¡Es él!

1186 Words
Alan revisaba unos documentos en su ahora nueva oficina, no se acostumbraba a tanto lujo, de hecho a veces extrañaba su pequeño y humilde despacho. Pero nada más que hacer, tendría que acostumbrarse a todo eso porque ahora era su hogar. El CEO masajeo un poco su cien, ya que sentía cierta presión en la cabeza, su abuelo no había dejado las cosas muy bien que digamos así que tenía que resolver muchos asuntos al mismo tiempo. Tan solo llevaba unos pocos días como el nuevo dueño y ya cargaba una intensa migraña que lo estaba matando. Aquella situación le confirmaba que ya se habían terminado sus buenos momentos cuando únicamente atendía su pequeña empresa. Convertirse en multimillonario de la noche a la mañana no era tan divertido como muchos quizás imaginan. Soltando un largo suspiro, reclina su cuerpo del sillón de cuero, gira la silla para observar por el ventanal. Poseía una buena visión, desde allí se podía ver todos los aviones hasta cuando aterrizaban… por supuesto nadie lograba verlo a él, pero él si alcanzaba ver a todos los pasajeros abordar. Estaba tan cansado, ya llevaba dos días sin poder dormir casi nada. Y por si fuera poco, se tuvo que mudar a la mansión que era de su abuelo que por supuesto ahora le pertenecía a él. —Que m@ldito desastre —Masculla. En eso el timbre de su móvil comienza sonar, ese era otro asunto, el m@ldito aparato no paraba de sonar. Era molesto, ni siquiera podía concentrarse para trabajar tranquilamente porque siempre existía alguien que tenía que estar importunando su trabajo. Le da la vuelta a la silla para tomar el aparato que reposaba sobre su escritorio lleno de papeles que aún no había podido terminar de leer y ni mucho menos firmar. —¡Diga! —Contesta de muy mal humor sin siquiera ver la pantalla del mismo. Al escuchar lo que tenían que decirle frunce notoriamente el ceño, Alan cierra los ojos mientras se pica el puente de la nariz. Su frustración iba en aumento, ¿Es que no iba a tener un momento de paz y tranquilidad? —Muy bien, estaré allá en dos horas… —Contesta fríamente, luego cuelga la llamada. Suspirando pesadamente se pone en pie dejando todo aquel desorden sobre su escritorio, ya tendría tiempo para revisar todos esos papeles. Por ahora debía tomar un vuelo hacia los Ángeles… contaba con que su abuelo poseyera un avión privado. […]  —¿No estás emocionada? —Dakota le pregunta a su amiga mientras se abrochan los cinturones. —¡Que rápido se te paso el sufrimiento!, la verdad es que fue mucho más veloz que las veces anteriores me pregunto ¿por qué será? —Miro de reojo a su amiga. —No voy a sufrir por ese idiota, me codearé de todo lo que ha pagado. —Si tú lo dices, no quiero que cuando regresemos vuelvas a caer en sus mentiras. Porque te juro que te asesinaré personalmente. —Eso no pasará, te prometo que se acabó. Jena no estaba tan segura de eso, Dakota podía ser muy alocada, pero tenía un corazón de pollo… para cuando ambas estaban muy cómodas en sus asientos, la aeromoza se aproxima hasta sus asientos desde luego que Jena la observa intuyendo que algo no iba bien. —Buenas tardes, señoritas disculpen la intromisión, pero creo que ha habido un terrible error con la impresión de sus billetes. —¿Error? —Dakota pregunta horrorizada. La rubia sospechaba que las bajarían del avión porque el inepto de Brian le había dado boletos falsos a la tonta de su amiga. Eso sí que era una tremenda vergüenza y descaro. —Sí, es que sus asientos ya estaban ocupados. La vendedora se ha equivocado. —Pero el avión está lleno, ¿Qué significa? ¿Debemos bajarnos? —Quizás sea lo mejor Dakota —Jena le contesta ante aquella situación. —¡Oh no!, por las molestias ocasionadas el capitán ha dado la orden de trasladarlas a primera clase —La hermosa aeromoza les sonríe a ambas —. Si son tan amables de seguirme por favor. —¡Increíble!, ¿escuchaste eso?, Primera clase —Susurra la castaña quitándose el cinturón de seguridad. —La verdad es que tenemos mucha suerte, dudo que el idiota de Brian pudiera pagar primera clase. —Ese degenerado no tiene lugar en esta conversación… —Contesta irritada. Al final las amigas fueron acomodadas en primera clase, que curiosamente estaba completamente vacía. Las chicas se sentían afortunadas por viajar con semejante lujo, así que se relajaron y esperaron el inminente despegue. […] —¿Cómo que no está en este aeropuerto el avión privado de mi abuelo? —Vocifero Alan molesto. —Lo que paso es que su abuelo antes de fallecer hizo un viaje, y no regreso en su avión, sino en uno comercial. Su avión se encuentra en los Ángeles, señor Goldman. —¡Demonios! ¿Por qué carajos no lo trajo de vuelta? ¿Qué vuelo sale en estos momentos hacia los Ángeles? —La mujer teclea su ordenador tan rápido como se lo permiten sus dedos. —Uno que despegara en 15 minutos, señor. La primera clase está completamente vacía. —Muy bien, organice mi entrada ¡Ahora! La mujer asiente para salir corriendo despavorida para notificar que no despegara el avión… mientras que Alan se encaminaba hacia el avión que estaba por despegar. En cuanto subió acompañado de una guarnición de guardaespaldas, fueron llevados por una aeromoza hacia la sala de primera clase, pero no antes de llamar la atención de todos los pasajeros a bordo, sobre todo el del público femenino. —No quiero ser molestado —Sentencia en voz alta al momento que cruza la barrera que los separa del resto de los pasajeros. De pronto Alan se detiene a medio camino al fijarse en que no estaba solo en la primera clase, dos mujeres se encontraban muy cómodas mirándolo fijamente ¿No y que estaba solo en esa ala del avión? Se preguntó internamente, iba a tener que despedir a la mujer que le suministro aquella información. Podía ser un jefe tranquilo, pero cuando lo cabreaban no era de los buenos. Alan se fija bien en las chicas quienes parecían más sorprendidas que él mismo, pero de ambas únicamente una llamo su entera atención. ¡Ay por dios! ¡Ay por dios! ¡Era él!, el sujeto que había visto hace un rato por los pasillos del aeropuerto, se había subido al mismo avión que ella, su corazón comenzó a retumbar como loco al tenerlo tan cerca. Jena traga saliva en seco sin apartar la mirada de aquel par de ojos verdes y mirada asesina pero tan… ¿Cuál era la palabra?, Se preguntó ¿ardiente?, es que con solamente verlo tan de cerca sentía un revoltijo en la parte baja de su vientre. ¿Causaría ese efecto en todas las mujeres?, no conocía la respuesta, pero de algo estaba segura y se extrañó que pensara una cosa como esa, pero ella quería conocer a ese hombre. 
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