— ¡Llegamos! — Dice Martín apenas estaciona en el garaje de una casa muy bonita. — ¿Estás bien? — Lo estoy. — Me bajo del auto, espero a que se adelante y luego lo sigo. — Bienvenida a mi humilde hogar. — Habla mientras abre la puerta. ¡Oh Dios mío! Que hermosa casa, era toda blanca por dentro, era enorme, el sofá era n***o, en realidad parecía mucho más una cama que un sofá, encima del sofá hay un cuadro de un león pintado a acuarela. La televisión era enorme, era de esas que da un giro de 360. Entré y Martin cerró la puerta justo detrás de nosotros. — ¿Quieres algo para beber? ¿Agua? ¿Vino? — Arquea una de sus cejas y se ríe para sí mismo. — El vino no sería una buena idea. — También lo creo. — Me río. — El agua sería perfecta. — Ven. — Me llama y lo sigo, que linda cocina, estab

