Sintiéndose extrañamente inquieto, Ezekiel se levantó de su escritorio y caminó hasta los sofás, donde se aseguró por milésima vez de arreglar los cojines. Observando a su alrededor, verificó que nada estuviera fuera de lugar y luego volvió a su asiento. Mirando los documentos que tenía ante él, se colocó sus lentes para leerlos y comprobar así que todo estuviera en orden para el príncipe Dorian. Ese día, tenían que avanzar un poco más en su reunión, ya que en la del día anterior no lograron mucho, por no decir nada prácticamente. En sí, parte de la culpa fue suya, ya que en vez de ir directamente al tema principal, se desvió tan pronto como observó el desabrigado atuendo del príncipe y actuó entregándole su chaqueta. Y luego, cuando le preguntó cómo estaba, Ezekiel se dejó llevar inician

