Katherine salió del taxi, arregló su vestido y se dirigió hacia la entrada de la galería. No había entrado desde que no logró asegurar al fotógrafo que deseaba. La seguridad en la puerta la detuvo exigiendo su invitación. Aparte del personal de DaLairs, nadie podía entrar sin una. Ninguna cantidad de resoplidos, quejas o amenazas los hizo ceder. Frustrada, finalmente metió la mano en su bolso y mostró la invitación. Su llegada fue una sorpresa. Augustus DaLair nunca la había invitado a ningún evento antes. Recibir una ahora le dio el primer destello de esperanza de que él podría estar empezando a aceptarla mientras el interés de Julius disminuía. Con la ayuda del patriarca DaLair, aún podía cambiar su situación. Una vez que se casara con Julius, nada se interpondría en su camino. La segu

