HERIDA DEL ALMA SANDY Esteban me mira con odio y comienzan a temblarme las piernas, pues sé que ésto ya lo había vivido antes. — Sí, Esteban, pero no te pongas así, él está comprometido — Esteban me golpea en la cara con furia, caigo al suelo y es aquí donde comprendo que fue un terrible error haber creído en su cambio, jamás debí aceptarlo en mi vida ni mucho menos en la de mi hija de nuevo, tengo miedo. — ¡Lo sabía, lo sabía! ¡Pero ni creas que vas a ser feliz con él! Porque ya me encargué personalmente de que se pudra en la cárcel — Esteban, tienes que dejarme ir — suplico — ¡No! ¡No me pidas eso! ¡Tú eres mía, sólo mía! ¿Lo entendiste? — ¡No, no soy tuya! Sólo he sido tu esposa, pero ya no más — ¡Eres una cualquiera, siempre lo supe, pero no te voy a dejar el camino libre!

