La gran noche

2628 Words
Llegó el día, es la hora. La pista desde el piso de arriba donde se encuentran los camerinos se ve hermosa, ambientada con un armado de escena inspirado en el otoño triste en Central Park, colores cálidos y luces frías. —¿Están listas? —Joelin nos llama la atención. Todas asentimos en silencio, la realidad es que los nervios nos consumen en este momento. Desde el gran ventanal vemos como los asientos se van llenando, a lo lejos logro visualizar a mi padre sentado en primera fila, sólo. —¿Te encuentras bien, Hailey? Rachel, una de mis compañeras de pista posa su mano en mi hombro con cuidado. —Si, sólo estaba viendo a mi padre —lo señalo tras el cristal. —¿Vino con tu madre? De seguro quedarán asombrados por tu demostración de hoy —me sonríe amablemente dándome ánimos. La verdad es que no, mi madre ni estará hoy aquí. El primer motivo es nuestra discusión de ayer, luego de mi ataque de pánico y haber alarmado a mi padre todo empeoró. —¿De qué hablaba Hailey cuando me pidió que no te dejara salirte con la tuya? —cuestiona Daniel gritándole a su esposa en la habitación de al lado. —¡No lo sé! Tu hija estaba delirando, ya sabes lo dramáticas que son las adolescentes. —También se que tan cruel puedes llegar a ser tú con tal de seguir manteniendo esa estúpida idea de hacer dinero a cualquier costo. Por otra parte Hailey se encuentra llorando en su habitación, desde allí puede sentir como su familia empieza a romperse una vez más. —¡Oh, Daniel por favor! Disculpa por querer estar bien económicamente y buscar las mejores opciones para mi familia —responde a modo de gritos su madre. —¡Todo es esta vida tiene un límite, entiendelo! Ya hemos pasado por esto, Sandie. Pasaste la raya cuando nuestra hija empezaba a patinar, le exigiste tanto, la corrompiste tanto que casi la perdemos en aquel accidente. —¿Y es mi culpa que haya fracasado? —¡Hailey! Vuelve a tierra, por favor —Joelin chasquea sus dedos frente a mi. —No sé que tan seguro sea para nosotras patinar con Hailey esta noche —Caroline se acerca a su madre de brazos cruzados—, no está concentrada y podría lastimar a alguna de nosotras. Joelin la ignora y posa sus manos sobre mi hombro, sostiene una mirada tranquilizadora, serena que trata de transmitirme confianza, templanza. —¿Puedes hacerlo? Recuerda que hoy debes demostrar que estás apta para las regionales e internacionales —me recuerda. —Si Joe, estoy lista, de veras. Suspiro iniciando con la respiración profunda para calmar mi ansia, necesito relajarme o fallaré. Quiero esto más que nada en la vida, siento la presión de saber que si la cago estoy afuera del juego y en parte eso significa facilitarle el camino a mi madre para que pueda hacer conmigo lo que quiera. Fallar hoy significa perder mi oportunidad, mi estabilidad emocional y quebrarme en mil pedazos que no estoy segura de poder armar una vez más. —¡Chica de los patines! —la voz de Tom capta mi atención desde el otro lado de la habitación. —Tom, sabes que no puedes estar aquí —lo regaña Joelin. —Sólo cinco minutos, vengo a desearle suerte a tu nueva patinadora estrella —me guiña. A regañadientes Joe acepta y le permite entrar unos segundos para saludarme, Tom se aproxima a mi con una pequeña caja aterciopelada de color rosa pastel en sus manos. Me mira ansioso, al llegar hasta mi no duda en envolverme con sus brazos y levantarme unos pocos centímetros del suelo. Puedo ver desde su hombro como Caroline nos mira con un odio profundo. —No te deseo suerte porque eso es para mediocres —se separa un poco de mi—, así que sólo te diré que demuestres lo increíble que eres. El público te amara, Miller. —Gracias Kaulitz, necesitaba oír algunas palabras de aliento —le agradezco. —¿Más que las de anoche? La discusión entre sus padres sigue sin intención de parar, Hailey se siente acorralada con el corazón partido a la mitad. Tratando de controlar las inmensas ganas de escapar por la ventana y salir corriendo se esconde bajo sus mantas haciendo ejercicios de respiración para poder tranquilizarse. Cuando lo está logrando su teléfono suena, es una llamada de Tom, ella sonríe aliviada. —Bonita ¿Cómo estás? No podía dormir pensando en lo de esta tarde detrás de las gradas. —¿Aún piensas en eso? —se sonroja al recordar la repentina cercanía de sus cuerpos. —Si, siento haberte dicho eso de tu novio. A veces sólo me voy de boca, no quise incomodarte —se disculpa el chico de rastas apenado. —Ah...te refieres a eso, no te preocupes, de todas formas tienes razón. —No sé si la tengo, sólo odio verte mal. Apropósito ¿Cómo te sientes? Hailey vuelve a sentir aquel nudo en su garganta, quiere pedirle a Tom que por favor se suba a su auto, conduzca hasta su casa, entre por la ventana y la saque de su habitación donde hace horas sólo puede llorar, quiere pedirle que cumpla su promesa de irse juntos a un lugar que nadie más conozca ni pueda lastimarla. Pero por otra parte no siente que sea necesario preocupar a su amigo con problemas personales, con el llanto aflorando intenta mentir sobre como se encuentra pero Tom se da cuenta al instante de que Hailey está mintiendo. —Se acaba de quebrar tu voz, huele a que no estás para nada bien e intentas mentirme otra vez —él está regañandola pero de todas formas su voz suena dulce, delicada. —Sólo es más de lo mismo, mis padres discuten en la habitación de al lado —sorbe su nariz. —¿Haz discutido con alguno de ellos? —pregunta él ahora también preocupado. Hailey decide contarle todo lo que sucedió, desde que lo defendió de su madre hasta el ataque de pánico que le hizo perder la consciencia. Del otro lado de la línea Tom aprieta sus dientes tensando la mandíbula, su espíritu animal comienza a florecer de la rabia que le provoca lo que Hailey le cuenta. Desesperado se levanta de la cama rebuscando por todas partes las llaves de su auto. —Deja la ventana abierta, voy a buscarte y te sacaré de allí. —¡Estás loco! Mis padres van a matarte, seria echarle más leña al fuego —se sobresalta Hailey al oír las intenciones de él. —Me importa un carajo, iré a por ti. No quiero que esa mujer siga lastimandote libremente como le plazca —Tom gruñe revolviendo entre sus cosas, no logra encontrar la llave de su auto. —Es mi madre, Tom. —¿Y? Eso no le da derecho a tratarte como basura, tú no eres un fracaso. Bonita, no miento cuando digo que eres especial, eres increíble, hay algo dentro de ti que te hace maravillosa y no puedo seguir permitiendo que una bruja siga intentando apagarte. Tom al fin encuentra las llaves, se pone un abrigo y dispuesto a salir corriendo por su chica de los patines baja las escaleras a los saltos. Hailey por otra parte no logra aguantar más el llanto y se quiebra ante las palabras tan lindas que acaba de decirle Tom. —Enserio, me haces sentir mejor —sonríe un poco—, pero no vengas. Aún no es momento de escaparnos, quiero darle la oportunidad a mi madre de conocerte, de saber que eres un buen chico. —¿Y si eso no resulta? —él cierra la puerta de su casa encaminandose al Cadillac n***o estacionado en el garaje. —Entonces si, podrás venir a buscarme y nos iremos lejos, los dos. Tom frena su andar en cuanto oye las palabras de Hailey, esa noche entre los dos nació un pacto que no se podrá quebrantar con nada, jamás. Ella le estaba abriendo las puertas a su vida, a su corazón, por primera vez Hailey estaba aceptando su ayuda con la promesa de que se dejara rescatar cuando realmente sea necesario, sin importar nada ni nadie. —¿Lo prometes? —Lo prometo. Tom mueve su piercing de un lado a otro mientras duda si darme el contenido de aquella pequeña caja o no, lo noto ansioso así que solo río y señalo sus manos. —¿Qué es eso? —Uhm, es para ti. Lo compré de camino a la pista, es como un especie de amuleto de la suerte —se sonroja abriendo la caja. Un hermoso colgante dorado en forma de patín de hielo reluce ante mis ojos, Tom lo saca de su empaque y con mucho cuidado lo deposita sobre la palma de mi mano. —Espero te guste, Georg y Gustav también me ayudaron a elegirlo. —Es precioso —le sonrió—, gracias Kaulitz. Él me toma por los hombros dándome una pequeña vuelta para darle la espalda, me pide el colgante y como el cliché de las películas románticas, con mucha delicadeza lo coloca en mi cuello. —Ve y enamora a todos, estaremos alentando. Me regala un delicado beso en mi frente y se marcha bajo la mirada de rabia de Caroline, que al instante me acecha negando muy molesta. Joelin nos informa que llegó la hora de calentar en la pista, bajamos hasta la pista dónde el presentador ya comenzó el show y a medida que nos va nombrando comenzamos a deslizarnos por cada centímetro del hielo. Puedo ver a muchas personas con carteles que rezan el nombre de mis compañeras, familiares y seguidores que han venido a alentarlas. Me sentía un poco angustiada al suponer que eso no me sucedería hoy aquí, pues nadie me conoce, pero en cuanto paso por enfrente de los chicos cada uno había escrito un cartel con mi nombre y frases de aliento. —¡Esa es nuestra patinadora! —grita Georg. —¡Tú puedes preciosa, lo harás muy bien! —intenta gritar Gustav que al forzar su voz comienza a toser. Definitivamente lo envolvieron en una manta y le trajeron chocolate caliente. —¡Conquista a todos, bonita! —alienta Tom. Saludo con mi mano a los tres y a mi padre que me lanza un beso desde su asiento. Pasado el pre-calentamiento las luces se apagan dando inicio a nuestra coreografía para el show. Nothing Else Maters comienza a sonar, Caroline deslumbra al público con sus giros y desplazamientos, Rachel los asombra con su pasión, Nicole se lleva una ovación al igual de Jessie cuando comienza a dar saltos extravagantes. Es mi momento de aparecer en escena, me deslizo con delicadeza, paseando por la escena montada al compás de la canción, la multitud aplaude y es entonces que empieza la magia. Tomo impulso subiendo mi velocidad y deleito con un axel aterrizando perfectamente sobre mis pies, seguido a eso avanzo un poco más haciendo algunos giros y continuó con una pirueta cruzada sobre un pie, inicio con los brazos y pierna libre extendidos, para acercarlos gradualmente hacia mi cuerpo hasta acabar con los brazos apretados contra el torso y los pies cruzados a la altura de los tobillos. Esto causa una aceleración considerable de los giros que finalizando avanzo velozmente en reversa. La multitud aplaude energeticamente lo que me produce la adrenalina necesaria pata hacer mi último movimiento, a una velocidad máxima impulso mi cuerpo al aire saltando con la punta de mis patines y abro mis piernas en V al aire. —¡Increíble salto de Hailey Miller! —relata emocionado el presentador del show. La coreografía sigue entrelazando a mis compañeras junto conmigo y al cabo de unos minutos damos por finalizado nuestro trabajo manteniendo una postura firme con nuestras manos en alto. El público se pone de pie para aplaudirnos, los chicos se levantaron de su asiento y nos arrojaron algunas rosas, mi padre seca sus lágrimas de emoción aplaudiendo gritando lo mucho que ama. La adrenalina recorre mi cuerpo dándome fuertes descargas de emoción que provocan las primeras lágrimas de felicidad en mucho tiempo. De a poco vamos abandonando la pista dándole lugar al resto de muestras que siguen para finalizar con el festival. ╚══ஓ๑♡๑ஓ══╝ —¡Estuviste fantástica! —Georg corre en dirección a mi cuando salgo de los camerinos. —¡Devuélveme el corazón, ladrona! —Gust me abraza fuerte besando mi mejilla. —Gracias chicos, no hubiera sido igual de mágico sin ustedes. La emoción me corrompe una vez más llenando mis ojos de lagrimas, ambos chicos me sonríen y nos abrazamos los tres juntos. Tom carraspea a un costado y como si fuera un especie de código de comunicación silencioso entre ellos nos dejan a solas. —Felicidades chica de los patines, te dije que enamorarías a todos —pellizca mi nariz. —Gracias —le devuelvo el gesto—, por todo lo que hiciste por mi. —No hice nada, sólo creo que eres fantástica y te lo demuestro —sonríe. —Nunca dejes de hacerlo, siento que cada día me salvas un poco más el alma. —Te quiero, Miller. Él se acerca a mí y nos unimos en un fuerte abrazo que me reconforta al punto de hacerme olvidar todas mis penas. Aquí me siento segura, cuidada y apreciada. Tom con cada una de sus acciones me demuestra cuánto le importo, es algo que hace demasiado tiempo no me sucede. —También te quiero, Kaulitz. Nos separamos sólo unos centímetros, él acaricia mi mejilla y sin detenerse se acerca a mi con todas las intenciones de besarme. En estos momentos no puedo pensar en nadie que no sea él y las ganas que tengo de corresponderle el beso, no pienso en mi madre, ni en el idiota de Austin. Solo en el chico de rastas que en unos meses no hace otra cosa que hacerme sentir especial. —Princesa...—nos interrumpe mi padre. No puede ser. Tom se aleja de inmediato en cuanto oye la voz de mi progenitor, alarmado eleva sus manos en señal de que aquí no ha sucedido nada. Miro molesta a mi padre que entiende cuanto me molestó su interrupción así que decide no actuar como un padre sobreprotector, al menos por ahora. Camino hasta él que me espera de brazos abiertos y lo aprieto fuerte contra mí en cuanto me envuelve. —Hsz hecho un gran trabajo, pequeña monstruo. Estoy orgulloso de ti. Le sonrío en agradecimiento, él besa mi frente y luego dirige su mirada hasta Tom. —El show termina en veinte minutos pero creo que tenemos una cena pendiente —le dice al chico que nos mira un poco intimidado. —¿Crees que sea buena idea? —pregunto. —Lo es, creo que he notado al buen chico que tienes como amigo. Eso es suficiente para darle un lugar en nuestra mesa. Los tres acordamos que esperaremos a Kaulitz en casa ya que tiene que dejar a sus amigos en sus respectivos hogares. Salimos de la pista, nos despedimos brevemente y subo al auto con mi padre que presiona mi mano en señal de apoyo. Hailey se dirige a su casa para preparar la cena junto a su padre, espera realmente que esta vez Sandie se comporte y no le falte el respeto a Tom, no quiere tener que pelear con ella un vez más. Lo que Hailey no sabe es que al llegar a su casa una sorpresa la tomara desprevenida haciendo que la noche tome un giro inesperado y dramático.

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