Llegamos después de un viaje de cinco horas. Lo pasé mal todo el vuelo, por suerte vinimos en el jet de Martin.
Estamos en Cancún. Qué hermoso lugar.
Estamos en la recepción de un resort.
Martin está haciendo nuestro check-in. Aquí es enorme, hay unos cocoteros en la zona de la piscina, frente a la piscina se ve el mar, su agua es muy azul, parece un azul turquesa. No puedo esperar para ir allá.
– ¿Vamos? – Martin me saca de mi mundo.
– Claro. – Él sonríe y me abraza, luego juntamos nuestros labios.
– ¿Estás sintiéndote mejor?
– Un poco, nada mejor que agua con gas. – digo y le sonrío.
Tomamos el ascensor y nos dirigimos a nuestra habitación.
Y para variar, nuestra habitación era una suite en azul y blanco, con sillas de bambú con cojines azules. En la esquina de la habitación ha
