La amistad, un sentimiento tan fuerte, capaz de mover el mundo.
P.C
Ava
Mi familia era muy sociable, tendían a llevarse bien con todos, pero antes, empezaban a interrogar a las personas que me rodeaban, dado que ambos, mi madre y Spencer, eran sumamente sobre protectores, lo agradecería, pero en este momento no era muy favorable.
Mi hermano se hace a un lado dejandonos pasar y Nathanael dirije su vista a nuestra pequeña sala. Los nervios se instalan en mi automáticamente al verlo darle una ojeada a mi casa.
Si bien, mi casa no era la más bonita, y era tan pequeña que podías sentirte pequeño, pero sólo éramos nosotros tres, nunca nos hizo falta nada más.
Pero claro, el no estaba a acostumbrado. Talvez por eso me ponía de los nervios su mirada en la sala.
-Entonces Ava... ¿nos
dirás qué paso?-pregunta mi madre mirando de reojo al alpha.
Suspiro desviando mi mirada de el y asiento sentándome.
-Yo... Estaba en el Instituto, fui al baño antes de irme... Pero unas chicas entraron y cerraron la puerta para después empezar
a golpearme-resumo.
Las reacciones son casi iguales.
Spencer maldice entre susurros, Nathanael aprieta la mandíbula cabreado y mi madre se tapa la boca las manos.
-¡Pero...! ¿Porque? -chilla mi madre.
Bajo la cabeza avergonzada y mi hermano espera mi respuesta.
-Por... Ser la mate del alpha-señalo a Nathanael.-Todas las chicas del Instituto se volvieron locas cuando lo supieron y no me dejan en paz.
Terminó jugando con mis manos nerviosa.
Miro disimuladamente a Nathanael quien aprieta los puños con fuerza. Me debato entre calmarlo o dejarlo ser, pero definitivamente no quiero que mate a nadie, se lo que puede hacer un alpha en su lugar.
Trago grueso decida y dirijo mi mano a su puño, el cual se relaja casi al instante.
El me da una rápida mirada para luego mirada a mi madre gritar.
-¡pero que cobardía!-chilla otra vez.
-Ya no importa, si me disculpan, voy a dormir-digo separándome por completo de Nathanael, al notar su cercanía.
Mucho por hoy.
-Espera-escucho su grave voz-Necesitare de tu ayuda para reconocer a las chicas que hicieron esto.-afirma.
Niego con la cabeza y el me mira confundido.
-No será necesario.
-Oh, claro que lo es-suelta Spencer.
Ruedo los ojos y salgo de allí ignorándolos.
Creo que si necesitaba que ellas fueran castigadas, pero por ahora no quería pensar en eso.
(...)
Escucho la puerta abrirse y por ella entra mi castaña amiga.
-¡Ava! ¡Ya me contaron! ¿¡Como estas!?-chilla exaltada.
-Ya estoy mejor.
Digo tapándome aun mas con las sábanas.
Ella me conocía tan bien, al igual que Spencer, y por eso prefería mantenerme al margen, sin preocuparlos.
-Aja, y yo soy un payaso.-responde sarcástica.
Suspiro y me siento dejando ver mis vendajes.
Observo como cierra los ojos y cuenta hasta diez en voz alta.
-Te juro que si veo a esas zorras... Las destruyo con mis
propias manos-dice en voz baja.
Muerdo mis labios intentando contener una carcajada.
Oh. Ella y Spencer serían muy buena pareja.
Lástima que no fueran mates.
-Tranquila Amiga, todo estará bien.
Digo en un susurro y ella levanta una ceja.
-¿y a ti que es lo que te pasa?-pregunta y curva una sonrisa-¿Algo que no me hayas contado? ¿De tu mate por ejemplo?-pregunta pícara.
-Eh... Nada, ¿porque preguntas?
-Oh, nada, porque lo vi antes de entrar-menciona tranquilamente señalando la puerta.
Abro los ojos como platos y me levanto rápidamente, mareandome en el proceso.
-Wow wow wow, calma
Peliblanca.-dice con gracia.
-¿¡Porque sigue aqui!?-chillo.
-Dijo que mañana te acompañaría al Instituto-exclama.
Asiento y me acuesto de golpe tapandome con las mantas.
Este día fue más duro de lo que esperaba.
Luego me encargaría de mi mate.
(...)
Despierto por la intensa luz del sol colándose por la ventana. Que recuerdo haber dejado cerrada.
Abro los ojos sintiendo un calor asfixiante a mi lado.
Giro con pereza mi cabeza y me sobresalto al ver Nathanael.
Ay no... ¿Y este que hace aqui?
-Hija, ya es hora de despertarse....oh... Mejor vengo en un rato-dice mi madre cerrando la puerta avergonzanda.
Siento mis mejillas acaloradas y zarandeo el brazo de Nathanael.
-¡Hey! ¿que rayos
haces aqui?-espeto en cuanto abre los ojos.
-Buenos días linda-dice sonriente.
-¡Salte de mi cama!-chillo tirándolo.
El se soba la cabeza desde el suelo y se levanta con el ceño fruncido.
-¡Oye! Te salve de morir desangrada, merezco un poco
de respeto.-menciona indignado.
-¡Si! Y dos días antes le metias la lengua hasta la garganta a la... ¡Castaña esa! -Digo rodando los ojos.
El me mira con seriedad y se acerca a mi.
-Ella fue la que me beso, y yo la separe-aclara y yo bufo.
La vieja confiable.
-Es obvio que ella era tu novia-suelto y el levanta una ceja-Vale, talvez no, pero si te acostaste con ella.
Digo y el sonríe ampliamente.
-¿Estas celosa?-pregunta acercándose a mi.
Frunzo el ceño y retrocedo.
-No... Y no-digo haciendo el intento de salir de la habitación.
Haciendo el intento, recalco.
-Si lo he hecho con ella y otra chica, sólo eso-confiesa y pone su mano en mi mejilla-pero ahora que te encontré no las buscaré otra vez.
Promete en un susurro.
-Vale-respondo y el levanta una ceja. -¡Pero eso no quiere decir que te acepte!-espeto.
El alza las manos en son de paz y sale de mi habitación tranquilamente.
Mi respiración parece volver a la normalidad sin su presencia merodeando.
Asi que con la frustración recorriendome entro al baño.
Luego de unos minutos envuelvo una toalla en mi cuerpo y salgo a mi habitación para buscar algo que ponerme.
Tarareo una canción que escuche ayer por la radio y miro atentamente mi armario.
Busco algo adecuado para hoy y mi vista da con un vestido color mostaza.
-Ese está bien-dice una voz sobresaltandome.
Miro con enojo a Nathanael quien me mira de arriba abajo con una sonrisa.
Y es allí donde recuerdo que sólo traigo una toalla. La cual aprieto contra mi cuerpo aún más.
-¡¿Quien te dijo que podías entrar!?
Chillo mirándolo mal.
-Tu madre -aclara tranquilo.
¡Lo que faltaba!
-¡Salte de mi habitación!-grito.
El solo me mira con una ceja enarcada y yo cierro los ojos contando hasta diez.
Cuenta hasta diez y el enojo se irá...
Casi puedo escuchar la voz de mi padre diciendo esas palabras a Emelin y a mi.
-Salte de mi habitación en este instante o gritare-amenazo abriendo los ojos.
Nathanael me mira con el ceño fruncido y acerca a mi, viendo mis ojos.
Su sonrisa se esfuma y siento como toma mi rostro entre sus manos.
-¿Que tienes?-pregunta.
Frunzo el ceño confundida y quito sus manos de mi rostro.
-Nada, ¿que voy a tener? Además de ganas de que salgas de mi habitación.
Espeto.
-Saldre, pero después
hablaremos.-responde mirándome extrañado.
Ok... ¿A este que le pasa?
Suspiro pesadamente y tomo el vestido entre mis manos, me pongo mi ropa interior y luego este, rápidamente.
Dejo mi cabello suelto y salgo de la habitación.
Tengo que buscar trabajo, aunque... Tengo que ir al instituto.
Camino por el pasillo hasta llegar a la cocina.
En la cual mi madre habla animadamente con mi mate, quien parece muy a gusto con ella.
Lo que faltaba.
¿Porque tenía que caerle bien?
-¿Interrumpo?-carraspeo a su lado.
Este me mira y curva una sonrisa.
-Para nada. Pero... Tu y yo tenemos que hablar.-dice seriamente.
Oh no, ¿que hice ahora?