Eres mi solución y mi perdición, mi amo. Me someto ante ti sin reservas, estoy dispuesta a complacerte en todo, solo llévame al límite de lo inimaginable. Richard Su respiración es pasada, traga saliva y se humedece los labios. Entramos al despacho y la invito a sentar pese a las ganas de tumbarla sobre el escritorio. Tomo mi lugar del otro lado y me recargo en el asiento, su piel brilla al igual que sus ojos, el sexo le hizo bien luce mucho más apetitosa que antes. —Estoy esperando a que me diga que es todo lo que implica lo que usted quiere de mí, señor Sullivan —musita. —Ya sabes que quiero tu cuerpo, pero también quiero que me dejes hacer lo que yo quiera con él. —Enarca una ceja—. No es lo que imaginas… me gustan ciertas prácticas sexuales y quiero experimentarlas contigo, para e

