Sentado a la orilla de la cama, vistiendo nada más que una camiseta de Ezekiel luego de haber tomado una agradable ducha en compañía de este, el príncipe Dorian se encontraba lamentándose silenciosamente ante su propia estupidez. De todas las cosas que podría haber dicho, de todos los temas que podrían haber hablado luego de tener una increíble tocada en medio de la ducha, tenía que ir y soltar sobre la única cosa que no se suponía que debía de tocar cuando apenas había logrado que Ezekiel aceptara que le atraía, no solo recordarle que volvería a la isla, sino que hablar como si fuera un hecho, que sería con él. Es que Dorian simplemente no lograba comprender en qué parte, su tonto cerebro pensó que era buena idea decir aquello, cuando era bastante obvio que Ezekiel tenía grandes problem

