Elijah no estaba solo en este inesperado juego de deseos. Al mirar al hombre que la sostenía, Lilith se sintió perdida. Había conocido a tantos hombres a lo largo de los siglos, pero ninguno como él. Este hombre despertaba en ella sentimientos extraños que no entendía y que nunca antes había sentido. La demonio extendió la mano y apartó un cabello suelto de delante de sus ojos, luego trazó suavemente la línea de su mandíbula, deteniéndose en la punta de su barbilla, donde su barba bien recortada era más espesa. Suavemente, se pasó los dedos por el áspero cabello rubio, disfrutando de su tacto. Aspiró su aroma, una mezcla de sudor rancio y ropa aún caliente por el sol durante el día. Además, estaba el abrumador olor a "él", ese aroma indefinible que lo definía a él mismo. Ambos eran consci

