Bajando al lobby del hotel en el cual se estaba quedando, al contemplar como las personas que iban entrando lo hacían extremadamente abrigados, casi hizo desear al omega dominante haber cogido su abrigo antes de salir, ignorando su sentido de moda que le advirtió que aquella prenda no iba con el conjunto que estaba utilizando en ese momento. Pero como Dorian no estaba dispuesto a subir nuevamente ni arruinar su outfit, solo se acomodó más la bufanda alrededor de su cuello.
—La van está aquí —informó Sadie.
Asintiendo, el príncipe Dorian siguió a su amiga fuera del edificio. Tan pronto como cruzaron las puertas automáticas, su grupo de guardias apareció para escoltarle hasta la furgoneta negra, manteniendo alejado a aquellos humanos que se reunieron en la calle publica a la espera de que
