~Pamela~

2583 Words
—No podemos llevarla a su casa, sus padres entrarían en un colapso al verla en estás condiciones—dijo Sasha mientras conducía. —No se, deberíamos más bien llevarla que un psiquiatra, la veo muy mal—Alexa me da una ojeada de preocupación. —Ella no está loca, solo necesita descansar. —No estoy diciendo que esta loca, pero es obvio que esta en un colapso. —Dije que no. La llevaremos a mi casa—dictaminó. Con precaución me bajaron del auto, acto seguido, me subieron a la habitación de Sasha mientras ambas me sujetaban como si fuera un saco de papas, por primera vez me sentí tan inútil. Asimismo, me acostaron en la cama. Alexa se quedó conmigo, en cambio Sasha se dirigió a la cocina para prepararme los té de hierba que solía hacer. —¡Todo estará bien!—me acarició el cabello la pelirroja —.Estamos para ayudarte. —Aquí esta el té—me lo dio de beber como si fuera una niña, y a los quince minutos, ya me había quedado dormida. Esta vez mi pesadilla no fue la habitual, al contrario, soñé un momento especial junto a mis padres cuando estaba pequeña. Reconocí el olor a lirios, y la lasaña que mi madre dejó de hacer cuando papá se enfermó. Era gratificante aquel momento que no regresaría, más se quedaría por siempre muy dentro de mi corazón. Hay sueños que vives al máximo, y ese lo disfrute. Lastimosamente, tuve que despertar de mi mundo perfecto. Ya no era una niña, si no una adulta, corrección, seguía siendo una niña con cuerpo y responsabilidades de un adulto. A un lado de la cama dormía Sasha con la boca abierta y en un colchón Alexa. Lloré en silencio, no lo podía evitar, las lágrimas bajaban sola por mi rostro. Tal vez el detective tenía razón, debería visitar un psiquiatra para mejorar mi salud mental. Resoplé, buscando la forma de calmar la presión que tenía en el pecho, sin embargo, no se fue, seguía allí, pullando, asfixiando, certificando mi estado tan deplorable. Lo peor de todo, era como mi propia mente me juzgaba, me señalaba con cizañas sobre cosas que eran recuerdos muy vagos. Acontinuacion, salí a respirar un poco, a cambiarme de ropa, parecía haber estado en una pelea callejera. Mi ropa se encontraba totalmente sucia y el pantalón n***o tenía pinceladas de tierra amarilla. Entonces, fui a mi casa. Abri la puerta, siempre escondiamos una llave en la mazeta por si algunos se nos quedaba dentro de la misma vivienda o se extravíaban. Cuando puse un pies en la cocina, me congelé al verlo allí, en mi propia casa. Jhonny Stank —¿Cariño, estas bien?—me saludó mi madre. La furia se notó en mis ojos. —¿Que haces aquí?—pregunté con aspereza. —Maya Santana, eso no son tus modales—regañó mi madre, sus palabras me valieron mierda en ese momento. Jhonny tomó un sorbo de café. —No has ido a la universidad, quería saber si estabas enferma—dice con mucha amabilidad—. Tu madre ha sido muy amable conmigo. —Estoy bien, puede marcharse profesor Stank —escupí furiosa. —¡Maya!—refunfuño mi madre. Jhonny abrió ligeramente la boca. —No quería que te molestaras, solo quería saber de ti. —No esta bien visto que un maestro venga a la casa de su alumna profesor Stank, son reglas básicas de la universidad. —No estoy en la universidad. Pensé que éramos amigos. —Somos alumna y profesor y quiero que eso le quede muy claro—bufé. Las mejillas me ardían, sentía que de mis ojos brotaban llamas de fuego. Apretaba los dientes con fuerza. Jhonny me miró decepcionado. Asintió, se levantó de la silla, y me dio una mirada final, luego, se fue. Cerré la puerta con tanta fuerza que el golpe retumbó por toda la casa. —Maya Elizabeth Santana. ¿Por qué te comportaste así con tu profesor?. Él solo se preocupa por ti—gruño mi madre detrás de mí. —Estoy cansada de que todos se preocupen por mi —grité buscando ropa para cambiarme. —¿Que diablos te sucede? no merecemos que nos trates de este modo. Cuando queremos ayudarte, apoyarte Maya. —No quiero que me ayudes, que me apoyes, solo quiero estar en paz. ¡Dejame en paz! —¡Tú no eres asi!—se le quebró la voz. La miré a los ojos. —Ustedes me convirtieron así cuando aceptaron ese maldito trato con los Salvatore para salvarse el culo—los gestos de mi madre fueron de horror, nunca le había hablado de esa manera —. ¡Felicidades, en esto me convirtieron! —¡No te reconozco Maya! —Ni yo misma me reconozco mamá. Ni yo misma sé quién soy—grité con dolor —. Solo quiero estar sola. —Deberíamos ir a un médico, o psiquiatra. Has estado bajo mucho estrés. La fulminé con la mirada. —Genial, tú también crees que soy una demente—salí de la habitación con la ropa en mano. Tomé las llaves del auto, me embuti en el, y me marché. Noté a mi mamá en la puerta, no me importó, solo me fui. 《No estoy loca》《No le hice nada a Dante, estoy segura》 《Sé lo que vi en casa de los Salvatore》me repetí mil veces como si fuera un disco rayado. Conduje hasta la casa de Mickey. Asimismo, me bajé del auto con toda la seguridad que nunca tuve en mi vida, y con pasos firmes, toqué la puerta una y otra vez desesperadamente. ¡TOC TOC! Insistí. Alguien abrió. —¿¡Mickey!? —No, soy Rubí, su madre. No sé si te acuerdas de mi, nos vimos en el súper... —Por supuesto señora... —Fisher... pero dime Rubí. Los amigos de mi hijo me llaman por mi nombre de pila. Jaja, él no tiene muchos amigos. —Claro señora Fisher—sacudo la cabeza—.Perdón, Rubí. Ella sonríe con amabilidad. Sus ojos son café con destellos de bondad en su mirada. Su pelo está suelto, corto con una línea recta justo en el medio. Algunas arrugas se dibujan alrededor de sus ojos que se hacen más evidente cuando se ríe. —¿Vienes a buscar a Mickey? —Si Rubí. ¿Se encuentra? es que... ejem... necesito hablar algo urgente con él. —No, dijo que vendría en 30 minutos, si quieres lo esperas—asiento, ella me invita a pasar. La casa es oscura, tenebrosa. En la sala hay muchas fotos. Observo humedad en las paredes, hace un frio increíble. —¿Quieres té? —Bueno...—Rubí se pierde por un pasillo corto. Examino la casa. Los muebles son antiguos; un piano está en medio de la amplia sala, el papel tapiz está desgastado. Empiezo a ver ahora las fotos. Veo a una chica pelirroja, el parecido que tiene conmigo es impresionante, solo que nuestro color de pelo no concuerda. Mickey sonríe abrazadola, está feliz, hay otros dos chicos junto a ella, no los reconozco. Miles de fotos hay de esa muchacha, de Rubí y Mickey, incluso, Dante aparece en algunas. Le observo con atención, y la sonrisa de mi marido es simpática. Logro conectar con el momento en la fuente, admito que Dante tiene un gracia especial, lastima que no lo aprecie cuando estaba bien y no postrado en una cama. Es terrible darte cuenta de lo hermosa que es una persona cuando ya no está para decírselo. —Ya viste a mi hija—regresa la mujer con el te en la mano. Me entrega el pocillo, lo tomo—. Es de manzanilla. —Gracias Rubí. Mi amiga Sasha también hace té deliciosos, siempre me da, me relaja muchísimo. —Así es, Mikey dejó el café por el té, ya sabes, no mezcla cafeína con sus medicamentos. —¿Mickey toma medicamentos?—pregunto confundida. —Si, ¿no te lo dijo? son antidepresivos, desde que los toma ha progresado mucho. Ha sido tan valiente mi muchacho. Bebo un sorbo. El té está súper caliente. —¿Y su hija? —inquirí Respira profundo, le echa un vistazo a las fotos, lo percibo, también me incorporo a esa vista. —Pamela. Mi hija, mi adorada. Murió. Apenas tenía 17. Abro los ojos como plato. —Los siento mucho, no debí preguntar. —Tranquila. Hemos dejado un poco atrás a Pamela. Su muerte provocó que Mickey cayera en depresión. Fue un momento oscuro en nuestras vidas. Un minuto de silencio. Ella bebió un largo sorbo del té caliente. ¿Como podía beberlo? —Perdone mi imprudencia. ¿Como murió su hija? —pregunto con vergüenza. Ella suspira con nostalgia. Sus ojos se aguaron, pensé que lloraria, por un instante, me arrepentí de mi imprudencia. —Fue asesinada. Me atraganto con el té. Me quema la garganta. No me esperaba eso. —La asesinó el hermanastro de Dante, Derex—Quedo boca abierta, no sabia que Dante tenía una hermano —. Gracias a Dios ese hijo de puta murió y ojalá se este quemando en el infierno por lo que le hizo a mi niña y a toda nuestra familia. —No sabia que Dante tenía una hermanastro. —Si, hijo de la usurpadora y lagarta vieja que vive con su padre. Estaba loco, y se merecía morir. Me alegro de su muerte, porque se quemó vivo, a eso le llamo justicia divina. Me aterré por su manera de expresarse. Había mucho odio en su interior, y rabia. Aún había dolor en su corazón. —Perdoname que hable así, es que... no es fácil ver para una madre a su hija muerta. Y su otro hijo al borde del s******o —¿Mickey trató de suicidarse? Rubí bajo la mirada, una lágrima se le escapó. —Fue horrible, verlo con sus manos cortadas, con mucha sangre, inconsciente—se le quebró la voz—. Gracias a Dios pude intervenir de inmediato, si no, también lo hubiese perdido. —Lo siento —Volví a decir. —Sufrió mucho cuando Dante se fue a Suiza. Luego, sucedió todo este desastre. —Gracias a Dios pudieron atrapar al asesino de su hija, pero...¿ por qué el hermanastro de Dante la mató?—me arriesgue a preguntar, quería saber más sobre el hijo de Sandy. —Se obsesionó con ella. Tan enfermizo era su amor que la terminó matando en presencia de Mickey. Se lamenta no haber poder evitado que su hermana muriera. —¡No es su culpa! —Para él si, se siente culpable. Arremetimos como metralleta en contra de los Salvatore, pero Sandy logró que su hijo fuera declarado como un loco profundamente obsesivo. Por lo tanto, fue internado en una institución mental en Mila. Allí murió en un incendio. Me alegró ver sufrir a esa mujerzuela. La madre de Mickey a simple vista odia a Sandy. No era para menos, su hijo atacó a su hija y la mató. Es algo que no se puede sanar, ni perdonar con facilidad. —Bueno, basta de mí. Que difícil lo que le sucedió a Dante. Me entristece porque es buena persona. Un buen muchacho que también ha sufrido. Lo que le pasó fue una desgracia. —Sin duda, es horrible que ocurra algo así en un matrimonio. —Si, ¿saben quién intentó atacarlo? Niego con la cabeza. —¿Sospechas de alguien? Arrugó las cejas. Rubí parecía tener sus sospechas —. No, no se. Se cruza de brazos. Mickey estuvo muy mal ese día. Tuvo que hacer declaraciones y hasta le acusaron de haberle disparado. —¡¿Que?!—me sorprendo. —Si, pero le dejé muy en claro a ese policía que mi hijo porque estuvo en un psiquiátrico no significaba que sea un asesino. Le amenace y le dije que le cortaría las pelotas si volvía a meterse con mi nene sin pruebas contundentes. Sonreí. —¡Debe ser así!—miré la hora en un reloj de pared—. Ya es tarde. —UF, se nos pasó el tiempo. —Si. —Mickey finalmente no vino, tal vez no le dio tiempo y se fue al trabajo. —¿Donde trabaja?—me levanto, ya debía irme. —En el club nocturno "Swinger" Ya debe estar por abrir . —Bueno, iré a verlo. Muchísimas gracias por recibirme Rubi. El té estuvo delicioso. —Ven cuando pueda. Mickey no tiene muchos amigos. Asiento. Me acompaña hasta la puerta. Hasta que me voy. Pienso en todo lo que me acabo de enterar. No tenía idea de que el hijo de Sandy fuera un asesino y que además estuviera muerto. ¡Que horror! ¿con qué clase de familia nos parientamos? Me estacioné fuera del club Swinger. Necesitaba hablar con Mickey, así fuera por unos segundos. Entro, está full, la musica excesivamente alta, y las luces de colores en la pista de baile. Busco en la barra, hay un chico sirviendo tragos. —Se encuentra Mickey —grito. —¿Que? —¿Esta Mickey? —Si, ya vuelve—me dice. Asiento. Espero mirando a las mujeres besarse en la oscuridad y como el tipo le tocaba el culo. —¡Maya!—me volteó al escuchar mi nombre, pienso que es Mickey. Pues no lo es. —¡Jhonny! —¿Que haces aquí?—pregunta él primero. —Estoy buscando a un amigo. Él asiente. Un minuto de silencio, quise que tragara la tierra. —Lamento lo que sucedió en tu casa, tienes razón, ahora tenemos una relación de profesor y alumna, solo que... pensé que éramos amigos —dice con sinceridad. Me siento mal por lo que le hice en casa. —No tienes porque disculparte. Tu te preocupas por mi, y yo fui un ogro con usted. Lo lamento yo. —Me recibes un trago para hacer las pases, ya sabes, "limar perezas"—sonrío. —No bebo nada de alcohol. —Oh vamos, solo por hoy. Y te prometo no volver a molestarte. Suspiro, termino asintiendo. Nos preparan un Whisky. —¡Salud! —¡Salud!—digo. Bebo de un solo golpe, me quema la garganta. Hijo e puta me dio carraspera. —Muchas gracias profesor Stank. —Pensé que te gustaba—soltó de repente. —¿¡Perdón!? —Coquetebas conmigo y ahora te haces la desinteresada. —Nunca coqueteé con usted. ¡Estoy casada! —¿Y? Muchas mujeres les son infiel a sus esposos —pelo los ojos—. Yo sé que te gusto. Te he pillado mirándome, deseando estar conmigo de la misma manera que quiero estar contigo. —¡Esta loco!—comienzo a caminar. Tengo mucho calor. Se me nubla la vista, todo se pone borroso. —Si no te gustaba, ¿por qué aceptabas mis invitaciones? —Por cortesia. —Segura Maya. No creo que sea por cortesía mi amor. Me falta el aire. Quiero salir de ese lugar, no puedo, estoy mareada. La voz de Jhonny es distante. Camino con dificultad, estoy completamente sofocada. —¡Esta ebria!—escucho a Jhonny decirle a alguien. Hasta que... todo fue oscuridad. ♡♡♡♡♡♡ Pequeña nota: Dejen sus comentarios. Los leeré con ansias. Un beso tóxico a todos los que leen esta novela.
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