25 Corazón en conflicto

1151 Words
Margaret Lawson se sintió enferma. No por la exquisitez de la cena de gala, sino por el sabor persistente de la menta, la colonia y el whisky en sus labios. El beso robado de Noah Carter había sido una violación de su armadura, una explosión de la química que había reprimido con disciplina científica durante ocho años. Se refugió en el tocador. Se miró en el espejo, limpiando las manchas de lápiz labial. La Doctora Lawson, la científica de renombre, se había desmoronado en un pasillo oscuro por un hombre que le había destrozado el corazón. Él todavía me ama. Esa era la verdad más aterradora. Y lo peor: yo todavía lo amo. El pánico era doble: pánico al sentimiento y pánico al peligro que ese sentimiento representaba. El dolor punzante en su pecho se mezclaba con el eco de las palabras de Noah: "Te vi, Maggie. Eres una distracción... Acabo de estar con Tatiana. Tú eres el error." El recuerdo de esa crueldad era la única arma que poseía contra su propio corazón traidor. Maggie tenía una vida perfectamente calibrada. Su trabajo en el MIT y en el CERN era un éxito. Y tenía a Noelle. Noelle, su hija, era la prueba viva de la supernova con Noah. La niña, con su inteligencia precoz y esos ojos azul-verdes inconfundibles, era la luz de su mundo. Maggie nunca había dudado que Noelle heredó la inteligencia de su madre y la mirada intensa de su padre. El sacrificio de Maggie fue total. Había construido su vida alrededor de la estabilidad inquebrantable por el bien de su hija. Noah era caos; Noelle necesitaba orden. Y ahí entraba Edward Hayes. Edward no era un amante apasionado; era un hombre bueno, leal, tranquilo y, crucialmente, estable. Su relación con él era una ecuación lógica por el bien de Noelle. Edward amaba a Maggie y adoraba a Noelle, tratándola con la paciencia y el apoyo intelectual que la pequeña necesitaba. Aunque no vivían juntos (Maggie mantenía una independencia emocional necesaria), Edward era un pilar constante. Noelle misma había sido la que impulsó la relación. La niña, con la madurez precoz que le daba su alto coeficiente, anhelaba una figura paterna constante. Aunque Maggie nunca le mintió: Noelle sabía que su padre biológico era la estrella de la NBA, Noah Carter, pero también sabía que ese hombre eligió su carrera y las abandonó. "Mami," le había dicho Noelle un día con la mirada seria. "Si Edward es un buen científico y un buen papá de fin de semana, ¿por qué no lo aceptas como mi papá de verdad? Así ya no estamos solas." Esa frase era la espada de Damocles de Maggie. Ella amaba a Edward como un amigo y un compañero y lo valoraba como el ancla de Noelle. Estaba dispuesta a sacrificar el fuego de Noah por la calidez estable de Edward. Su relación era un pacto de lealtad, no una pasión desbordada, y Edward cumplía su parte del acuerdo con una bondad innegable. La aparición de Noah en Nueva York fue un terremoto. ¿Cómo podría aceptar a Noah de vuelta? El Abandono Cruel: Noah la había descartado con las palabras más brutales, confirmando que la imagen pública importaba más que ella. El Peligro para Noelle: Si Noah entraba en sus vidas, traería caos, prensa, y la misma inestabilidad que había destruido su relación. Noah era un hombre que elegía el hielo sobre el amor cuando se sentía amenazado. ¿Qué pasaría cuando el estrés de la NBA y las presiones volvieran a amenazar su carrera? ¿Descartaría a Noelle como lo hizo con ella? La duda era demasiado peligrosa. La Lealtad a Edward: Edward había sido bueno. Él no merecía ser desechado como un experimento fallido solo porque el "factor inesperado" de Noah había regresado con sus celos. Mientras Maggie se debatía en el tocador, sus amigas, Lola y Kit, entraron. "¡Maggie! ¿Estás bien? ¡Edward dijo que saliste disparada! ¡Viste a Noah de nuevo! ¡Lo vimos acechando!" preguntó Lola, con los ojos de preocupación. "Sí, lo vi." susurró Maggie, sintiendo la humillación. Kit la abrazó con fuerza. "¡Ese cabrón! ¿Se atrevió a forzarte?" "No... no fue forzado. Yo... yo correspondí. Por un segundo. Fue una estupidez, Kit. Fue la física. La memoria muscular. Pero se acabó. No voy a permitir que destruya mi vida otra vez. Ni la de Noelle." Lola tomó el rostro de Maggie entre sus manos. "Lo sé. Pero tienes que ser fuerte, Mag. Él va a usar todo su poder. Tienes que pensar en cómo te afectaría legalmente si él se entera de Noelle. Tú sabes que Edward no es el padre biológico, pero él no." "Lo sé," respondió Maggie, sintiendo un escalofrío. "Y por eso no puedo darle una sola oportunidad. Él se merece la verdad, pero Noelle se merece la paz. Y yo elijo a Noelle." La urgencia se instaló en Maggie. El beso de Noah había sido una advertencia. Él no se detendría. "Lola, necesito tu ayuda. Necesito sacar a Noelle de Manhattan mañana por la mañana. Necesito que Jayden nos preste su jet o que nos consiga un vuelo discreto a Zúrich. Si Noah me está acechando, pronto investigará a mi madre, mi trabajo... todo." "Nos vamos. Mañana," dijo Lola, con determinación. "Pero, Maggie, ¿y Edward? ¿Le dirás por qué te vas?" Maggie cerró los ojos. Edward era la parte inocente de este juego sucio. "Le diré que la conferencia termino. No puedo decirle la verdad. No puedo arriesgarme a que, si Noah lo presiona, se le escape algo sobre Noelle." "Es una mentira difícil, Maggie. Especialmente si Edward te ama," advirtió Kit. "Lo sé. Pero las mentiras a veces son la única forma de conservar la verdad más grande: la seguridad de mi hija." Se recompuso. Salió del tocador. Sabía que la confrontación con Noah era inminente, especialmente después de que él la viera irse con Edward. Su estrategia debía ser la misma que usó contra Tatiana: lógica fría y defensa inquebrantable. Regresó a la mesa, sonrió a Edward, y le tomó la mano. Se sentó, sintiendo la adrenalina y la tristeza. "Edward, ¿podemos irnos? Estoy agotada. Y necesito ver a Noelle," pidió Maggie. "Por supuesto, cariño. El trabajo ha terminado," respondió Edward, besando su frente. Mientras salía del salón de gala con Edward a su lado, Maggie sintió la mirada de Noah, quemándola desde la distancia. Era una presencia tóxica, obsesiva y peligrosa. Noah no se iba a dar por vencido. Y eso era el verdadero problema. ¿Cómo podía la lógica de la estabilidad ganar contra la fuerza irrefrenable de una supernova prohibida, especialmente cuando una parte de ella todavía anhelaba el caos de esa conexión? Su única defensa era huir. Pero la huida no iba a durar mucho.
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