Espinas y libertades

1339 Words
Facundo lo había hecho todo; rosas, un auto nuevo para mí y el bebé, inició solo con la casa del árbol, incluso con el frío invernal, remodeló el armario y cambió todo lo de su interior por ropa de maternidad. Tomé mi cena para llevar a la habitación y se puso en medio. —Al menos, cena con nosotros. Royce parecía nerviosa y los demás tensos. Solo se escuchaban los cubiertos y cuando los chicos hablaban lo hacían por medio de susurros. Mi esposo se dedicó a mirarme durante la cena y los chicos a evitar que me mirara, aparentemente nuestros problemas incomodaban a nuestros inquilinos. —Facundo, cómo… estuvo tu día. —Ehmm, bien. Fue bueno. —Me alegro. —contesté. Xiomara se puso en pie y tomó los platos de las gemelas, Xavier el de ella y los otros tres tomaron sus propios platos de comida, se pusieron en pie u ella anunció: —Nosotros vamos a cenar arriba, ustedes necesitan espacio. La chica caminó hacia las escaleras y su hermano mayor soltó un fuerte suspiro antes de tomar la mano en la que no estaban sus anillos, los sacó del bolsillo de su pantalón y me los puso de vuelta. —Eres mi esposa, te resiento cosas y ahora tú lo haces. No somos perfectos, gritamos, pateamos, quebramos cosas y nos vengamos, pero así jamás seremos felices cariños, necesitamos hacer un cambio. Por nosotros, nuestra relación, nuestros hijos, incluso mis hermanos. ¿Me amas? —No se trata de amor — respondí más fuerte de lo que hacía. Bebí un poco de agua antes de volver a hablar—Se trata de confianza y respeto, Facundo. —Lo sé. —Entonces, te pregunto: ¿confías en mí, me respetas? Porque te he respetado como mi esposo Facundo y he cubierto la confianza con esperanza ¿Dime, tú como lo llevas? Después de unos minutos de silencio me puse en pie y caminé hacia mi habitación, tomé un baño con agua tibia mientras leía cosas sobre embarazos múltiples y los problemas que se podían presenta. Facundo ingresó al baño y acarició mi barriga en cuanto se sentó en el suelo. —Te elegí a ti, elegí confiar en que no me engañarías y en que podía ser tu compañero, por lo que respetaría cada espacio y cada cosa que representes, te amo. —Facundo me tengo que cuidar y tengo que planear la cena de Navidad, no quiero estar molesta y no lo estoy, pero, me empieza a amargar lo dolida que me siento. —Lo entiendo. —Planearás la fiesta y me tomaré unos días, solo para descansar, me está doliendo mucho la cabeza. Laini ayudará. Tomé dos días en uno de los hoteles Laggun, miré un poco de vino sin alcohol y probé mi comida mientras escuchaba el sonido de las olas golpear la arena y moverse a causa de la brisa. Comí hasta el último bocado y me quedé disfrutando de la noche. Desde pequeña me enseñaron que no se podía estar molesto por mucho con las personas a las que amábamos, no podía molestarme por mucho tiempo con mis hermanos, con mis sobrinos o mis padres, pero cuando se trataba de Facundo solía ser más confuso, éramos como una jodida montaña rusa y lo odiaba. —¿Está disfrutando, Señora Laggun? —Sí, hasta hace unos minutos. —respondí y la mujer se sentó al frente. La mujer tenía el cabello castaño con alguna cana encima, sus ojos eran verdes, su piel morena, una dentadura perfecta y un rostro sin arrugas, nada que un buen cirujano no hubiese podido quitar, sin importar lograba que mi esposo olvidara sus promesas. —¿Qué quiere? —Es curioso, sí ¡tienes algo que quiero! —dijo con una sonrisa y me extendió un sobre blanco. Saqué lo del interior, y observé las fotos. —Quiero a Facundo, de vuelta y rápido. Sé que no quieres dinero porque ya tienes, la casa… te puedo conseguir uno mejor, los niños no me importan. Quiero lo que tienes. —Sí, mi marido no está en venta o propuesta de divorcio. —comenté, ella rió y le dio vuelta a las fotos. —Sí... cariño, las fotos no dicen lo mismo. —Ivana, qué estás ¿haciendo aquí? —preguntó Facundo. —Lo que nos gusta hacer, aparte de estar en la cama, por supuesto, negociar. —Ivana, eres un polvo de media noche, cuando mi mujer no está cerca. Me parece chistoso y sexi, lo que puedas dar, cuando mi mujer está llama o veo una foto de ella tú no estás siquiera en la lista. Serena es mi esposa, tú ni siquiera eres mi amante. —Ivana rió —Cariño, seré más que su amante. —Advirtió. —¿Qué harás matar a mi esposa y embrujarme? —preguntó Facundo, quien se mostró severo ante la escena que la mujer quería dar. —Haré lo necesario. —Dijo antes de irse. Facundo se sentó a mi lado y negué con la cabeza. —Espérame en la habitación, quiero estar sola. —Nos veremos en unos minutos, por favor no desaparezcas. —Dijo y depositó un beso en mi frente. Inicio del Flash Back. Estaba acostada en mi cama, encerrada en mi habitación después de una cena familiar, mis hermanos estaban metiéndose en mi vida cuando mi padre aclaró que lo que Facundo y yo teníamos no era cualquier relación, mi novio había decidido pedir permiso y aclarar nuestra situación con mis padres y él parecía encantado. Como Facundo no me había dicho nada, le llamé y cuando escuché del orgullo en su voz sentí cómo una hoguera se encendía dentro de mi cuerpo; ¿Estaba pensando cuando dijo eso? Era tan simple como detenerse a preguntarme si eso era lo que quería. —Serena, qué pasa contigo, por qué te molesta, es un gran gesto. —Mamá … —Sabes a veces los imagino felices con muchos hijos, él es el hombre de tu vida, solo encuentras un amor así una vez. —¿Un amor así? —Ese hombre que te enloquezca; pelean, se reconcilian, amas hasta que se vuelve una montaña rusa. —Mamá, no lo amo, ese es el problema. Quiero a Facundo, lo admiro, me encanta, es todo... pero no lo amo. —Equivocarse es de humanos; a veces sentimos que amamos demasiado al hombre equivocado o tras que amamos poco al hombre que nos ama. —Mamá, sal de mi habitación, no quiero hablar con nadie. —Te voy a decir una cosa, prefiero al tipo que da la cara y pide entrada por más cursi, patético y ridículo que se vea, que al chico que no da la cara. —j***r, se te metió Shakespir. —Sí Dante. —Dijo antes de salir. Una semana más tarde salimos a comer, Facundo se veía relajado y yo continuaba molesta ante su escena, quería saberlo todo y no exactamente para comerlo a besos, sino con tortilla. —¿Qué pasó contigo y por qué? —Serena, mi papá iba a darme un dinero, pero no tengo una relación formal, entonces… adivina hice lo necesario. —Ni siquiera somos novios. —Lo sé, pero la gente necesita creer eso, —dijo eso y me tomó de la mano. —tú y yo podemos tener los detalles. —¿Detalles?—reí sarcástica. —¡Detalles!, serán cuantas veces tenemos sexo. —Y con quién. —¿Quieres una relación de apariencias? —pregunté impresionada. Facundo era demasiado correcto, lo sabía, él era una persona recta hasta que me crucé en su camino. —No quieres ser mi novia, sé que estás encaprichada con tu soltería. Estamos en momentos distintos. —¿Puedo acostarme con quien quiera, pero nadie tiene que enterarse, ni siquiera tú? —pregunté sorprendida ante su propuesta. —Lo mismo para mí. —afirmó Facundo con una sonrisa. —Me encanta ser tu novia. —dije y me acerqué a besarle.
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