Capítulo 3. El descubrimiento

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“El aspecto más triste de la vida actual es que la ciencia gana en conocimiento más rápidamente que la sociedad en sabiduría”. —Isaac Asimov Durante algunos años el doctor Viling se mantuvo obsesionado con aquel asteroide, sin embargo, a diferencia de su homólogo ruso, Viling era más discreto, sabía que el gobierno estadounidense no se andaba a medias tintas y no dudaría en hacerle una inspección si lo consideraba una amenaza, así que mantuvo sus investigaciones en cierto sigilo, nunca revelando más información de la necesaria a fin de no atraer la atención del pentágono. En el año 2001 comenzaría a establecer un estudio detallado del planeta Júpiter encontrando más preguntas que repuestas. Verá usted, el planeta Júpiter es un planeta inmenso, sí, pero no solo eso, es el planeta más importante de todo el sistema solar y sin él la vida tal cual la conocemos no sería posible, pues por años ha sido la torreta por excelencia de la Tierra, atrayendo hacia su interior todo tipo de asteroides, sin embargo, lo observado por el Dr. Viling, era algo diferente, el asteroide no había sido atrapado gravitatoriamente, pues este fenómeno, ya Viling lo conocía de sobra. No pierda de vista que hablamos de un hombre por demás preparado, Viling sabía perfectamente que al ser atrapado un asteroide en la gravedad del planeta Júpiter este no caería de inmediato, sino que empezaría a orbitar mientras cae, eso no sucedió con Demian, este se desintegro sin cambiar siquiera de dirección y lo curioso es que fue demasiado rápido. Sin embargo, no se si entienda a que se debía el gran interés del Dr. Viling en todo este asunto, lo explicaré de una manera más concreta, lo que presenció el Dr. Viling fue un fenómeno inesperado e inusual, y por demás extraño; lo cual podía significar muchas cosas pero resumiéndolas sería una de dos: o fue obra de una r**a alienígena, o fue obra de un evento de alta energía en el universo, ambas posibilidades podrían representar una amenaza, de ahí que tuviera tanto interés en llegar al fondo de aquello y que mantuviera la total secrecía de sus investigaciones. Una de las primeras cosas que llamaron la atención del Dr. Viling fue que durante sus experimentos con tecnicolor descubrió que había elementos pesado en Júpiter, una cosa completamente anómala pues si bien Júpiter tiene trescientas diecisiete veces el tamaño de la Tierra, es un planeta gaseoso, en su mayoría compuesto por hidrógeno y helio, no tendría por que haber elementos pesados en él, pues estos deberían hundirse y sin embargo, ahí estaban. Además de lo anterior en su artículo redactado el 14 de noviembre de 2017, también reportaría haber encontrado que Júpiter tenía una inmensa cantidad de agua, si, agua tanto líquida como en forma de hielo. También afirmaría que el núcleo de Júpiter no es gaseoso sino sólido. Sin embargo, el enigma que desataría todo fueron las grandes anomalías presentadas en su campo magnético, es decir, si usted ahora mismo busca una imagen del campo magnético de la Tierra verá que tiene una forma peculiar. El campo magnético de un planeta suele ser casi por regla general una barra dipolar que tiene cierta inclinación, la tierra es un caso peculiar en el cual la inclinación es de once grados, pero puede ser más, a partir de ahí las ondas electromagnéticas viajan de polo a polo formando algo parecido a una dona, algunos dirán manzana, el punto es que esta forma es aplicable para todos los planetas. Sin embargo, en Júpiter no se cumple la regla anterior, en este hay una ligera ondulación interna como si algo presionará el campo magnético de Júpiter, lo cual es casi ilógico pues el campo magnético de este planeta es inmensamente potente. Es entonces cuando en el año 2010 Viling decide romper el silencio, lo primero que hace es buscar al capitán Joseph Stuart, que es un hombre en quien confía Viling. A él sería la primera persona ligada al gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica a quien le contaría claramente el fenómeno y los hallazgos que ha hecho. Joseph Stuart es un capitán de brigada asignado al servicio secreto, sabe cómo tratar temas delicados, es por demás prudente, pero además tiene contactos arriba, lo que lo hacen el sujeto indicado. Él será quien lleve a sus superiores la información necesaria para que posteriormente una célula de la CIA se ponga en contacto con él. El 25 de agosto del 2010 llega a las oficinas de Viling, Henry Nugget, agente federal perteneciente a la división encargada del control de fenómenos espaciales que afecten a la seguridad nacional. Fue mandado para obtener información de primera mano y para saber que necesita Viling. El doctor Viling sería excesivamente claro con sus intenciones, necesitaba permiso y presupuesto para enviar una sonda al planeta Júpiter y poder estudiar los fenómenos relacionados con su origen estructura y evolución, su núcleo, el agua presente en su atmósfera, su masa, sus vientos, pero lo que a Viling más le interesa es los fenómenos de interferencia inusual presentes en sus campos magnéticos. Pero Henry Nugget no lleva la intención de negociar, solo quiere información, la decisión sería turnada al pentágono y a la casa blanca quienes después de muchas indagatorias darían dicha autorización para que la sonda comience a construirse. Viling asignaría al proyecto a su hombre de mayor confianza, alguien que conocía la misión tanto como él, pues había estado con él durante todas las investigaciones y el trayecto de las mismas, se trata de Scott J, Bolton. Bolton es un físico teórico experimental, además de trabajar en el equipo de Viling, fungía también como vicepresidente asociado de la División de Ingeniería y Ciencias Espaciales del Southwest Research Institute. Es todo un experto en ciencias planetarias, pero no solo eso, sino que además este hombre ya había estado en el espacio, participó en las misiones Galileo y Cassini. Así que, cuando la Nasa inauguró el programa New Frontiers, que se encargaría del proyecto Juno, como se denominaría en lo adelante, Viling lo pone al frente de dicho proyecto. No era poca cosa, era toda una hazaña en la historia de la humanidad y era una oportunidad de oro, no había espacio para el fracaso, Viling se estaba jugando su carrera profesional entera.
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