedicado y entre tanto suspiraba mientras lo veía hablar y caminar frente a ellos. — ¿Me puede firmar su libro? — Nuevamente tenía a Adam Salvatore para ella. Adam Salvatore un apuesto hombre, con los ojos más impresionante que un ser humano pueda tener, era un dios griego esculpido con las mismísimas manos del padre creador del universo, era hermoso, culto, elegante, te desnudaba el alma con tan solo mirarte, tendría unos treinta años, y era de dominio público que su cuenta bancaria tenía muchos, pero muchos ceros antes de llegar a los números enteros, con muchas propiedades y que por alguna razón no se había casado aun. Por otra parte Aurora Spencer, no llegaba a ser multimillonaria, pero tampoco era de bajos recursos, se podía decir que estaba en una buena posición social, ya que heredo de sus padres una fortuna antes de que murieran en un accidente en unos de sus viajes cuando ella tenía dieciocho años, ahora tenía veinte tres años y estaba terminando su carrera de administración de empresas y gerencia de negocios internacionales, su belleza era notable, hermosa cabellera y una cuerpo envidiable. — Sera un placer, ¿Me recuerdas tú nombre? — Pregunto el hombre. — Aurora Spencer. — Dijo la chica, algo desilusionada. — Aurora, como el fenómeno que ilumina el cielo entre los colores rosado y naranja que antecede a la aparición del sol. — La chica trago grueso. — Muy bonito nombre, creo que lo representas muy bien. — Escribiendo la dedicatoria junto con sus iniciales y al cerrarlo le dejo como marca página su tarjeta personal. — Gracias. — Dijo nuevamente la chica. — Llámame si necesitas algún otro consejo para alcanzar el éxito. — Aurora sonrió y asintió. Para ella fue como haber conquistado el universo, para él fue parte de su día a día con las mujeres, un par de palabras bonitas, su tarjeta y pronto las tiene entre sus sabanas, nunca era él quien llamaba, ellas iban por él y solo le quedaba complacerlas, darles un poco de placer y alegrar unas cuantas noches de sus aburridas e insípidas vidas. Y como muestra un botón, muchas de las presentes fueron por él, solo que a ninguna quiso darle más que una dedicatoria en el libro, había decidido que solo agregaría una sola a su agenda esta vez. Aurora había llegado a su casa aquella tarde como si estuviera viajando en una nube, se había quedado totalmente impresionada con el hombre, que en persona era más impresionante que en las revistas sociales en la que acostumbraba salir. — Basta, Aurora deja de soñar, más te vale que no te dejes envolver de él. — Se regañó ella misma, tomo su celular y envió un mensaje a su mejor amiga. — No te olvides que mañana iremos a la playa. — Tecleo y envió. — No lo olvides tú y no te vayas a quedar dormida, recuerdas que me tienes que pasar buscando. — Gabriela era su mejor y única amiga, no estudiaban juntas de hecho iban a universidades diferentes, pero eran muy unidas, ella estaba en la escuela de medicina. — No pasara, te lo prometo. — Le dice cariñosamente. — Vale, también recuerda comer antes de irte a la cama. — A veces la trataba como si fuera una niña, pero le gustaba que se preocupara por ella y como toda próxima doctora el tema de la salud y la alimentación es primordial para la chica. — Si, mañana hablamos. — Dijo despidiéndose de Gabriela. Gabriela Miller, era ciudadana americana de padres extranjeros, hermosa al igual que su amiga, se caracterizaba por ser una mujer noble, inteligente, disciplinada, pero también tenía un carácter que muchos hombres salían huyendo para no lidiar con ella, para aurora era como la hermana protectora que le dio la vida. Pasaron dos semanas y las proyecciones de Adam habían fallado, en su momento estuvo muy seguro que la chica lo llamaría al día siguiente y ese día nunca llego, pero él no se la había podido sacar de la mente, tanto así, que busco su perfil en las r************* y miro su ultimo post, allí estaba sonriente junto a otra chica mientras sujetaba el sombrero que tenía en la cabeza, bajo algunas otras imágenes y pudo ver que la mujer tenía un vida social bastante activa, reconoció un lugar que se repetía en varias fotos y él sabía muy bien donde quedaba, si la montaña no va a Mahoma, Mahoma ira a la montaña. Adam ya llevaba tres visitas al antro para tratar de cruzarse con la chica, pero no había tenido éxito y se había jurado que aquella noche seria su último intento, situación que le extrañaba porque nunca había tenía que utilizar ese tipo de trucos para llegar a una mujer, bueno la verdad nunca usaba ninguno, ellas llegaban solas. — Últimamente no quieres salir de este lugar. — Comento el hombre que lo acompañaba, unos de sus mejores amigos, allí habían varios de ellos. — La verdad ya me estoy aburriendo de venir tan seguido. — Tomo su vaso y justo cuando se lo llevaba a sus labios una figura moviéndose al ritmo de la música capto su atención. — Aunque no todas las noches son iguales. — Susurro, se tomó todo lo que tenía en el vaso para dejarlo en la barra e ir por la mujer que acababa de ver. Aurora bailaba y cantaba alegremente, en compañía de su amiga quien reía por las locuras de su amiga, ambas moviendo las caderas y dando vueltas por toda la pista hasta que choco con alguien y este la rodeo por la cintura. — Creo que anda una bella aurora perdida en la noche. — Susurro el hombre al oído de la mujer, cosa que la hizo estremecer y se alejó para mirarlo a los ojos. — Adam. — Susurro Aurora. — Hola, señorita. — La saluda y ella sonrió, apartando su cabello de la cara y metiéndolo detrás de su oreja. — Aurora ¿Pasa algo? — Intervino la otra chica. — No, claro que no, es un amigo. — Dijo tímidamente y Gabriela lo escaneo de los pies a la cabeza. — ¿Segura? — Insistió. — Adam Salvatore. — Dijo el hombre presentándose. — ¿Adam Salvatore, el empresario? — Él solo se encogió de hombro. — Bueno, voy a seguir bailando, los estaré vigilando. — Dijo sin presentarse y se alejó. — ¿Es tu hermana? — Aurora sonrió y asintió con la cabeza. — Es mi mejor amiga, pero la considero como mi hermana. — Dijo Aurora, se siguieron moviendo al ritmo de la música y allí inicio todo, estuvieron bailando toda la noches y después se estuvieron viendo más seguido hasta que él, la beso por primera vez. Habían pasado cuatros semanas en las que se veían casi a diario, Adam sentía que se estaba involucrando con la mujer más de lo debido y lo más extraños es que no había buscado llevarla a cama como solía suceder, se había dedicado a conocerla. — Voy a asistir a una beneficencia ¿Me quieres acompañar? — Le pregunto cuando estaba terminando de cenar en un lindo restaurante. — Si deseas que te acompañe, lo haré. — Dijo Aurora sonriendo. — ¿Y siempre me vas a complacer en lo que yo desee? — Aquella pregunta fue muy insinuante y ella se puso colorada. — ¿Si o Si? — Siguió preguntando y ella asintió. — Es muy probable. — Soltó la chica. — Me gusta escuchar eso, ¿Nos vamos? — Le pregunto y ella asintió, cuando la deja frente a su edificio, porque Aurora había dejado la gran casa para irse a un Apartamento más chico que se ajustara a ella, aquella casa estaba llena de recuerdos. — Ya llegaste sana y salva. — Susurro Adam, se voltea para quedar frente a ella y sin más se acerca a su boca, rozando sus labios con los de él, se aparta unos centímetros para saber si ella estaba de acuerdo y vuelve a besarla, ahora con más intensidad. Se besaron por un largo rato y entrelazando sus manos se quedaron mirando a los ojos. — ¿Quieres ser mi novia? — Aurora sintió revolotear mariposas en su estómago y suspiro para responder. — Si. — Afirmo, para luego abrazarlo. — Que abrazo tan rico. — Dijo el hombre. — Te daré muchos abrazos y muchos besos. — La inocencia de la mujer a veces lo perturbaba porque no era una niña, pero si menor que él, Adam le llevaba varios años por delante. — Es bueno saberlo, ahora si no me piensas invitar a subir, mejor sal del auto antes que olvide mi caballerosidad. — Aurora ríe con ganas y le da un fugas besos para salir del auto, se despide con la mano y entra dejándolo allí mirando cómo se alejaba de él. Adam pone el auto en marcha y se aleja del lugar, aunque Aurora llegaba a su casa llena de felicidad, creyendo en el inicio de una bonita y sincera relación, Adam iba camino a juntarse con sus amigos en una de sus magníficas reuniones, donde había un derroche de alcohol, drogas y mujeres
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