2.
Cuando abrí los ojos por la mañana, sentí una sensación extraña, por un momento pensé que solo lo estaba soñando todo, pero no era un sueño, salté rápidamente y corrí a la sala de estar, el sofá estaba vacío, sentí una gran decepción, considerándolo todo, ¿qué, pensé que me llevaría el desayuno a la cama por la mañana? Estaba enojada conmigo misma porque esperaba lo imposible nuevamente, ¿A quién estoy engañando? Vi una pequeña nota en la mesa, ¿Quizás dejó un número? Mi corazón se aceleró.
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Sonreí por un momento, y luego me di cuenta de que no lo volvería a ver, tengo que olvidarme de eso lo antes posible y concentrarme en mi trabajo, me vestí como todos los días, vaqueros y camiseta lisa, me até el largo cabello castaño en una cola de caballo y me puse unas zapatillas, pensé en Matthew todo el camino hasta la oficina, Entré al edificio.
—Hola Bobby— le dije, no me respondió de nuevo y seguí caminando.
— ¡Hasley! — alguien gritó desde atrás, fue mi jefe. — Tráeme los informes de ayer y el café. — Giré, Sí, me estaba hablando, no me di cuenta de que había confundido mi nombre, lo hizo notoriamente y me acostumbré, sin dudarlo más, llevé la pila de hojas a su escritorio y dejé el café.
— ¿Eso es todo, jefe? — Le pregunté cortésmente mientras veía como tomaba un sorbo.
— ¿Dónde está el azúcar? — Me miró con tal mirada que me quedé paralizada por un momento.
— Lo olvidé, lo siento — Volví por el azucarero — aquí lo tienes.
— ¡Vuelve al trabajo! — él gritó.
Me senté en el escritorio, respiré hondo para calmarme, tengo que conseguir un ascenso, esta es mi única oportunidad, tenía a mi informante Othis. Él fue mi última esperanza, saqué mi teléfono y lo llamé, pero no respondió, estaba investigando por su cuenta, solo podía contar con él.
—Alguien no está durmiendo— escuché una voz débil.
—Hola Laurel— le dije.
— Vives cerca de estudiantes, ¿has encontrado novio? — Ella se rio burlonamente.
—Encantada de verte—, murmuré en voz baja, entonces sonó mi teléfono.
—Hola— respondí rápidamente, era Othis.
—¿Qué pasa bebé? —. dijo con indiferencia.
— Othis, ¿eres tú? — Me sorprendió, nunca me llamó así, nos conocimos en un entrenamiento de defensa en enero, nos caímos bien y ahora cooperamos, gracias a él, pude resolver la pandilla del sur de California.
—Pero ponte ese vestido de encaje como la última vez— salí al pasillo, ignorando las palabras de Laurel
— Othis, ¿de qué estás hablando? — Escuché algunos clics en el teléfono.
—Emma, perdóname, tuve que improvisar— me sentí aliviada al escuchar su voz normal.
— ¿Tienes algo? — pregunté apresuradamente.
—Muchas líneas de meta y una nueva droga, casi estoy en la pandilla — interrumpió. —Van a celebrar una fiesta esta noche, ven aquí y lleva las muestras al laboratorio y observa más de cerca a los sospechosos—.
— ¿Eso incluso es seguro?
—Emma, eres una mujer policía— recordó, —eso es un riesgo laboral— Te envié ropa para esta fiesta, tienes que parecer que solo viniste a verme por una hora.
— ¿Puedes hablar con más claridad? — No sabía a qué se refería
— Cómo explicártelo — se preguntó. — ¿Conoces a la francesa que arrestamos varias veces por prostitución?
—Es difícil no distinguirla — suspiré.
— Entonces tienes que parecerte a ella, debo irme, obtendrás la dirección con tu ropa.
— Okey.
Colgó, no podía imaginarme en la piel de la francesa, fue una idea estúpida, no puedo hacerlo, Aunque si es para ayudarme a conseguir un ascenso, estoy dispuesta a hacer esos sacrificios, Quería hablar con alguien sobre este plan, pero vi competencia en todos, si le dijera a Morgan, definitivamente me ayudaría, pero luego se ganaría todos los méritos por ello, no se lo diré a nadie, iré a esta fiesta, tomaré muestras, haré retratos de memoria y los meteré en la cárcel, todo el día en el trabajo, me preguntaba cómo sería todo, cuando llegué a casa, una vecina se me acercó y me entregó el paquete del cartero, le di las gracias a la anciana y entré al apartamento, Rápidamente desempaqué el paquete, como pensaba, había un vestido adentro, me lo puse y me miré en el espejo, apenas cubría mis nalgas, todo era n***o y de encaje, como mencionó Othis.
También había zapatos y tacones altos en la caja, tuve dos horas para aprender a caminar con ellos, fue un desafío terrible para mí, me maquillé por primera vez en mucho tiempo, antes de irme, tomé unas cuantas respiraciones para calmarme, eché mi cabello suelto hacia adelante para cubrir el escote demasiado bajo al menos un poco, eran más de las 11:00 PM cuando llegué, luego entré en pánico por primera vez, vi una enorme villa, pensé que la mafia estaba en algunas madrigueras, no en palacios, dos tipos calvos de anchos hombros se pararon frente a la puerta, Sí, esa fue la segunda vez que entré en pánico.
— ¿A quién vas a ver? — preguntó amenazadoramente, bloqueando mi camino.
—A Othis— dije después de un rato. — Me invitó ... a pasar la noche. — le expliqué, fingiendo una mueca vacía lo mejor que pude.
Intercambiaron miradas y me abrieron la puerta, solté un suspiro de alivio, ahora todo lo que me queda por hacer es encontrar al informante, estaba lleno de gente, algunos demasiado borrachos para sentarse, miré alrededor, la música sonaba en los altavoces.
Alguien agarró mi cintura y metió su boca contra mi cuello, me estremecí, aterrorizada.
—Hola bebé— me calmé por un momento, al escuchar estas palabras, era Othis.
— Vamos arriba — Agarró mi mano y me arrastró a la habitación. —Perdóname por eso, apenas te reconozco en todo esto. — Me recorrió con la mirada.
— Quiero ponerme la ropa lo antes posible, así que daté prisa — me senté en la cama.
—Son unos pocos gramos de novedad— me entregó la bolsa, que examiné cuidadosamente.
—LSD 2, peligroso incluso en pequeñas cantidades— dije.
—Estás en lo correcto — sonrió feliz.
— ¿Qué pasa con la pandilla? — Le pregunté, no quería perder mi precioso tiempo.
— Hay un infierno de ellos ...
—No me refiero a los subcontratistas, sino a los propios jefes— lo interrumpí.
—Hasta donde yo sé, hay cuatro de los más importantes—, reflexionó.
— ¿Dónde se guardan las mercancías? — Hice otra pregunta mientras me ajustaba el vestido.
— En diferentes lugares de la ciudad, trabajan con la mafia de Tokio e incluso con México — me dio más información.
— Está bien, ¿qué pasa con los cuatro jefes?
— El jefe principal es Marshall, tiene toda la cara tatuada, da miedo, el segundo es Dander, es un n***o con un pendiente en la oreja derecha, el tercero es Mills, es flaco, alto, blanco como el papel, algo como estilo “Emo” ...
Entonces alguien llamó a la puerta, Othis me indicó que permaneciera en silencio, sacó una pistola y caminó hacia la puerta, me moví lo más lejos posible, Othis tiró de la manija y apuntó.
—Joder—, escuché la voz de un hombre. —Tienes un amigo a punta de pistola— supuse por las descripciones de Othis que debía ser Mills.
—Lo siento, no sabía que eras tú—, bajó su arma.
— Oye, ¿tienes novia? — Entró a la habitación. — ¿Cuál es tu nombre? — preguntó, sus ojos vagando por mi cuerpo.
—Kelly— dije rápidamente, ese fue el único nombre que se me ocurrió
—Kelly— repitió, acercándose — Othis, ¿por qué no la presentas al resto de los chicos? —, Comenzó a jugar con mi cabello.
—En otra ocasión— dijo bruscamente.
—Sí, tengo que irme ahora— dije, burlándome de la decepción.
—No tan rápido — Mills me agarró y apuntó la pistola a mi sien, mi corazón se aceleró rápidamente, Nadie me había amenazado con un arma antes, excepto durante el ejercicio, pero era ejercicio, y ahora realmente tenía el cañón en la cabeza.
—No seas tonto— dijo Othis, vi que estaba tratando de idear un plan.
— ¿Para quién trabajas? — Preguntó bruscamente.
— Para nadie. — Mi corazón latía como loco, no quería luchar, yo estaba de pie rígidamente, pensando que está a punto de soltarme y que estaré en casa.
—¿Qué diablos le estabas contando sobre la pandilla? — Preguntó agresivamente. — ¿Sabes lo que hacemos con las zorras?
Othis estaba indefenso.
— Mills, sabes qué mujeres pueden ser interesantes, Kelly no se lo dirá a nadie —le aseguró, tratando de calmarme con la mirada, aun así, Mills no me soltó, al contrario, me agarró con más fuerza — Maldito hombre, tómatelo con calma. —Vi a Othis preocupado, tal vez más por mí que por él mismo—
— ¿Una última vez, para quién trabajas, perra? — Mills arrastró las palabras.
—Déjala ir, hablemos en voz baja— levantó las manos.
—Respuesta incorrecta— apuntó a Othis y disparó directamente a su pierna, se derrumbó de dolor.
— ¡No! — Grité aterrorizada, no quería llorar, pero sentí que todo terminaría mal.
— Ella será la siguiente. ¡¿Para quién trabajas?! — Seguía insistiendo
Luego, otro de los jefes entró en la habitación, fue entonces cuando me di cuenta de que ya no volvería a casa, en la puerta había un hombre de anchos hombros y ojos negros, y toda su cara tatuada, sin duda era Marshall
— ¡¿Qué diablos están haciendo ?! — gritó al ver al hombre ensangrentado.
— ¡Tenemos un maldito sapo! — Mills gruñó.
—¿Quién es esta chica? — Me señaló, sus ojos asustaban como si salieran de una película de terror.
—Ella estaba con él— dijo con desdén.
—Déjala en paz—, dijo Othis en voz baja, sufriendo y no pude ayudarlo.
—No sé nada, por favor—, dije entre lágrimas, traté de no entrar en pánico, pero en cualquier momento la pistola de Mills podría disparar.
— Vamos, ven conmigo — Sentí que el agarre del hombre n***o se aflojaba, caminé lentamente hacia Marshall, él agarró mi brazo con fuerza.
— Othis — grité, mi informante me miró como si quisiera despedirse, el hombre me condujo al pasillo y me empujó a los brazos de otra persona.
—Cuida de ella, ella sabe demasiado.— Intercambiaron miradas, me di cuenta de que Marshall me había firmado bajo sentencia de muerte, tengo solo unos minutos de vida, lo último que veré al salir de este mundo es un pésimo asesinato de un gánster, no pude escapar de mi agarre, Bajamos las escaleras, estaba llorando, quería que Morgan estuviera conmigo ahora, definitivamente sabría qué hacer, porque yo no lo sabía, todo lo que podía hacer era rezar para que el sufrimiento no durara mucho, el sótano era terrible, vi algunos rastros de sangre en el cemento, así que no seré la primera víctima asesinada en esta habitación, que consolador.
— Por favor, déjame salir, no sé nada, te lo ruego — supliqué con lágrimas en los ojos. — Haré lo que quieras, pero déjame salir, él sonrió torcidamente, pasó su mano por mi muslo, me estremecí, Quería que todo terminara, sin importar cómo, siempre que terminara, me inmovilizó contra la pared, no podía respirar, empecé a defenderme, pero no ayudó, se quitó los pantalones, ni siquiera tuvo que remangarme el vestido, él era repugnante, grité, estaba gritando con todas mis fuerzas, todo tomó menos de tres minutos, hizo lo que quiso, sentí un tremendo dolor esparciéndose por mi cuerpo, sabía que me iba a matar, pero no sabía cómo, luego, la fría hoja de la daga tocó mi mejilla derecha, él disfrutaba el momento, le divierte que me duela, no sé qué me pasó y por qué tuve tanto coraje, en ese momento, nada me importaba, agarré su daga y le corté la garganta con un solo movimiento.