NARRA VALENTINA. Estacioné mi auto justo frente a la casa del oficial Simón Fernández, intenté mirar hacia el interior pero me fue imposible ya que todas las ventanas estaban cerradas y las luces de la casa apagadas. No parecía haber nadie, volví a llamar a Eva y continuó sin atenderme. Todo aquello comenzaba a preocuparme más de lo que ya estaba. Tome mi arma, la puse en mi cintura y baje del auto mirando hacia todas partes, alerta. Caminé hacia la parte trasera de la casa, la puerta estaba levemente abierta como si me esperaran, saqué el arma de mi cintura, quité el seguro y abrí aún más la puerta de madera blanca. Todo estaba tan oscuro que me fue imposible mirar hacia adentro, apenas mis pies cruzaron el umbral de la puerta una voz me detuvo. -Bajé el arma Urquiza.- dijo un hombre

