Un suave jadeo escapó de mis labios cuando entramos en el jardín del hotel. La "fiesta posterior" parecía más bien un banquete o una fiesta de cumpleaños para alguna figura prominente.
El jardín estaba decorado con luces de hadas centelleantes que colgaban en elegantes arcos, proyectando un suave resplandor dorado sobre toda la zona.
Unas cuantas mesas estaban separadas por un camino flanqueado por altos jarrones llenos de rosas blancas, que conducían a un dosel que se encontraba cerca del final del jardín. Estaba cubierto con una tela blanca transparente, que ondeaba suavemente con la suave brisa. Había faroles colgados estratégicamente en cada poste, y el tenue resplandor iluminaba el área debajo del dosel.
Fruncí el ceño confundida, mirando a mi alrededor mientras los camareros se mo
