Valerie y Alejandro se encontraban en su casa, empacando sus maletas para un viaje muy esperado. Cristine, que ahora tenía dos años, jugaba en la sala bajo la supervisión atenta de Katherine. —No puedo creer que finalmente vayamos a tener nuestra luna de miel. —dijo Valerie, doblando cuidadosamente una blusa antes de meterla en su maleta. Alejandro, que estaba empacando a su lado, sonrió. —Lo sé. Hemos postergado esto tanto tiempo que casi parece irreal. —dijo, colocando un par de zapatos en su maleta—. Pero ahora que Cristine está bien y en buenas manos con tu madre, podemos irnos tranquilos. Valerie asintió, pero no pudo evitar sentir un poco de ansiedad. Habían pasado tanto tiempo cuidando a Cristine, especialmente durante sus problemas de salud, que la idea de dejarla incluso por u

