Parada bajo el marco de la puerta abierta, Sadie contemplaba a su príncipe tirado en medio de la cama, vistiendo nada más que su pijama, se encontraba recostado sobre su abdomen, con sus brazos extendidos a sus costados, como si intentara darle un gran abrazo. Cuando Dorian finalmente mostró una señal de vida, se arrastró por la cama hasta la orilla, giró sobre su espalda y dejó que su cabeza cayera por el borde. Tal silencio y comportamiento era tan impropio del príncipe Dorian, que tenía realmente preocupada a la cambiaformas beta. —Dorian, ¿me dirás qué sucede? El omega dominante emitió un pequeño gruñido en respuesta, sin decir nada más, ni mirarle. Suspirando, la beta se acercó a la cama. Tomando los tobillos del príncipe, tiró suavemente de su cuerpo para que su cabeza dejara de es

