Celeste incluso se sonrojó un poco, sus mejillas coincidieron brevemente con su cabello rojo.
"Sí, vale, lo somos", admitió. "Supongo que no lo hacemos público".
—Quizás tengamos que cambiar eso —dijo Aurora, besándola en la mejilla.
"Sí, podríamos."
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Todo el grupo terminó en la casa de Riker e Izzy, en su dormitorio.
Izzy se quitó los pantalones y las bragas sin ningún pudor, sin que nadie se lo pidiera. Se recostó en la cama y miró a Riker con cariño fraternal, esperando a que empezara a lamerla.
Las otras tres chicas observaban con una anticipación incómoda, ansiosa y emocionada. Ninguna sabía dónde pararse o sentarse. Una vez que Riker se acostó con la cabeza entre los muslos de Izzy, les quedó un poco más claro que necesitaban estar cerca. Diana se arrodilló en el suelo jun
