* HABLA, LUCERO*
Llego a la hacienda bien agitada, con mi vestido arruinado, Toya me ve y sale a mi encuentro, la veo preocupada, trato de no estar ansiosa.
—Muchacha, por fin regresas.
—Lo siento me perdí, lamento preocuparla.
—El patrón ¿Dónde está?
—No lo he visto, encontré el cordero, pero por la tormenta se me escapo. —Mentí, la vergüenza me inunda.
—El patrón te fue a buscar, lo necesitamos, acaba de llegar tu padre.
—Papá está aquí.
—Sí, está adentro comiendo. —Corro hacia dentro para ver a mi padre, él en cuanto me ve se alarma más al verme en las fachas que me presento.
—¿Qué pasa hija?
—Papá, llegaste. —Lloro en sus brazos, solo con verlo se me regresa el alma al cuerpo.
—¿Qué haces aquí? ¿Te paso algo malo?
—Come tranquilo, después te cuento. —En eso lo veo entrar a la casona, miro al piso, no tengo el valor de verlo a los ojos, ha de creer que soy una sinvergüenza.
—Por fin llegas, come primero y subes a mi despacho tenemos que hablar. —Mi corazón hizo bum cuando dijo eso.
Mi padre asienta con la cabeza y sigue comiendo, mi mirada es curiosa y lo mira rápidamente y él me está viendo de manera indescriptible, solo diré que me pone la carne de gallina, vuelvo a ver el suelo, no me dice nada, solo se retira, doy un suspiro de alivio, Toya me dice que suba al dormitorio a cambiarme porque me puedo enfermar, le obedezco sin decirle nada, mi padre solo me observa, sé que tiene muchas preguntas que hacerme.
Aprovecho bañarme decentemente porque no sé cuándo volveré a tener esta oportunidad de bañarme como Dios manda, me tomo mi tiempo, luego me pongo una falda campana a la rodilla y una blusa campesina de la ropa que la señora Toya me compro, y el otro par de zapatillas, porque las que andaba a saber dónde las perdí.
Cuando termino corro a la cocina ayudarle a la señora y ella me da una taza de café para que se la suba al patrón, trago grueso porque aquí voy de nuevo, haré como si nada paso, Dios no quiera él me descubra delante de mi padre, se me caería la cara, todo dos veces con miedo, escucho su voz varonil decirme que pase.
Me persignó antes de entrar, inmediatamente él pone la mirada en mí, sin cohibirse me mira desde los pies hasta la cabeza, yo trato de disimular que no me afecta, solo que no mencione nada de lo que hice, porque realmente no recuerdo nada, coloco la taza de café, mi padre me sonríe y me mira de pie a cabeza, nunca me había visto arreglada.
— Pero que bonita hija tengo, ¿De dónde sacaste esa ropa?
—Siéntate, jovencita. —Me dice él sin siquiera dar una sonrisa— Tu hija esta refugiada en mi rancho hace unos días, unos tipos la seguían.
—Ella otra vez. ¿No te hizo daño hija?
—El patrón me ayudo.
—Esta vez tuvo suerte. ¿Qué está pasando con tu familia?
Mi padre me mira y noto que no quiere hablar en mi presencia, así que comprendo su mirada, me pongo de pie y les digo que me retiraré, le dije a mi padre que lo esperaría en la sala, él asienta afirmativamente su cabeza, digo con permiso, miro de reojo al patrón quien me mira fijamente, así que apresuro mis pasos a salir de ahí.
* HABLA, ALEJANDRO*
Miro a la chica salir, no sé qué demonios le pasa, después que me dejo solo sin ni siquiera hablarme para despertarme, pensé que se disculparía, y actúa como si no me hubiera visto, pero ese no es el caso, al cerrar la puerta ella, tiró la pregunta del millón.
—¿Qué carajos le pasa a tu mujer? Mando dos matones detrás de tu hija, que supuestamente la vendió a un viejo asqueroso.
—Mi doña está loca.
—No me vengas con cuentos, dime la verdad.
—Ella no está bien de la cabeza, trato de mantenerla a la raya.
—No me jodas con eso, aquí hay algo más, esa mujer hizo trato con los que venden drogas en el pueblo, una loca no hace ese tipo de tratos.
—Patrón, le voy a contar, pero prométame que mi hija no se dará cuenta de esto.
—Por mi boca no, yo no respondo por la boca de los demás.
—Gracias, Lucero. Yo la amo mucho ella es mi vida. Ella no es nuestra hija biológica.
—¡Que carajos estás diciendo!
—Mi mujer estaba a punto de dar a luz, ese día no pude estar con ella porque me toco recoger un ganado en el puerto, ni ella ni yo nos imaginamos que él bebe se adelantaría, al llegar a casa mire la niña me enamore de ella desde que la vi, prometí cuidarla desde ese momento, a los meses note que la niña no se parecía ni a ella ni a mí, así que la hice que me dijera que estaba pasando, más al ver que ella repudiaba la niña.
—¡Carajos! —Alejandro no podía creer lo que sus oídos estaban escuchando, vale más que el malo es él.
—Me confeso que ella perdió a nuestro bebe antes de llegar al hospital, no quería volver sin un hijo a casa, para su suerte una ambulancia se estrelló con un árbol, por fallas mecánicas, en eso ella escuchó el llanto de un bebe y se apresuró a investigar si sus oídos no la traicionaban, en eso vio una mujer que acababa de dar a Luz en la ambulancia y era llevada algún hospital, miro la pequeña en una cesta, solo tomo la bebé y se la trajo a casa y la hizo pasar por mi hija. Yo ya estaba encariñada con ella además no sabía quiénes eran sus verdaderos padres así que decidí mejor criarla como si fuera mi verdadera hija.
—Te admiro. Muy valiente de tu parte.
—Solo que ahora mi mujer quiere cobrarle a ella todo lo que se ha gastado en su crianza y desde que ella se convirtió en una señorita ha tratado de venderla por dinero.
—¡Desgraciada!, ahora que piensas hacer con tu mujer.
—En cuanto llegue a casa la correré que se vaya con sus amantes, no permitiré que la siga lastimando.
—Es una perra completa, tu mujer.
—¡Juro que esto no vuelve a pasar, esto lo hubiera hecho desde mucho antes, pero creí que ella cambiaria y se daría cuenta de la linda hija que tenemos!
—Al parecer ella lo único que quiere es dinero.
—Si usted me lo permite en este mismo instante iré arregla este problema.
—Solo deja a alguien encargado del ganado y vete a tu casa con tu hija.
—Gracias, señor, por proteger a mi hija en mi ausencia.
—Sabes que valoro a los hombres que cuidan de mis bienes.
Después de que se fue me quede pensando en la trágica historia de esa joven, que fue separada de sus verdaderos padres, cuando la desgracia alcanza a alguien le jode la vida de una manera cruel. Me paro frente a la ventana, enciendo mi habano, y los miro partir, ella lo lleva abrazado se ve que lo aprecia mucho, en eso su mirada se dirige hasta mi ventana, sé que me ha visto, pero ella evade la vista, no sé a qué juega ella conmigo, después que le salve la maldita vida, se atreve a ignorarme.
—Señor, le traigo el desayuno.
—Toya, ¿Qué te la dijo la mocosa del capataz, cuando volvió en la mañana?
—Que había encontrado el cordero, pero que se le escapó por la tormenta y que lastimosamente no lo vio a usted.
—Jajajaja puedes retirarte. —Esa mocosa del demonio, es muy astuta— Con que no me viste, hasta dormimos juntos y desnudos, ya veo que quieres olvidar ese momento, mientras yo sufriendo un inmenso dolor en los huevos por tu cercanía, y no poder follarte. Tu solo quieres olvidar.
Me retiro a mi alcoba para bañarme porque aún tengo el aroma de ella en mi piel, realmente la joven está bien dotada, sus tetas están para comerse, y su culo no digamos, lástima que ella es prohibida, porque no creo que de su voluntad quiera que la folle, maldita jovencita, me hiciste pasar una noche de infierno.