Noah
La semana que siguió al triunfo de Maggie en la audición fue una dulce locura. La victoria sobre Tatiana y la calma en el frente familiar (mi padre, temporalmente apaciguado por la "estabilidad demostrada" de Maggie) nos dio un respiro. Maggie estaba exultante; había superado su trauma y ahora, oficialmente, tenía un lugar en el Festival de Talentos. Y yo, bueno, yo estaba más enamorado y obsesionado que nunca.
Nuestra vida s****l se había vuelto relajada y constante. Maggie era pura invención y fuego, y no dudaba en tomar la iniciativa. La Liberación del Potencial se había convertido en un estado habitual. Hacíamos el amor en mi habitación, en el estudio de danza vacío (con candado en la puerta, por si acaso) y una vez, de forma rápida y furiosa, en la cochera de Jayden, mientras Troy estaba en el gimnasio.
"Eres una distracción de nivel súper-nova," le dije una tarde, con la respiración agitada, mientras la apartaba de mi cuello.
"Y tú eres un experimento de física aplicada que siempre da resultados óptimos, Carter. No te quejes," respondió ella con una sonrisa maliciosa.
El viernes, el equipo organizó una fiesta de celebración por el éxito de la pretemporada. Era la fiesta final antes de que los reclutadores de la NCAA intensificaran su vigilancia.
"Tienes que ir," me dijo Maggie, mientras me ayudaba a elegir una camiseta. "Es la celebración del equipo. Yo iré, pero no puedo quedarme toda la noche. Tengo que revisar mi solicitud del CERN. Es mi última oportunidad de hacer correcciones."
"Te entiendo. Te veré allí. Te prometo que te haré sentir como la reina de la fiesta," le dije, besándola con una promesa.
El problema era que yo tenía mi propia obligación. El entrenador Davies me había organizado una cena privada con un reclutador clave de Duke que llegaba inesperadamente a Georgia. Era una oportunidad única para consolidar mi futuro.
"Maldición. El entrenador me acaba de enviar un texto. La cena con el reclutador es a las ocho y media. Es en el centro. No podré llegar a la fiesta hasta tarde," le informé a Maggie, frustrado.
"No pasa nada, Noah. Ve. Es importante. Yo estaré con Lola y Kit. Te envío un mensaje cuando llegues," me aseguró, besándome.
Esa simple promesa fue la distracción que Tatiana necesitaba. Yo confiaba plenamente en Maggie y en la protección de sus amigas. Mi atención estaba dividida entre mi futuro y mi amor.
Llegué a la cena, un traje incómodo y una sonrisa profesional pegada en el rostro. El reclutador de Duke era implacable, preguntándome sobre mi enfoque, mi disciplina, mi vida social. En la mesa, mi teléfono vibraba con mensajes de Maggie: "Aquí con Lola y Kit. Hay mucha gente. Te extrañamos."
A las diez, el reclutador soltó la bomba.
"Noah, la Universidad de Duke está impresionada. Queremos ofrecerte una beca completa y una promesa de Draft en dos años. Eres nuestro tiro perfecto."
La alegría fue abrumadora. El sueño se había hecho realidad. Lo primero que hice fue enviarle un mensaje de texto a Maggie: "LO LOGRAMOS. LLÁMAME. DUKE ES NUESTRO. ESTOY EN CAMINO."
Rompí la cena de inmediato, despidiéndome del reclutador con una sonrisa. Estaba volando. Tenía que darle la noticia a Maggie. Tenía que celebrarlo con ella.
Conduje hacia la fiesta. El ambiente ya era caótico: luces estroboscópicas, música alta y alcohol fluyendo libremente.
Mi teléfono vibró. No era Maggie. Era un número desconocido. Un mensaje de texto anónimo, corto y malicioso:
Número Anónimo: Tu "cerebrito" no es tan fiel como crees. Date una vuelta por el segundo piso. La encontrarás celebrando tu futuro, pero no contigo.
La sangre se me heló. La lógica me dijo que era Tatiana, otro truco. Pero la duda, esa pequeña semilla sembrada por mi madre, se disparó.
Corrí a través de la multitud, ignorando a Troy y Jayden. Subí las escaleras.
La habitación estaba oscura, iluminada solo por la luz parpadeante de un LED. El corazón me latía tan fuerte que me dolía. Entré.
Y allí estaba.
Maggie.
Estaba tendida en la cama, la ropa desordenada, el cuerpo inerte, la cara pálida. Y junto a ella, en una silla, Adrian, con el pecho al descubierto y una sonrisa de triunfo cruel.
Adrian, el chico envidioso, el cómplice de Tatiana. Él había ejecutado el plan final.
"Vaya, vaya. Miren a quién tenemos aquí. El gran Ice Carter," se burló Adrian, con una voz cargada de veneno y alcohol.
Mi mundo se detuvo. No podía respirar. La imagen era clara, innegable, brutal. Maggie, mi Maggie, tendida en la cama con otro hombre. Toda la confianza, toda la vulnerabilidad compartida, toda la "fórmula explosiva" se hizo pedazos.
"¿Qué... qué pasó?" logré articular, mi voz era un gruñido bajo y roto.
"¿Qué crees, Carter? Tu novia estaba celebrando tu beca. Pero tú no estabas aquí. Yo sí," se rió Adrian, levantándose. "Ella no es tan diferente, ¿verdad? Solo es una cazafortunas que necesita asegurarse de tener opciones. O tal vez, simplemente no eres tan bueno en la cama como piensas."
El dolor fue físico, un desgarro en mi pecho que me dejó sin aire. No era solo la traición; era la humillación pública, la confirmación de todas las advertencias de mi padre y el triunfo absoluto de Tatiana.
Me acerqué a la cama. Maggie no se movía. Intenté tocarla, pero me detuve.
"¡No la toques! ¡Ella está drogada!"
Jayden. Mi amigo estaba en el umbral, su rostro lívido de furia.
"¡Lola y yo la encontramos en la cocina! Adrian le puso algo en la bebida. ¡No pasó nada, Noah! La encontramos a tiempo, pero él la movió aquí para que tú lo vieras."
Pero el dolor era demasiado grande. La imagen de Maggie tendida con Adrian era una prueba visual que mi mente se negó a procesar con lógica. La confianza se había evaporado.
"Vete, Jayden," dije, mi voz era plana, sin emoción, el verdadero "Ice" Carter regresando.
Miré a Maggie, mi corazón se encogió. La amaba. Pero el dolor de la traición percibida superó todo.
"Me das asco, Maggie," susurré. "Todos tenían razón. Eres una distracción. Un riesgo inaceptable."
Me giré hacia Adrian, pero Jayden se interpuso.
"¡No vale la pena, Noah! ¡Piensa en la beca! ¡La encontramos a tiempo!"
"¡Fuera de mi camino, Jayden!"
Pero Jayden me empujó, su rostro lleno de decepción. "No seas el idiota que creen ellos. Escúchala. Ella te ama."
Salí de la habitación. Bajé las escaleras, sintiendo la mirada de todos. Vi a Lola. Su rostro estaba cubierto de lágrimas.
Corrí hasta mi coche. Conduje hasta la casa de Tatiana.
La encontré sola, en su sala, con una sonrisa de victoria en su rostro.
"¿Vienes a celebrar conmigo, cariño?" preguntó, su voz melosa.
"Se acabó, Maggie. Se acabó todo," dije. "Tú ganaste."
Luego hice lo impensable. Lo que sabía que la destruiría. Usé a Tatiana como el bálsamo superficial para mi herida profunda.
"Dame un beso, Tati. Celebremos mi futuro."
Ella se acercó, victoriosa. La besé, un beso vacío y frío, sabiendo que este acto sería el golpe final para Maggie.
Regresé a la casa de Maggie. Ella ya estaba allí, Kit y Lola ayudándola. Ella estaba despierta, llorando.
"Noah, por favor. Déjame explicarte. ¡No pasó nada!" suplicó, las lágrimas cayendo por su rostro.
La miré, mi corazón era un témpano. "No. No quiero explicaciones. Te vi, Maggie. Vi la prueba. Vuelve a Nueva York. Vuelve a bailar. Eres una distracción. Y yo elegí mi futuro."
Luego, usé el golpe de gracia, el que sabía que la mataría por dentro.
"Y por si te queda alguna duda, acabo de estar con Tatiana. Ella nunca me fallaría. Tú eres el error. Ahora, vete. No te quiero volver a ver."
Me di la vuelta y me fui, dejando mi corazón y el suyo destrozados en el frío suelo de Georgia.