Seay parpadeó al ver la axila desnuda de su hermana. Hablando de cosas que veía constantemente. Un millón de veces había contemplado las axilas depiladas de su hermana sin sentir gran cosa. Pero esta primera vez, un millón de veces, fue diferente. Su pene, aún atrapado en su agarre, palpitaba. Lo apretó. Imploraba algo más que un simple apretón. Prácticamente gemía allí, bajo las sábanas.
"Sí", dijo ella en voz baja, sonriéndole radiante. "Eso es todo lo que me afeité".
—Yo, eh —balbució Seay—. Me siento mal. Ni siquiera me afeité la cara hoy.
"Está bien", se rió ella.
"Oye, ¿Trace?"
"¿Sí?"
"Eres como... bueno. No importa."
Seay pensó mejor en lo que estaba a punto de decirle directamente a la cara a su hermana gemela.
"¿Qué?", dijo ella. "¿Qué?", repitió. Lo animó.
"No es nada."
