Capítulo 2

1058 Words
—Buenas tardes señora, señorita —dijo dirigiéndose a las dos, luego se bajó el tapabocas, para mostrar sus grandes bigotes —como ya lo sabrán el cáncer ha avanzado, y se encuentra en su parte terminal. —¡Cáncer! —dijo Valentina. —¿Terminal? —dijo la señora Yajaira. —¿De qué se trata todo esto doctor? ¿Acaso es una broma? Mi papá solo tuvo un pre infarto o algo, pero mi papá no tiene cáncer ¿tú lo sabias mamá? —dijo Valentina hablándole a su madre como si estuviese dándole órdenes. —Bueno, tu papá se hizo unos exámenes hace poco, pero nunca me dijo nada de canc… —Si mi papá se muere es tu culpa —le dijo Valentina a la señora Yajaira con un tono de odio. —Creo que las cosas se están saliendo de control aquí —dijo el doctor Blas. —¿De control? ¡Es mi padre el que está allá adentro entre la vida y la muerte! ¿Qué quiere que hagamos que lancemos cohetes? —Señorita, todas las personas que están en esta sala, están entre la vida y la muerte, si me disculpan. —Vaya a salvar a mi papá, porque si no voy a demandar a este hospital entero. —¡hija! —dijo la señora Yajaira en ese momento, un poco atemorizada, parecía que había luchado, solo para decir esa sola palabra, la cual salió completamente ahogada. —¡Hija nada! —que se gane el dinero, si supiera hacer bien su trabajo mi papá no estaría ahorita allí postrado. El doctor Blas se dio la vuelta en ese preciso momento, y se veía que tenía la intención de decirle algo a Valentina, pero simplemente negó con la cabeza y siguió caminando. Valentina era la típica niña rica consentida que estaba acostumbrada a tenerlo todo, y siempre le gustaba pasar por encima de los demás, así la había acostumbrado su papá. —Pueden pasar a verlo, pero una a la vez —Valentina salió corriendo de inmediato dejando a su mamá detrás. Cuando entró al cuarto arrugo fuertemente el rostro, como si nada de lo que estaba allí fuese de su agrado. —¡Por Dios papá! Debemos conseguir mejores sitios donde te puedan atender, esto es una pocilga, cuando fui a Houston de vacaciones que me dio el esguince, el hospitalucho donde me llevaron era diez veces mejor que esto —¡Papá! ¡Papá! ¿Por qué no reacciona? —le dijo Valentina a una enfermera que estaba allí pasándole un tratamiento a través de la vía que tenía en la mano derecha. —Aún está bajo anestesia señorita. Valentina hizo como si no hubiese escuchado nada de lo que dijo la enfermera, pero, sin embargo, las palabras que le dijeron la calmaron un poco. Luego caminó a donde está su padre, pero la enfermera seguía allí, la presión de Valentina para que se quitase se sentía tan fuerte que aun la enfermera de espaldas la sintió. —Ya voy a terminar, un momento —la joven se apresuró. Valentina no quiso espera más, casi atropelló a la pobre enfermera, que perdió el equilibrio y tocó un botón que hizo que sonara un aparato con un silbido agudo que se metía dentro de los tímpanos. Valentina se cubrió rápidamente los oídos con las manos. — ¡Idiota! ¿Qué has hecho? ¡Repáralo! —grito Valentina. La joven estaba moviendo perillas al azar, no sabía que es lo que había tocado, las manos le estaban temblando y los gritos de Valentina no ayudaban mucho en ese momento. —¿Qué está pasando? —entraron enseguida el doctor Blas acompañado de una enfermera mayor, con mirada severa, sus labios se encontraban apretados. —¡Esta inepta tocó algo! —dijo rápidamente Valentina. La enfermera corrió rápidamente, y movió tres perillas de una forma impecable, casi que había sido la inventora de máquina, pues se la conocía de pies a cabeza. —Pero, Licenciada Johnson, no fue mi culpa ¡lo juro! —No quiero que esta novata esté a cargo de mí papá ¡la quiero a usted! —dijo rápidamente Valentina. —Gracias por la oferta, pero soy solo la jefa de enfermería señorita, mi trabajo no es estar a cargo de los pacientes. —Le pagaré lo que sea, si es por su jefe no se preocupe, solo deme un par de minutos. —Señorita… —dijo la licenciada Johnson. —Que no se hablé más. —¡Doctor! —dijo la licenciada refiriéndose al doctor Blas. El doctor Blas encontraba esto algo divertido, se notaba que la licenciada no era de su gusto, y poner a una arpía a cargo de otra arpía era algo que bien merecía la una de la otra. —Como dijo aquí la señorita, ella quiere lo mejor de lo mejor, igual no depende de mí ni de usted, ella hablará con el director supongo. —¡Claro que sí, sabía que usted después de todo era un hombrecito sensato! —le dijo Valentina al doctor Blas, el cual no lo tomó como un cumplido, pues era algo bajo de estatura. —Bueno joven, la tranquilidad de tu padre es lo más importante ahora, y no queremos que pasen más accidentes, tu papá no va a despertar esta noche, porque está muy sedado, ya lo peor pasó, te invito que te vayas a tu casa te cambies de ropa y vengas mañana —le recomendó el doctor Blas a Valentina. Valentina era una joven que le gustaba estar en desacuerdo con todo, pero si su padre necesitaba descansar, ella lo haría, pues su papá era lo único en el mundo que ella amaba. —¿Puedo pasar un rato? —le dijo la señora Yajaira a Valentina cuando salió de la habitación —¿Qué ha pasado? Vi que entraron el doctor y una señora —preguntó la señora Yajaira agarrándose una mano con la otra. —No fue nada, y no hoy no se puede ver a papá, vendremos mañana ¿No sabes dónde está el chofer? —le preguntó a su mamá como si ella fuese su asistente. Valentina se quedó viéndose en su estuche de maquillaje retocándose los labios, mientras su madre se fue a buscar a Tomás.  
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