Samanta Fernández
Sevillae España.
02 de noviembre de 2009, 7:25am.
Acostumbrarse a tomarse la vida con calma me ha ayudado a no estresarme tanto, por el simple hecho de que tengo una enfermedad llamada “Síndrome de Takotsubo”, se trata de una patología micro – cardiólogo que vuelve el musculo cardíaco muy sensible conduciendo a que se rompa con facilidad, que irónico, puedo llegar a morir de corazón roto. La enfermedad produce una disfunción ventricular central superior, normalmente ocurre en el lado izquierdo, pero puede ser reversible por medio de una cirugía cardiovascular. Por eso, trato de no estresarme mucho, podría pasar un mal rato como hace un año, al haberme estresado mucho con mis estudios y la vida rutinaria que toda persona común y corriente podría pasar.
Camino hacia la universidad para dar mis clases de literatura en la Facultad de Periodismo en Sevilla, donde pertenezco verdaderamente, no en el extranjero como creían los demás al venir de Suiza, después de haber obtenido mi título universitario de Licenciada en Literatura y Lengua en la ciudad de Berna, pude trabajar en diferentes grupos de redacción en las editoriales más distinguidas en Suiza. Pero decidí regresar a España, me gusto haberlo hecho, me recuerda muchas cosas… Como a mi viejo amigo Ignacio, que llevo dieciséis años sin verlo.
Hasta había redactado artículos en una editorial de Ginebra, sobre de sus grandes labores sociales que hizo Ignacio en Afganistán, Israel y ciertos países que se encontraban en guerra. Durante ese tiempo, escribí mi primer libro “Corazones Entrelazadas” tuve la esperanza de que fuese publicado aunque sea en una de las editoriales que he trabajado, pero lo consideraron “no interesante” para los lectores. Me decepcioné al ver que ha sido rechazado en varias editoriales del país, esa fue también una las razones por las cuales regresé a España, quizás alguna editorial considere mi historia “interesante” para ser publicada.
Mientras, que he decidido dar clases de Literatura, apenas llevo cuatro meses en el país, pero pude conseguir trabajo en un grupo de redacción de la revista de moda que representa la ciudad de Sevilla, donde me estoy ubicando. Me he dirigido a ciertas editoriales que aún estoy esperando a que me acepte una entrevista, quizás en tenga que irme a otra ciudad, pero que todavía no consideró que sea el momento adecuado para hacerlo. Todavía no me quiero rendirme en Sevilla.
Ahora sigo estando caminado hacia la facultad, me falta poco, es bueno para mi corazón. Hasta que me sorprendí al ver un motorizado acercarse a mí, mientras que cruzaba la calle, él me arrebató mi bolso y el maletín mientras que me amenazo con un arma de fuego.
-¡Idiota! – grité.
Generé tanta ira en mi ser, que terminé devolviéndome a mi departamento.
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Generé tanto estrés, que ni yo misma lo soportaba. Entonces, me olvide en relajarme, pero se me complicaba, cualquier persona lo haría ¡Me acaban de atracar! No puedo con el disgusto que siento. Además, de la impotencia que todavía llevo. Hasta que al dar unos cuantos pasos más, me detuve cuando mi corazón me hizo doler el pecho, coloque una mano sobre él.
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Abrí la boca y me arrodille en el suelo, al perder la fuerza y la disponibilidad de estar de pie. Pero tampoco tenía voz para pedir ayuda. Sin embargo, llame la atención de los demás que cruzaban plácidamente en la calle, hasta que se acercó una anciana amable y me auxilio al verme agonizando de dolor.
-¿Qué tiene? ¿Dolor de corazón?
No respondí, no tuve voluntad de hacerlo.
-Llamaré a una ambulancia – me responde.
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Sufrí con este dolor en el pecho que hasta llegué llorar por lo insoportable que era. Hasta pensé que iba a morir ese día, si fuese así, creo que no hubiese salido hoy de mí departamento, terminaría de leer mi novela contemporánea, pero ahora estoy agonizando de dolor en el pavimento. Hasta que me acosté, al sentir el oxígeno muy nulo, como si todo se viniera sobre mí. Creo que preferí morirme, para no seguir sufriendo otra vez de mi corazón roto.
Pero podía escuchar la ambulancia que se acercaba en el sitio, me auxiliaron los para médicos y me aplicaron los primeros auxilios, que por lo menos, sobreviviese en el camino hacia al hospital. Pero en mi mente, recordé muchos sucesos, quizás le pase a la mayoría que piensa que se está muriendo, como una hilera de sucesos, que iba y venía a la vez. Hasta que observé la imagen de mi viejo amigo Ignacio en mi mente… Creo que al último momento me dio cuenta de que me gusta, ¿Por qué no había salido con él antes? Creo que había perdido tiempo en haberlo hecho con el chico más popular de la preparatoria, que jugaba futbol y representaba la institución.
Pero ahora si tuviese la oportunidad de sobrevivir de este derrame que sufrió mi corazón, trataría aunque sea, de ir tras de él y le diría lo especial que me parece y que daría cualquier cosa para que por lo menos, fuésemos amigos otra vez.
Pero ahora sólo falta llegar a esperar que sucederá conmigo…