LA CITA

2078 Words
Ciudad de México Domingo por la mañana. Las amigas de Alma Delia solían ir un día después de una gran fiesta a almorzar en algún Restaurante para comentar los detalles sobresalientes de la misma. - ¡Hola chicas! - dijo Alma Delia, quién llegó un poco más tarde que las demás. - ¡Hola, guapa! - dijo Carlota - ¿a quién quieres conquistar? - ¡Gracias! -contestó Alma. - Estoy normal, nada sorprendente, cálmense. -No. - dijo Judith- como que hoy amaneciste diferente, se te nota un brillo en tus ojos. Todas reían -Sí, -dijo Blanca- se te ve un brillo especial. - ¡No exageren! - dijo Alma mientras tomaba su lugar en la mesa - Me harán ruborizar. ¿Ya ordenaron? -No -contestaron todas. -Te estábamos esperando -dijo Judith- A ver Alma, cuenta. Todas dejaron de hacer las cosas que hacían y dirigían la vista hacia Alma, esperando la historia. - Pues nada, que ayer me confesó Enrique que traía la intensión de pedirme que fuera su novia. - ¡Nooo! - Contestaron todas sorprendidas y a la vez emocionadas. ¡Sí! - dijo Alma- jajajajaja. Creo se emocionan más que yo misma- comentó riendo - Es que, amiga, - dijo Blanca- esta guapísimo, qué suerte tienes, claro, tú eres guapa también, pero él, ¡uf! - se mordía los labios dando entender que estaba para comerse. - ¡Si! - contestó Alma- me gusta mucho, no lo puedo negar. - ¡Enhorabuena! amiga - dijo Judith levantando su vaso de jugo junto con las demás. Dicho esto, pidieron el almuerzo - Y bueno - dijo Blanca, dirigiéndose a Alma- ¿qué planes hay? -Por lo pronto tendremos una cita hoy en la tarde para ir a comer. - ¡Perfecto, amiga! No cabe duda que el amor te ilumina tu ser, ¡Felicidades! -Nos cuentas, amiga- dijo Carlota - no olvides detalles, toooodos los detalles. - lo comentaba viéndola y levantando las cejas dando a entender que no perdería los pormenores. Rieron juntas sabiendo a lo que refería Carlota. -Y a ustedes, ¿Cómo les fue? - dijo Alma - Bueno...- dijo Blanca- yo bailé casi toda la noche con el amigo de tu hermano Ramiro. No quedamos en nada, pero si me gustó, intercambiamos teléfonos, espero me hable. - ¡muy bien, ¡Perfecto!, contestaron todas. -Y tú ¿Judith? -Pregunto Alma Delia. -Pues yo seguiré siendo soltera - dijo Judith - no hubo nada fuera de lo normal. - No te preocupes- contestó Carlota- para todas hay, pero, a su debido tiempo. Terminaron su desayuno, se fueron despidiendo y retirándose del restaurante, se dirigieron hacia el valet parking y fueron recibiendo sus autos, Alma Delia se fue con Judith quien la fue a llevar a su casa. Ya más tarde se comunicó Enrique con Alma, se verían a las 2 p.m. él pasaría por ella a su casa. Llegando a Chapultepec. -Voy a estacionar el auto por aquí, ¿Te parece? –le Preguntó Enrique a Alma Delia. -Sí, está bien. -Sirve de que caminamos un rato a la sombra de estos frondosos árboles y pueda tomar tu mano- dijo Enrique muy seguro de sí mismo. Después de caminar un buen rato Enrique se sentó en una banca que estaba bajo la sombra de un buen árbol y la invito a sentarse, dándole palmada a la sentadera de banca- Ven, ponte a mi lado vamos a conocernos un poco más, platícame de ti. - No -primero cuéntame tu algo sobre ti. -Mi vida es muy aburrida. Veo que tienes mucha familia y tendrás mejores cosas y aventuras que contar que yo. -Bueno -dijo ella- Nosotros somos 7 hermanos, yo soy la quinta de ellos. Los primeros cuatro ya se casaron Y por supuesto ya viven fuera de la casa. ¡Uhm! Mi papá es de descendencia italiana, su abuela vino a México desde el año 1944 y con ella se vino parte de la familia. Llegaron a la Ciudad de México y mi abuela para cocinar su comida italiana, puso un restaurante que con los años se fue haciendo famoso, cerca del centro y ahí enseñó a cocinar a toda la familia hombres y mujeres para sobresalir. Hoy es el restaurante en donde mi papá trabaja, él estudió para chef y es muy reconocido por sus platillos. Mi papá les enseñó a mis hermanos quiénes también estudiaron para chef y a cada uno le puso un restaurante, antes de eso trabajaron con mi papá y aprendieron todo lo referente a la comida italiana. Mis dos hermanas mayores se casaron y sus maridos mantienen sus casas, no tienen necesidad de trabajar, se dedican a cuidar a sus hijos y a su educación. Mi hermano menor que yo, tiene 22 años y es jockey del hipódromo de las Américas, en cada temporada de carreras mi papá lo llevaba y se aficionó tanto que hizo que mi papá le comprara un caballo y tomó clases de equitación para que posteriormente él pudiera correr con su caballo, Mi hermano se llama Miguel Robles. - ¡Mira qué interesante!, yo sabía que tenías una buena historia que contar. Tendrás que llevarme un día a verlo, necesito emociones nuevas. Los dos rieron y Alma continuó con su historia. -Mi hermana la más chica tiene 20 años y se llama Aurora. -Bien, y ¿tú mami? -Ah! mi mamá se dedica a la repostería, tiene un local junto con sus dos hermanas y venden pasteles para bodas, 15 años o cualquier evento, también venden cualquier tipo de postres para fiestas en general incluso llevan pedidos a domicilio. -Ya veo. Tienes una familia muy interesante y muy trabajadora, te felicito. Yo en cambio como te comenté tengo una historia chica. -No importa, yo quiero saber, cuéntame. - Pues, Nací en Monterrey, Nuevo León; De allá es toda mi familia. Mi papá y mi mamá tuvieron dos hijos uno mayor que yo que se llamaba Daniel. Cuando yo tenía 10 años fuimos a la casa de la abuela y mi papá y mi mamá insistían en que fuera yo con ellos para comer fuera de casa, pero yo decidí quedarme con los abuelos y solo se fueron ellos dos y mi hermano Daniel. 1, 2 horas más tarde hablaron por teléfono diciendo que mis padres habían tenido un accidente y que desafortunadamente los tres habían muerto al instante. Alma se llevó la mano a la boca sorprendida de la noticia y sintió tristeza- ¡Oh! Enrique, cómo lo siento. -No te preocupes, hace tanto tiempo de ese accidente que la verdad ya me acostumbré, claro que al principio me dolió muchísimo, pero lo fui asimilando con el tiempo hasta dejarlo en ese pasado. He vivido solo desde entonces, mis abuelos me internaron en un colegio católico en Puebla en dónde estuve la primaria, la secundaria y la preparatoria. Mis abuelos no podían cuidarme porque ellos son dueños de varias empresas y llevaban una vida muy activa. Están continuamente viajando tanto de placer como de trabajo, no se podían hacer responsables de un muchachito de 10 años. En ocasiones me visitaba mi abuela, quien es una persona muy generosa, hizo donaciones a la escuela para que me tratarán bien y para que la escuela tuviera lo necesario en instalaciones como los mejores colegios. En otras ocasiones iba por mí, en época de vacaciones de la escuela para llevarme algún país de Europa o de América del Sur. - Que padre que hayas podido viajar a otros países, eso siempre te da otra perspectiva de la vida y saber de otros países, es interesante. - Así es, es bellísimo viajar y conocer. Bueno, paremos un poco de mi historia y vayamos a comer, ya me dio hambre, ¿tú no? - Si, por supuesto, pero no podía dejar de escucharte. Se levantaron de la banca y se dirigieron al restaurante, estuvieron alrededor del lago viendo los cisnes y comiendo tranquilamente, con charlas de su día cotidiano. A las 6 de la tarde el pasó a dejarla a su casa y ella le comentó que no dejaba de estar de cierta manera triste porque nunca se imaginó qué hubiera pasado una infancia tan traumática de perder a su familia en un accidente, luego estar en un internado de varones. -Pero dentro de lo que cabe- dijo él - estoy bien ahora, tengo tiempo para disfrutar y divertirme, ya terminé mis estudios y mis abuelos me consienten mucho, nunca me perdí de un amor familiar, aunque no pudiera convivir tanto con mis abuelos, los días y semanas que estaba con ellos era el más consentido y apapachado, cualquier niño podía envidiarme. Antes que Alma bajara del auto, se acercó ella para despedirse de el con beso por lo que Enrique aprovechó y le dio un beso suave pero apasionado, se sentía con tal seguridad que Alma le siguió el ritmo del beso con la misma emoción, al terminar, los dos se quedaron observando, con una sonrisa y ella tomándolo con sus manos en las mejillas se acercó y le dio otro beso de despedida en la mejilla y bajó del auto despidiéndose. Pasaron varios días haciendo las mismas actividades sin dejar Enrique su vida deportista. Se seguía viendo con Charly para ir al club de Golf los sábados por las mañanas, más tarde tomaban un refresco o jugo en la cafetería y platicaban un rato de cosas triviales. En uno de esos días, Charly le comento que tenía un tío viviendo en Tequesquitengo tiene una lancha de motor para esquiar en el lago y le dijo que invitara a 8 amigos, hombres y mujeres para que se divirtieran un rato en la lancha y que el pagaría todos los gastos del piloto, así como las bebidas y botanas que les apeteciera. Antes su tío viajaba en la lancha con la familia de su esposa, pero como ya se había divorciado no quería ir solo y siempre invita a amigos esta vez le tocó la invitación a Charly. ¡Qué bueno! - contesto Enrique - y ¿para cuándo sería? - El sábado, dentro de 2 semanas. Para que tengamos tiempo de preparar el viaje y yo de juntar amigos, invita a Alma Delia y sus amigas, ¡no? Especialmente a Judith - comentó con una leve sonrisa dando a entender su interés en ella. - ¿En verdad quieres que vaya? - Pues ¿porque no?, sería bueno hacer amistades, quizá más tarde salga algo bueno. Los dos rieron y se dieron un abrazo de despedida. Más tarde, cuando Enrique vio a Alma Delia le comento sobre el paseo y a ella le gustó la idea, pues hacía tiempo que no tomaba un descanso, ni sola ni con sus amigas y comentó que sería una agradable sorpresa y distracción para todas. Enrique y Alma Delia se siguieron viendo frecuentemente, tenían vacaciones de la universidad y vivieron día con día su romance floreciente. Ella por su parte, lo invitó al gimnasio en dónde hacía ejercicio, iba normalmente todas las mañanas antes de ir a la universidad, pero ahora irían un poco más tarde para que los dos tuvieran la oportunidad de hacer ejercicio. El amor entre ellos iba creciendo. Alma Delia se sentía soñada, jamás imaginó tener un romance tan tierno y afectivo, y con alguien tan especial como Enrique. Ella les platicaba a sus amigas qué se sentía cada día más enamorada de Enrique, porque era un hombre tierno e increíble - Tiene muchos detalles conmigo y me siento feliz con él, me siento… - y dio una pequeña inhalación de suspiro-… completa. - ¡Que padre amiga! - contestó Judith sonriéndole y acercándose a darle una palmada suave en la espalda- ya te merecías algo como esto. - ¡Qué bueno, de verdad me da mucho gusto! - dijo Blanca- hacen una pareja increíble. - ¡Si! -dijo Carlota- dan envidia, pero de la buena. Oigan, necesito ir a comprar unos zapatos, ¿quién me acompaña? - Yo no puedo -dijo Alma- hoy también veré a Enrique. Estamos aprovechando nuestras vacaciones de la universidad al máximo. -Yo sí te acompaño- dijo Judith- no tengo nada que hacer. -Yo también te acompaño - dijo Blanca- quizá también me compre unos. -Bueno, nos vemos chicas- dijo Alma, levantándose de la mesa y oscilando la mano en forma de despido. Ese día quedaron Enrique y Alma de ir por la tarde al cine y después a cenar.
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