Es lunes por la mañana, Estella se levanta de la cama muy animada, va hacia la cocina donde pone a hervir un poco de agua para hacer café, ya que el clima en Mérida, es uno de los más fríos de Venezuela, ella toma entre sus brazos a Dino, quien empieza a estornudar.
—¡Oh! mi pequeñito, estás enfermo —le dice abrazándolo y haciéndole apapachos. Dino es muy importante para ella, desde el día que lo encontró, indefenso en el jardín de su madre, quien no lo quería, pero ella al verlo se enamoro de inmediato, trayendolo a su casa, convirtiéndose desde entonces, el consentido de la casa, ya que Estella se desvive por el, comprándole todo lo que puede para que pueda estar lo más cómodo posible.
—¡Tendré que darte el remedio para los estornudos! —le dice mientras Dino se acurruca en sus brazos.
