Capitulo 3

2022 Words
La casa de Eli no era lo que ella esperaba. Siendo soltero, Lilith naturalmente dio por sentado que vivía en un apartamento. Podría tener dos habitaciones, pero un apartamento al fin y al cabo. Ciertamente no esperaba una casa de dos pisos, de estilo artesano, en tan impecable estado. Esto era aún más sorprendente, ya que, a juzgar por la antigüedad y el aspecto de las otras casas del vecindario, no era una construcción nueva. Alguien había invertido mucho tiempo, esfuerzo y dinero en restaurar la vieja casa. El exterior había recuperado su aspecto original, con ladrillo rojo alrededor del porche y a lo largo de los cimientos. Todas las molduras y columnas estaban pintadas de blanco, mientras que el resto de la vivienda era gris. Incluso el garaje independiente había sido renovado, con puertas de carruaje con manijas y bisagras negras. "Sin duda alguien ha puesto mucho esfuerzo en este lugar", comentó Lilith mientras Eli regresaba de guardar su motocicleta en el garaje. —Sí, lo hice, pero mejor no hagas cumplidos hasta que hayas visto el interior. Podrías decepcionarte. —Era genuinamente modesto en cuanto a sus habilidades de construcción, pero no se podía negar el orgullo que brilló en sus ojos al reconocerla. Al cruzar la puerta principal, comprendió de repente por qué había querido que se guardara sus elogios. El interior estaba escasamente amueblado con herramientas, trozos de yeso, pintura y otros objetos tirados por ahí. Al coger un martillo apoyado en el poste de la escalera, la demonio recordó que la renovación es un proceso largo y tedioso, donde la paciencia es una virtud y uno debe estar preparado para vivir en una obra en construcción durante un tiempo. Aun así, a Lilith le gustó lo que vio y pudo apreciar el potencial de la casa. La carpintería de estilo artesano era hermosa, con zonas ya restauradas a su color roble rojo natural y otras simplemente despintadas, a la espera de ser teñidas y con una capa de poliuretano. A juzgar por las zonas donde la alfombra vieja y sucia estaba rota, buscaba qué había debajo con la esperanza de recuperar los suelos originales. Hasta el momento, había tenido la suerte de encontrar los tablones originales de roble rojo aún en buen estado. Siéntete como en casa. Disculpa el desorden. Estoy arreglando el lugar poco a poco, pero solo soy un hombre y el dinero es limitado. —Entonces, ¿trabajas en la construcción o algo así? —preguntó Lili. He trabajado en construcción, pero en realidad soy soldador. En cuanto a reformas de viviendas, soy lo que se conoce como "pasable". Puedo hacer estructuras y paneles de yeso, incluso algunos trabajos básicos de plomería, pero prefiero dejar que los profesionales se encarguen de la electricidad y algunos otros trabajos por aquí. "Yo diría que eras más que pasable." "Gracias", respondió, con el orgullo de nuevo en sus ojos mientras se pasaba los dedos por su espesa cabellera. "Pero, eh, todavía no te has dado cuenta de todos los errores". "La humanidad está obsesionada con la perfección, ya sea en su apariencia, sus creencias, su arte o en lo que crean sus manos", explicó Lili mientras pasaba las manos por uno de los pilares que separaban la entrada de la sala. "Realmente no existe la perfección, y son los defectos y las diferencias los que hacen que todo sea único y hermoso". Se giró y sonrió a su anfitrión. "Acepta el cumplido". Eli asintió, dándose cuenta de que tenía razón. En silencio, entró en la sala y miró a su alrededor. Había una bonita chimenea con marco de ladrillo y roble, junto con unas estanterías empotradas a ambos lados. Había un par de manuales de coche, un libro de novedades sobre gatos y un montón de correo basura y catálogos, pero la mayoría de las estanterías estaban vacías. Un televisor colgaba en la pared, sobre la repisa de la chimenea, y frente a él había un sofá de cuero de aspecto cómodo y una mesa de centro con el obligatorio mando a distancia encima. "¿Qué tal si te doy un tour por cincuenta centavos?", sugirió Eli, al notar su interés en el viejo lugar. Lilith aprovechó la oportunidad y la aprovechó para revisar cada habitación de la planta baja y el sótano en busca de alguien que pudiera haberlos seguido y la estuviera observando. Examinó cada espacio donde alguien pudiera esconderse y no vio a nadie ni cámaras. Estaba harta de desconfiar y tener miedo. Anhelaba volver a sentirse segura y menos insegura. Lo único que la hizo sonreír fue una foto que vio en la mesa de la cocina: un niño de unos tres o cuatro años jugando con bloques. En el reverso, leía «Elijah David Asher». "Eras adorable", sonrió. "Sí, bueno... mamá vino a verme hace un par de semanas y dejó esto. Se le olvida que ya no soy un niño", respondió poniendo los ojos en blanco. "Déjame enseñarte el piso de arriba y la habitación donde te quedarás". Siguió a Eli por la escalera de madera, deslizando la mano por la lisa barandilla de roble mientras sus pies subían los escalones. En la parte superior, observó rápidamente el rellano, observando cada una de las cuatro puertas y su ubicación. Manteniéndose cerca de Eli, primero le mostraron el baño con sus paredes blancas y estériles y azulejos a juego. El único toque de color en el espacio eran las baldosas hexagonales negras que contrastaban con el blanco y también combinaban con la franja que separaba el yeso pintado de la parte superior de los rectángulos de cerámica pulida de la parte inferior. La habitación, sin duda, le recordaba a los años veinte y era una restauración magistral. Al regresar al rellano, Eli le señaló rápidamente su dormitorio al pasar junto a la puerta para que supiera dónde encontrarlo por la noche si necesitaba algo. Lili entró de inmediato y encendió la luz para poder echar un vistazo a la habitación. Era la habitación de un soltero típico, muy diferente del cuidado que Eli había mostrado en el resto de la casa. Sus profundos ojos verdes lo observaban todo, aunque no había mucho que ver. Había una cómoda llena de llaves y otros trastos a la izquierda de la puerta, y su cama estaba frente a las ventanas, en la pared opuesta. La puerta del armario estaba abierta y la ropa estaba apilada en una silla junto a un televisor colgado en la pared. Sin importarle su privacidad ni la presunción de sus acciones, Lili revisó el armario para comprobar que no había nadie dentro y que no hubiera escondites. Satisfecha, regresó con su anfitrión para continuar la visita. Elijah negó con la cabeza y puso los ojos en blanco ante su descaro, pero no dijo nada y, en cambio, señaló la habitación delantera, explicando que la usaba como sala de ordenadores. Lilith encendió la luz y se asomó al interior, observando cada rincón, recelosa de cualquier sombra. No había nada en el armario y todo en el espacio era, como él había dicho, una sala de ordenadores y nada más. Frente a la puerta había unas puertas francesas que daban a un balcón. Las abrió y salió para ver con qué facilidad se podía subir. Para su deleite, el árbol más cercano estaba al otro lado de la acera, junto a la calle, y ninguna rama lo alcanzaba. Una vez satisfecha, la condujo al dormitorio de invitados. Inmediatamente quedó claro que usaba ese espacio para guardar cosas. Tenía paredes blancas y desnudas, un futón, un puf y una silla de cocina al azar que supuso que servía de escalera. No había nada que le diera un aire hogareño, ni siquiera una cortina en la ventana. Aun así, era suficiente para una noche y el futón parecía bastante cómodo. Eli abrió el armario y sacó algunas mantas para prepararle la cama. Estaba a punto de cerrar la puerta cuando ella se acercó y lo inspeccionó. No había nada dentro, salvo un par de abrigos, un edredón de plumas y un taco de billar que sobresalía de su funda. Satisfecha de que nadie se escondiera en la casa, finalmente se relajó y dejó su mochila en el puf. "¿Puedo ofrecerte algo de beber o comer?" preguntó, sin estar seguro de cuándo había comido por última vez. "¿Supongo que no podría tomarme un trago de bourbon?", preguntó Lili, recordando una botella que había visto en la encimera de la cocina durante el tour. "Claro, pero te advierto que es de lo más barato", advirtió mientras bajaban las escaleras. "Gasto lo justo para que me guste y nada más, bueno, a menos que sea cerca de un día festivo, entonces compro algo un poco mejor". "Me parece bien. Ahora mismo estaría feliz bebiendo licor con sabor a queroseno puro, siempre y cuando sea alcohol". Los dos volvieron a la cocina y él metió la mano en uno de sus armarios, sacó un vaso de jugo y le sirvió aproximadamente un trago. En cuanto se lo dio, ella se lo bebió de un trago y le devolvió el vaso, pidiéndole más. Eli se sorprendió un poco de lo rápido que se había bebido el jugo, pero no dijo nada y le sirvió otro. "¿Vas a contarme la historia?" preguntó, devolviéndole el vaso. "¿Qué historia?" "Tuyo", respondió Eli, sacando otro vaso y sirviéndose uno. "Un poco de historia, de dónde vienes... ¿de quién o de qué huyes? Estoy dispuesto a correr el riesgo de tenerte en mi casa..." "Nunca te lo pedí", intervino Lili. "No, no lo hiciste", asintió, bebiendo el trago de bourbon que se había servido y dejando la botella en el estante. "Pero al menos puedes contarme sobre ti y de qué te estoy protegiendo. Me dijiste en la feria que intentabas eludir a alguien y acabo de verte escudriñar mi casa con una mirada más aguda que la de un inspector de viviendas, así que ¿por qué no me cuentas qué está pasando?". "Quizás no estoy segura de poder confiar en ti", respondió, tomando un trago y preparándose. "Después de todo, eres un desconocido. ¿Cómo sé que no trabajas para el mismo hombre al que intento eludir?" "De acuerdo", concedió Eli, dejando su vaso vacío en el fregadero. Metiendo la mano en el bolsillo trasero, sacó la cartera y le enseñó su identificación. "El nombre que te di es real y si no te crees mi licencia de conducir, pagaré personalmente la cuota para que puedas investigar mis antecedentes si quieres. Soy soldador oficial, me paso el día quemando varilla y construyendo tanques en un taller mientras intento que la gerencia me deje en paz. Pago esta casa todos los meses sin falta y es mi sangre, sudor y lágrimas lo que la restaura. Si quieres las matrículas de mi coche y mi moto, también te las doy. ¿Huellas dactilares... una muestra de sangre? Mis padres son Joyce y Brad Asher y viven en Pierce City. No tengo hermanos y mi único compañero de piso es un gato de esmoquin llamado 'Sr. Jingles'. No tengo hijos... ni matrimonios..." "Vale, vale... lo pillo", cedió, interrumpiendo su detallada autobiografía. Eli esperó, pero ella se quedó mirándolo, sin querer decir nada. ¿Por qué debería hacerlo? Desde que empezó todo esto, seis meses atrás, mucha gente había intentado ser su amiga y confidente, pero solo para venderle información a su perseguidor. Esto solo se sumaba a su ya considerable lista de razones para no confiar en nadie, jamás. Deseaba poder creer que este hombre, Elijah, era diferente, pero ¿cómo podía estar segura? Incluso la franqueza con la que le presentó sus credenciales para que las examinara era sospechosa, al menos para ella. Un hombre ansioso por demostrar su valía debía estar tramando algo... ¿verdad? Aunque solo intentara ayudar, no había razón para pensar que no la traicionaría en cuanto oyera el nombre del hombre que la acosaba. No podía permitirlo. Tenía que protegerse porque sabía por experiencia que nadie más lo haría jamás.
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