"Qué raro." —Son las drogas, ¿no? "Definitivamente las drogas." "Mhm. Drogas." "Mmm." "Me encanta tu sabor". "Me voy a correr." "¡Hazlo, no, ESPERA!", jadeó. Lo volteó como si fuera un niño. Lo agarró por las rodillas, aún unidas por la ropa interior, y lo empujó hacia arriba, a su postura de siempre, encorvado y autosuccionándose. Ya no podía alcanzarlo. Hacía años que no podía. Pero si se corría así, sería suyo para disfrutarlo. —¡Dios mío! —gruñó—. ¿En serio? "¡CÓRRATE!" le dijo, y aunque probablemente no debería haberlo sobresaltado ni gruñido de nuevo, siguió comiéndole el culo, y él, de hecho, se sobresaltó y gruñó. Nunca se imaginó que alguien le haría esto. Simplemente no se le había ocurrido que alguien quisiera hacerlo, y mucho menos que él quisiera que lo hicieran, y mu

