Los días siguientes habían pasado normales y nosotros seguíamos viviendo como si estuviésemos celebrando nuestra luna de miel, pues las secciones de sexo no habían parado para nada, los dolorcitos del cuerpo me lo recordaban en cada movimiento, al parecer la falta de ejercicio si hace estragos luego. Las ganas entre ambos no se habían detenido luego de más de un mes y, solo nos faltaba hacerlo en la oficina, y aunque se había intentado, luego volví en mí y me di cuenta que debía respetar mi lugar de trabajo, aunque uno de los involucrados fuese el jefe. No podía negar que estaba feliz por todo lo que estaba viviendo, estaba manteniendo una muy bonita relación en la que ya no había almohadas por medio a la hora de dormir y aunque ninguno de los dos había manifestado verbalmente sentimie

