Días después: —¡Tierra a Sofia! —la voz de Carla llegó a mis oídos, devolviéndome al presente. —Um... Lo siento. ¿Dónde estábamos? —pregunté, mirando los documentos sobre la mesa. Carla arqueó una ceja. —No puedo creer que haya pasado treinta minutos hablando sola —se quejó—. Has estado distraída desde que empezamos. En un dicho. —Es verdad... Lo siento, Carla. Te llamé hasta aquí y ni siquiera te estoy prestando atención. Mi mente se dirigió a Lucas y a lo que había dicho cuando salimos del restaurante el otro día. Soy todo tuyo, Soph. ¿Qué quería decir? Esas palabras me habían dado noches de insomnio mientras intentaba descifrar su significado. Pasaron algunos días desde esa noche. Lucas y yo seguimos viviendo bajo el mismo techo y pronto me adapté a mi nueva vida. A pesar de

