La hora del almuerzo por fin llega, tomo mis cosas y corro a buscar a mi prima. Siempre hacemos lo mismo ¡Odiamos con creces la comida de la cafetería! Así que nuestras madres nos preparan el almuerzo en nuestras lindas loncheras ¿Suena raro? Quizá, pero prefiero eso a las masas de colores que sirven, quizá tío Jordan deba de donar un poco más de dinero. Mi mamá siempre me empaca una caja surtida de productos de su pastelería, un sándwich, yogurt y ensalada. Amo los almuerzos de mamá y sus sándwiches son deliciosos ¡Todo lo que cocina esa mujer es delicioso! Mi mamá nació para cocinar y hacer feliz a las personas con su cocina. Ojalá yo tuviera tantas habilidades culinarias como ella, luego recuerdo el desastre de Atlantic City y los deseos de tocar una sartén, si quiera, se me van ¡Jamás aprenderé a cocinas y he dicho! ¡Caso cerrado! Jamás cocinaré en mi vida, no nací para hacer feliz a las personas con mi comida.
- ¡Mermelada!
Veo a mi prima a lo lejos, corro hacia ella.
- Hola
Sonrío, por fin me siento bien y entusiasmada.
- Vamos, muero de hambre
Alza su lonchera morada, nosotras siempre comemos en los jardines, sentadas en las gradas del estadio de futbol.
- ¿Qué tienes esta vez?
Pregunta, abriendo su lonchera.
- Caja de “Dulces y Caramelos” con lo que creo son cupcakes de pizza – frunzo el entrecejo – Creí que me había empacado cupcakes de desayuno – me encojo de hombro – Igual, estos son más ricos – sonrío – Dos sándwiches de jamón, yogurt natural, un quiche de acelgas… y creo que esto es flan de coco…
- Yo tengo bollos, cortesía de mi mamá – saca la caja de bollos – Sobras de la cena de pavo de ayer – saca un enorme recipiente de comida – Dos botellas de agua – me entrega una – Y gelatina de fresa
- Te cambio el flan por la gelatina
- Hecho
Intercambiamos postres.
- Provecho
Sonrío, dándole una mordida a mi sándwich.
- ¿Alguna novedad en tu primer día de clases?
- Ninguno la verdad – contesto – Solo matemáticas, historia… un chico casi se orina en plena clase porque la profesora se negó a dejar salir a alguien hasta que termináramos de ver el video sobre la Guerra del Peloponeso… - me río – Lo hubieras visto, estaba saltando, enrollando las piernas y con el rostro pálido… dicen que no llegó al baño y que tuvo que orinar en una maceta
- Que asco…
- Sí… - otra mordida - ¡Oh! – recuerdo – Y encontré esto…
- ¿Qué es esto?
Jade toma el sobre blanco con un “Uno” dibujado en él.
- Ni idea, alguien lo puso en mi casillero
- ¿Ya lo abriste? – niego con la cabeza - ¿Por qué?
- No sé… ¿Me dio miedo?
- ¿Miedo?
- Podría ser algo malo
- O algo bueno
Jade comienza a abrirlo.
- ¡Espera!
La detengo.
- ¿Qué…?
- ¿Y si mejor lo abrimos en mi casa?
- ¿Por qué?
- Porque si es algo humillante preferiría que fuésemos las únicas testigos de que alguna vez existió este sobre
- Ok… creo que eres dramática
- Soy escritora de dramas, obvio que soy dramática
- Buen punto…
La hora del almuerzo termina, regreso a mi aula, chocándome en el camino con la chica pelirroja y su amigo encapuchado… no me gusta encontrármelos en los pasillos, prefiero verlos de lejos, porque cuando estamos cerca ellos dos no pueden evitar mirarme con malos ojos… odio que me miren así, aunque supongo que es inevitable, algunas cosas no se superan y aunque haya pasado años desde que dejamos de ser amigos, Holly y Jasper siempre me mirarán con malos ojos.
¡En fin! Realmente no me importa si ellos dos no quieren volver a hablarme, aunque lo que hice no fue tan grave, pero ambos son bien inmaduros, así que todavía siguen con rencores de niños de seis años. Además, tengo a Jade para hacerme compañía, y ella tampoco es del agrado de Holly y Jasper, cualquiera que no me hable por razones tontas no es del agrado de ninguna de las dos ¡Y estoy bien con eso! No los necesito en mi vida, así como ellos no me necesitan a mí ¡Y todo está bien! No los extraño para nada, no me importa si sus padres son los mejores amigos de los míos, no los quiero ver nunca más.
Las clases por fin terminan ¡Adiós primer día de clases! ¡Fuiste tan aburrido como de costumbre! Pero, mirándolo por el lado amable, pude terminar un capítulo de mi novela mientras la profesora de matemáticas hablaba ¡Odio las matemáticas! Lo cual es chistoso teniendo en cuenta que mi papá, su padre, mi madre y su padre, son muy hábiles con los números. Papá tiene su firma de contadores junto con el abuelo Kennedy, mi abuelo Benjamin tiene una empresa que ahora está siendo dirigida por tía Mindy y tía Ángela, las matemáticas corren por mis venas, pero no me gustan. Jaden, mi hermano mayor, por el contrario, es muy bueno con los números y los negocios, no por nada dirige la pastelería en Londres. Sin embargo, yo tengo una habilidad que ninguno de ellos tiene y estoy feliz con él. Escribir es mi pasión, como los pasteles es la de tío Charles, amo escribir tanto como amo respirar. Algún día escribiré una gran historia y mi nombre estará en todas partes.
- Mermelada con Galleta Kennedy, reacciona
Jade agita su mano delante de mi rostro.
- ¿Qué paso…?
La miro sorprendida, estamos en la entrada de mi casa.
- Te volviste a perder en tus pensamientos – contesta - ¿Estás bien?
- Sí… - salimos de su auto y entramos en mi casa – Estaba pensando en Holly y Jasper
- ¿Holly y Jasper? – Jade me mira con una ceja alzada, subimos por las escaleras hacia mi habitación - ¿Por qué pensabas en ellos?
- Porque tuve la mala suerte de chocarme con ella cuando iba a una de mis clases
- Que horror
- Lo fue – ruedo los ojos – Esa rara debería de superarme – me siento en mi casa y abrazo mi mochila – Ya pasaron años y ellos siguen llorando sobre la leche derramada
- Son unos tontos, jamás lo superarán – ambas reímos – Tal vez deberían de sacar las narices de esos comics y vivir un poco
- Y crecer
- De hecho
Volvemos a reír.
- Sí… - abro mi mochila - ¿Lo abrimos?
- ¿El sobre?
Miramos el pequeño sobre con un número “Uno” pintado en él.
- ¿Qué crees que sea?
La miro, esperando que tenga las respuestas a mis dudas.
- ¿Una carta de algún admirador?
- Parece que tuviera una tarjeta… - tomo el sobre – Lo abriré
- ¡Ay! ¡Que nervioso!
Jade se cubre el rostro.
- Oh…
- ¿Qué…? – me mira - ¿Qué es?
- Es… - alzo el polaroid – Una foto…
- Por Ponilandia…
No es cualquier foto, es una foto mía… mía y de otros seis niños, todos sonrientes con sus mochilas colgadas en los hombros. Me veo a mí misma con seis años, en mi primer día de clases en la primaria, con Jade de ocho encima de la espalda de Samuel de diez que sonríe, no recordaba haberlo visto sonreír alguna vez. A su lado está Holly de nueve años, tiene un brazo alrededor de los hombros de Jasper de ocho, ella siempre lo protegía, hasta ahora lo hace. Raymond también está en la escena, con nueve años, sonriendo al lado de Jin de once años, quien me sostiene la mano como si fuera su hermana menor.
Miro a Jade, ella luce igual de confundida que yo ¿Por qué alguien dejaría esta foto en mi casillero? ¿Quién lo hizo? ¿De dónde sacaron esta foto? Le doy la vuelta, tiene un pequeño mensaje escrito a mano. Siento un nudo en el estómago al leerla: “¡Feliz primer día de clases Jelly! Con tus mejores amigos de toda la vida”. Dejo la foto a un lado, de pronto me han dado náuseas y algo de miedo, esto es raro…
- ¿Quién crees que haya sido?
Pregunto.
- Ni idea… - toma la foto y la mira con detenimiento – Nos hemos cruzados con ellos… ninguno se detuvo en tu casillero como para ponerlo sin que nos diéramos cuenta
- A menos que lo hayan hecho durante las clases
- Quizá… - me mira – Pero, quién
- Ni idea…
- Hay que conservarla
- ¿Por qué? – la miro con extrañeza – Yo no quiero conservar ningún recuerdo de ellos
- Mermelada…
- Tú misma lo dijiste, cuando te deshiciste de todas las cosas que te recordaban a Jin
- Lo sé…
- ¿Entonces?
Jade me mira.
- Es que… ¿Recuerdas por qué dejamos de ser amigos? ¿Todos? – la miro sin comprender – Un día lo éramos, luego Jin dejó de hablarnos… - frunce el entrecejo y suelta una risita sarcástica – Luego nos trató con la punta del pie cuando la invité a mi fiesta con temática de circo… - asiento – Luego cada uno fue alejándose de nosotras y nosotras de ellos, nunca intentamos reparar las cosas…
- Pues algunas cosas deben de ser así
Sentencio.
- Supongo que sí… - asiento con la cabeza por segunda vez – Igual, hay que conservarla
- ¿Por qué?
- Porque dice “Uno” – me muestra el sobre – Lo que significa que pronto llegarán más
- ¿Lo crees?
- Es más que obvio… - nos miramos, de nuevo me siento nerviosa – La cuestión es… ¿Por qué?