Había pasado segundos desde que lo vi cruzar la puerta, pero era como si nunca hubiera estado ahí. No quedaban rastros de Jean por ningún lado de la casa. Estaba atónito cuando sonó mi celular. Seguro que era él, me volvía el alma al cuerpo, pero cuando vi el número, caí en desesperación, la desolación en mi alma apenas empezaba. Era el número del camarero bonito y acosador. Llamaba en un pésimo momento, iba a recibir de mi parte toda una artillería de insultos y humillaciones. ―¿Qué querés? ―contesté la llamada. ―Hola… No sé si me recordás, soy Daniel... hace días quedamos en... ―Ya sé quién sos imbécil… ¿Todavía no lo captás? ¿No comprendés que no quiero nada con vos? Todo lo que te dije la otra vez era solo cachondeo. Nada más. Era joda… estaba aburrido, ¿me entendés ahora? Hubo un

