La cara de Seay se arrugó de alegría y una risa profunda salió de él. "Silencio", rió Tracy e intentó llevarse un dedo a la boca. "¡¡Podemos reírnos!!", rugió y le mordió el dedo. ¡SEAY!, gritó. ¡Le había dolido! Le dio un bofetón. Él rió entre dientes y se apartó de ella. Ella rodó sobre él. "¿Niños?", preguntó papá desde la base de la escalera. "¿Están bien ahí arriba?" "¡Estamos bien!", gritó Seay. "Solo estamos discutiendo algo. La vida en la cabaña. ¿Sabes?" Tracy miró a su hermano parpadeando. ¡Míralo, no se congela por una vez! Y solo le había bastado un buen trago de jugo de Sissy directo a la cabeza. "Vida en la cabaña", repitió papá con una risita. "Trace, ¿estás bien?" "Estamos bien", dijo Tracy, y sentó su trasero desnudo, empapado y feliz, directamente sobre el bulto d

