Isabella
Estaba en total shock cuando sus palabras salieron de su boca. “Vaya, este trabajo es el soñado de cualquier persona” Sueldo, prestaciones y ahora este plus, un auto nuevo.
— ¿Está bien? —preguntó el señor Ashgar, asentí de inmediato y bajé con cuidado del auto para quedarme a cierta distancia por educación.
—Gracias, señor Ashgar, es solo que es algo elegante para ser un plus. —él arqueó una ceja.
—Todos mis empleados más cercanos, de entera confianza, tienen un plus. —alcé mis cejas y asentí lentamente.
—Gracias, señor Ashgar.
—Solo llámame «Señor». Mañana podrás empezar a usarlo. —asentí recordando lo de las reglas.
—Sí, señor. —me hizo señas de que cerrara la puerta del auto y lo siguiera.
— ¿Y dónde dice que vive? ¿Está cerca de la empresa? —preguntó curioso al parecer. Seguí caminando detrás de él.
—A unos veinte minutos en autobús. Vivo en la zona de Rockville. Tengo un departamento.
—Oh, ya sé dónde. Tienen buena vista a la ciudad. —Noté la sorpresa—Es una buena zona, clase media. Aproximadamente son como veinticinco minutos en autobús. —alcé una ceja al escuchar eso, entramos al elevador y me puse hasta atrás. —Bien, iré a dejarla para saber exactamente donde vive. —abrí mis ojos de par en par, alerta.
— ¿Perdón? Puedo irme yo misma, no es necesario que me lleve.
—Es necesario, el pequeño grupo reducido que tengo de personas más allegadas a mí, me interesa saber dónde viven, como viven, saber quién es la persona a quien contrato.
— ¿No es muy íntimo de un empleado esa parte? —mi boca con su falta de filtro, me regañé mentalmente y pude notar a través de la imagen borrosa frente a las puertas de acero inoxidable del elevador que sonrió sin que lo viese.
—Sí, así como cuando usted entre a mi hogar, por qué lo hará ahora que es mi asistente personal, tiene que saber absolutamente todo acerca de mí, así como yo de usted. —alcé una ceja, iba a decir algo cuando las puertas del lobby se abrieron, se hizo a un lado para que pasara, le agradecí la caballerosidad y él pasó, caminé detrás de él y le hizo señas a uno de sus hombres que esperaba en la puerta para que la abriera, estos de inmediato lo hicieron y al cruzar al exterior, la puerta de una gran camioneta de lujo esperaba con la puerta abierta a lado de esta estaban dos hombres vestidos elegantemente y tenían baja la mirada, pasé a lo último cuando me señaló donde sentarme, para mi sorpresa quedé frente a él, “Recuerda no estirar las piernas, Isabella” me dije mentalmente. Las puertas se cerraron y luego él levantó una mano para que la viese su chófer a través del espejo del retrovisor. Pero después, bajó la mirada a mí. —Dirección, por favor.
Al dársela, se la dio al chófer en el idioma árabe, el auto empezó a moverse, repasé mentalmente mi departamento, había alzado todo en una velocidad de rayo antes de prepararme para venir en la mañana, el transcurso del camino, tuvo una llamada y el idioma que usó fue en árabe, entendí totalmente todo y descubrí que era su mamá, le estaba preguntando acerca de su salud, de su padre y sus hermanos, entendí que pronto viajaría a Abu Dabi y que esperaba ansioso, pero algo le hizo tensarse y poner sus ojos en mí. Él le respondió que “Qué rápido viajan las noticias” imaginé que Eleonor le habrá dicho algo acerca de mí. “No me gusta que esté hablando de lo que pasa en mi empresa a mi familia, y menos sin mí, autorización” Pareció más un ultimátum y no pude evitar asentir discretamente por esas palabras. ¿Qué le pasa a la Eleonor? ¿Por qué chismear todo lo que hace él a su familia? Más razón de tener a alguien de su entera confianza a su lado sin que ande pasando información que no debería en primer lugar por ser su jefe, entonces recordé que había dicho Eleonor que la madre de él fue quien la había contratado. Colgó la llamada y noté más tensión en su mandíbula.
— ¿Desde cuándo aprendió a hablar y entender en árabe? —preguntó de repente, bueno lo decía en mi solicitud, no es que anduviera ocultando esa información.
—En la preparatoria, señor. —él arqueó una ceja.
—Sabe el idioma, entiende el idioma, ¿Pero sabe algo acerca de la cultura de nosotros los musulmanes? —su pregunta no me había tomado por sorpresa.
—Tengo ligeramente información básica acerca del Islam, tradiciones y costumbres.
— ¿Eso quiere decir que estuve hablando hoy con alguien acerca de los puntos que ya lo sabía?
—Señor, solo sé lo básico, no he profundizado en el tema. — ¿Lo básico? Así es, sabía que tenían muchas tradiciones y costumbres distintas, pero no sabía cuántas con exactitud ni un desglose de cada una.
—Bien, terminará de aprender lo más importante en este puesto. —asentí lentamente, minutos después, llegamos al edificio donde se encontraba mi departamento. Bajamos, y subimos con un hombre de seguridad a su lado. Al llegar, me cedió el paso para que abriera el departamento, aunque se me hacía demasiado excesivo, entendí un poco. El hombre de seguridad que lo escoltó, mantuvo la puerta abierta, aunque no pensaba cerrarla, se puede malinterpretar mucho un hombre que apenas tenía unas horas de haber conocido y de haber empezado a trabajar con él, ahora estuviese en mi departamento. —Es bonito. —dijo mirando la sala detenidamente hasta que se acercó a las fotografías que estaban en una repisa que había usado para esa misma función: Mostrar fotos de mis momentos. — ¿Es su familia? —preguntó señalando a los tres hombres que sonreían a la cámara y había harina en sus manos, yo en medio de ellos, reía divertida.
—Son mis tres hermanos, ellos viven en México, tenemos una panadería familiar que ellos mismos manejan y yo administro. —pude notar su sorpresa.
— ¿Y eso daba para tener un departamento como este? —se giró hacia mí.
—Bueno este departamento es por mi cuenta propia cuando vine a trabajar para otra empresa que es gracias que pude venir a Toronto. —él alzó una ceja y entrecerró sus ojos. —Y con mi trabajo aquí es que pude empezar a rentar mi propio espacio.
—Bien, muy bien. —luego inspeccionó el espacio, excepto el dormitorio y baño. Luego para mi sorpresa se sentó en el sillón y luego hizo gesto de aprobación. —Me gusta, es cómodo. —asentí lentamente, me hizo señas de que tomara asiento.
— ¿Tiene sus papeles en regla para poder viajar al extranjero?
—Tengo todo listo, señor. —mi corazón se agitó con fuerza.
—Tengo un evento familiar muy importante, necesitaré que viaje conmigo como mi asistente personal que he contratado de manera permanente.
—Dijo la señora Bruce…—levantó su mano para que me detuviera, tensó su mandíbula.
—Nunca empiece una oración con la señora Bruce, ella no es nadie para decidir quién va o no conmigo.