El sol de la mañana derramaba su resplandor dorado en el salón principal de Altamirano Gourmet, como si cada rayo pintara de esperanza cada rincón del lugar. Hasta hacía poco, el restaurante había permanecido anclado en una cómoda monotonía, pero ahora, la determinación de Linda por sacudir sus cimientos brillaba con mayor intensidad, como una chispa que se convierte en fuego en medio de la rutina. Esa mañana, Linda se reunió con Remigio, Rebeca y Luciano, desplegando sobre la mesa bocetos y documentos que resumían su visión audaz para el futuro del restaurante. Con cada palabra, el ambiente se impregnaba de una vibra renovadora; el tacto de las hojas de papel y la mirada intensa sobre los diseños parecían presagiar un cambio inevitable. Tomó aire con disimulo, intentando acallar el leve

