Expulsada de su propio hogar

1501 Words

—Ya no queda nada de mí —susurró, con un nudo en la garganta. Abrió más cajones, echó documentos, ropa, cualquier cosa que pudiera necesitar. Quería desaparecer. Ya. Sin despedidas. Pero entonces, otra voz llegó desde el pasillo, una voz que era como veneno líquido corriéndole por la piel. Rebeca. —¿De verdad estás corriendo detrás de esa bastarda? —soltó con burla venenosa—. Déjala ir. No tiene nada que hacer aquí. El corazón de Linda se encogió y se incendió al mismo tiempo. —No metas tus venenos ahora, Rebeca —respondió Luciano con ira contenida. —Ya lo hice, y funcionó —replicó ella, con esa sonrisa de víbora que Linda pudo imaginar sin siquiera verla. La mano de Linda se cerró con fuerza sobre la cremallera de la maleta. Un segundo más, y habría salido a enfrentarlos. A gritar

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