Al parecer la chica pensaba quedarse todo el día allí parada sin decir una palabra más, ¿Y qué pasaba con esas mejillas sonrojadas? Bueno, realmente no le molestaba verla, así toda roja y apenada le sentaba bastante bien. Ahora lo único que debía hacer era averiguar su nombre y bueno, una cosa llegaría detrás de otra. Alan ensancha la sonrisa, en cuanto decidió preguntarle cómo se llamaba, ambos fueron interrumpidos. —¡Oh! Usted debe ser el señor Goldman ¿cierto? Alan mira a un costado percatándose de una mujer esbelta ataviada con un uniforme completamente n***o y con el emblema del spa gravado en su pecho, la chica le sonreía abiertamente. —Sí, soy Alan Goldman —Responde un tanto dudoso. —¡Qué bien que llegara! Lo estamos esperando, venga por aquí por favor —La mujer lo invita a seg

