Parado sobre sus rodillas, Dorian tenía sus manos apoyadas contra el respaldar de la cama, su espalda estaba arqueaba en una perfecta curva que sacaba su trasera, el cual estaba siendo golpeado sin piedad por Ezekiel, quien con estocadas cortas, pero firmes, se empujaba profundamente en el cuerpo del omega dominante. Una de sus manos se mantenía firmemente en la erección de Dorian, acariciándole con pereza, mientras que la otra, se dedicaba a molestar esos pequeños pezones sensibles, apretándolos, tirándolos y acariciándolos hasta el punto en que estos yacían resentidos. La boca de Ezekiel que en un momento había comenzado a dejar unos dulces besos sobre la pálida piel cremosa del príncipe, ahora se encontraba dejando unos chupones por todo trozo de piel que se cruzara en su rostro y no

