Encuentros

1260 Words
Nadie escoge el momento, el sitio, la edad y mucho menos a la persona… --------------------  Después de instalarnos, nos preparamos para ir al mar. Algunas con vestidos otras con shorts pero todas con ropa de baño puesta. Ileana que estaba atenta a que permanezcamos juntas, nos indicaba hasta donde teníamos permitido estar, hasta que se escuchó un sonido, parecía que alguien nos saludaba.     - Holaa- se escuchaba a lo lejos, mientras se asomaba un gran grupo de jóvenes, de la casa de al lado. Sorpresa, algunas chicas han invitado a sus novios, indicándoles exactamente donde quedaba el lugar donde nos alojaríamos. Ileana estaba muy molesta, al ver la escena      - ¡Regresen todas a la casa! - gritó Con una vergüenza ajena, entramos. Todas con miedo de que nos haga regresar a casa.     - ¿Quién invitó a esos jóvenes? - preguntó molesta y decepcionada. A pesar de que era evidente quienes fueron, Ileana intentó calmarse y agregó - No quiero que se acerquen a esos chicos. ¿Entendieron?  - resopló molesta – Igual las estaré vigilando    Después de almorzar decidimos nadar… algunas quisieron ir a la playa, Ileana inmediatamente la acompañó, pues eran las mismas niñas que tenían sus novios en la casa de al lado.     - ¡Vamos a caminar chicas! - Dijo Tatiana.  Lucía, Jimena, Maribel y yo aceptamos.Tomamos nuestras cosas y salimos, no fuimos muy lejos por miedo a una reprimenda de Ileana. Todas las casas eran hermosas, algunas habitadas por familias, otras se escuchaba que también eran grupos de chicas, había una casa que llamó mi atención, era blanca con celeste pastel, tenía una piscina incluso mas grande que la casa que habíamos alquilado.     - Vamos a ver la casa - dijo Tatiana con una mirada curiosa-     - ¿Y si hay alguien ahí? - replicó Lucía,     - Si, es peligroso mirar una casa que no conocemos, mejor regresemos- dijo Jimena abandonando una vez más, su cara angelical. Todas regresaron, excepto Tatiana, acto seguido, me quedé con ella, confirmando que iríamos a ver un poquito más de cerca dicha casa. Sonreímos al saber lo que haríamos. Nos acercamos un poco más a dicha casa, tenía un pequeño cerco de arbustos verdes, bien cuidados, mejorando la vista de la piscina, haciéndonos saber que eso era… propiedad privada. De pronto, escuchamos unas voces seguidas de algunos pasos acercándose al jardín, solo atinamos a caminar más rápido, asustadas de que se pueden dar cuenta de nuestra travesura. Observamos a 3 jóvenes, todos de 25 años aproximadamente, altos, tez blanca pero bronceados, voz gruesa, de esas que te estremecen al escucharlas, vistiendo solo bermudas y lentes negros de sol, dejando al aire su formado y trabajado cuerpo. Al avanzar, me di cuenta que había otro hombre sentado frente a la piscina. Me miró y me dio una sonrisa hermosa, logrando que mis mejillas se ruboricen y haciéndome caminar aún más rápido. Una vez a salvo miré a Tatiana, las dos soltamos una carcajada al darnos cuenta que casi habíamos sido descubiertas.     - Casi nos descubren - dice Tatiana sonriendo.     - ¿Tatiana, viste al chico sentado al lado de la piscina? - pregunté, ruborizándome aún más.     - No, ¿Había alguien? - contestó, abriendo los ojos, del asombro y la vergüenza de haber sido descubierta.     - Si- le dije- otro joven de cabello n***o, tez blanca, con barba corta– mientras imaginaba la cara radiante del joven, - tiene una sonrisa sexy - al mencionar esa palabra sentí que toda la sangre subía a mi cara, tanto que Tatiana soltó una risa burlona.     - ¿Te parece si pasamos por ahí más tarde? - preguntó sin vergüenza alguna     - ¿Porque? - inmediatamente pregunté     - El chico de cabello castaño es muy lindo - contestó con un poco de timidez- además a ti te gusta el otro- agregó sin piedad alguna por mí, que me puse tan roja casi como un tomate. Terminando mi conversación, para ir a cenar. La separación de 4 casas, es muy pequeña para ocultar a esos jóvenes guapos, ante el ojo agudo de 42 adolescentes, con hormonas revueltas que solo quieren divertirse o encontrar el amor soñado. ... Anocheció tan rápido, todas decidimos hacer una fogata en la playa, algo propio de los retiros juveniles. Agarré un short ancho n***o hasta la cintura, y una blusa corta ajustada de rayas gruesas en blanco y n***o, de esas que dejan los hombros al viento y unas sandalias doradas. Me hice en el cabello una cola, dejando mis hombros expuestos, y apliqué un brillo rojo en los labios. Tatiana usó un vestido largo n***o, de tiras recogido en los pechos, su cabello suelto y unas sandalias. El vestido le quedaba perfecto, contrastaba perfecto en su color de piel, disimulando solo un poco su cuerpo de no ser por sus grandes caderas, que se hacían notar al caminar. Estábamos listas, Ileana prendió la fogata, todas contentas con un palito y un marshmallow listo para ponerlo al fuego, era hora de compartir nuestras historias, de contar nuestras anécdotas que pensábamos hacer en adelante. Hasta que, escuchamos esas voces, que nos hizo buscarlos en la oscuridad, encontrándome con la mirada fija del joven de cabello n***o, de quien ahora puedo afirmar tiene ojos hermosos, bajando inmediatamente la mirada de lo ruborizada que estaba, sabiendo que la noche era mi cómplice al ocultar algo que era más que evidente. Tatiana inmediatamente me miró, abriendo sus ojos por la sorpresa, sin ocultarme la sonrisa de volver a encontrar a dicho joven, Los chicos caminaban cerca de las casas, que es la zona más iluminada. Al percatarse de nuestras miradas, nos saludaron.     - Hola chicas! - Dijeron al unísono, como si todo en ellos fuera tan perfecto. Era evidente su enorme y trabajado cuerpo, inocultable tras sus camisetas ajustadas y esas bermudas que encendieron al 100% las hormonas de estas cuarenta y dos adolescentes, emocionadas de tal manera que empezaron a sonreír impulsivamente, pero contestando su hola, y haciendo incontables preguntas con un poco de temor ante la amenazadora mirada de Ileana, quien creo rogada que no hagan nada vergonzoso.     - ¿Cómo se llaman? - preguntó Carmen, una chica que tenía un su novio en la casa de al lado, pero que no lo veía como razón suficiente como para dejar de sonreírle a estos jóvenes.     - Me llamo Robert - contestó el chico de cabello castaño, con mirada pícara, mientras se formaba una sonrisa en sus labios. Era el más bajo de todos.     - Él es Steve, Arturo y Evan - señalando a cada uno de sus amigos. Steve era el más alto, de 1.90, su cara era delgada, alargada no tenía barba, sus labios eran delgados, su cabello castaño, tez blanca. Arturo de personalidad seria, lo sabía porque no coqueteaba descaradamente, era blanco, rubio, facciones finas y labios rojos. Al mirarlo, me di cuenta que a él se refería Tatiana. Y Evan, su cabellera negra, mirada profunda, su barba rodea sus labios rojos, haciéndolos lucir aun más sexys. Con una sonrisa a medias, como si hubiera descubierto una niña en plena travesura, estaba ahí, parado, mirándome. No pude evitar mirar a Tatiana, tenía una sonrisa en su rostro, al igual que yo, nuestras emociones eran tan evidentes y nuestras caras tan bobas al no poder disimular ese sentimiento, que por primera vez nos embargaba.     - Un gusto, jóvenes - dijo Ileana, alarmada. - tenemos que continuar con nuestra actividad - agregó para que los jóvenes se retiren.     - Si, Claro. Disculpen - agregó Arturo, retomando la conversación con sus amigos y encaminandose hacia su casa. Todas hicieron un abucheo en señal de inconformidad por la actitud de Ileana, prosiguiendo con nuestra fogata.   
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD