Imperio de Impure - Presente.
El cielo nocturno estaba cubierto de nubes que bloqueaban las estrellas y la luna. En la habitación repleta de lujos, sobre la cama matrimonial se encontraba una mujer de piel blanquecina acurrucada en posición fetal balbuceando cosas en medio de su sueño. Sus labios rosados estaban crispados, el sudor cubría su piel y su respiración empezó a volverse irregular, similar a cuando te encuentras desesperado por buscar oxígeno.
Estaba experimentando una pesadilla.
Era la misma pesadilla que la perseguía desde que tenía ocho años de edad.
(…)
Pesadilla de la Emperatriz.
- Olivia, debes de ser fuerte. - La voz de su hermano mayor, el príncipe Blaze apareció en medio de la negrura. - Debes ser más fuertes.
- ¿Qué más fuerte esperas que sea? - Cuestiono, su voz normalmente tranquila sin ninguna emoción evidente cambió, su voz estaba repleta en desesperación
La mujer de piel lechosa giro sobre sus talones intentando buscar en medio de la oscuridad el dueño de aquella voz. Estiró sus manos manoteando el aire, intentando agarrar alguien mientras la angustia empezó a carcomer su ser, de manera abrupta las luces fueron encendidas causando que la joven se encandile. Olivia tuvo que cerrar los ojos por un momento, cuando volvió a abrir sus ojos, espero varios minutos para acostumbrarse a la luz.
Sus ojos oscuros se abrieron de manera abrupta, lágrimas empezaron a bajar de sus ojos recorriendo el camino por sus mejillas, su corazón se empezó a estrujarse.
Era la misma plaza central de su infancia, la misma guillotina.
Las manos finas de Olivia se encontraban temblando, llevo su mano derecha hasta sus labios intentando contener un débil sollozó. Sus ojos no podían apartarse de la cuchilla afiliada que le había arrebato la vida a sus hermanos mayores, una mano tocó su hombro causando que su cuerpo se tensara debido al temor de girarse para observar el mal estado de sus hermanos.
- Olivia, ¿Cuándo vas a venir? - Era la voz cantarina Xavier – Padre y madre no dejan de preguntar cuando te unirás
- No debieron morir por culpa de la codicia de Ernesto. - Murmuró para ella misma.
La mano que estaba sobre su hombro apretó su agarre mientras divisaba la guillotina, sus ojos negros divisaron como el cuerpo de Blaze estaba arrodillado dentro del artefacto mientras el verdugo caminaba en cámara lenta hasta la palanca.
- Olivia tienes que correr, corre hasta que tus piernas no den más. - La voz desesperada de Blaze sonó cerca de su oído, sus fosas nasales se percataron del olor a sangre fresca. - Tienes que vivir
Sus ojos miraron con detenimiento como la cabeza de su hermano mayor fue cortada.
Su entorno volvió a oscurecerse pero en cuestión de minutos se encontraba caminando por el mismo camino que siguieron sus hermanos cuando era una niña pequeña. Cuando giro su rostro a la derecha intentando ver el soldado que la escoltaba, no había un rostro, estaba arrastrando sus pies debido a que su cuerpo no tenía fuerza, no podía sentir sus manos, Olivia camino de manera torpe por las escaleras, sus ojos temblaron al igual que todo su cuerpo cuando la guillotina pudo verse de manera clara, intento gritar pero la voz no salía de su garganta.
- Tía Olivia... Por tus crímenes.- La voz melodiosa de una mujer lleno el ambiente, sus palabras no iban en concordancia con aquella sonrisa encantadora que podía observar. - Te condenó a la muerte.
(...)
Imperio de Impure - Presente.
Un grito ahogado salió de sus labios cuando abrió sus ojos, se sentó sobre su cama, su corazón latía de manera desenfrenada, su cuerpo estaba bañando en sudor e incluso se encontraba temblando debido a las fuertes emociones que sentía por aquella pesadilla que la perseguía desde su niñez.
- Cada vez, se vuelve más realista. - Murmuró para sí misma cruzando las piernas en posición de loto.
La mujer paso sus manos sobre su cabello rubio en un penoso intento por calmar el mal sabor de boca que la pesadilla dejo en su alma.
Los minutos pasaban y aunque su respiración se había calmado debido a su conocimiento en el arte de la meditación aún su corazón continuaba latiendo con fuerza, sin más remedio, la joven se sentó en la orilla de su cama resignada por seguir sintiéndose intranquila. Sus manos blancas se acercaron hasta la lámpara de querosen, encendiendo la misma con cuidado.
La suave luz dorada iluminaba sus facciones delicadas, su piel lucía brillante debido al sudor que lo cubría. Un suspiro débil salió de los labios rosados de la mujer.
- Salir a caminar, debería terminar de calmarme.- Dijo en voz baja para sí misma.
Cuando sus pies descalzos tocaron las baldosas del suelo no puedo evitar que un escalofríos recorriera su espalda debido al frío, su mirada bajo al suelo hasta encontrar sus zapatillas para ponerse las mismas. Se levantó con cuidado de su cama, empezó a caminar hasta llegar a la silla de su escritorio para tomar su chal de color n***o que realizaba contrasté con su bata blanca. La mujer de largos cabellos rubios cuando ajusto debidamente su ropa, sus ojos divisaron su espada sobre su escritorio.
Nunca se alejaba de su arma, sin pensarlo demasiado, agarró su espada guardada en su vaina negra y la colocó sobre su cintura antes de salir de su habitación.
Los pasillos estaban oscurecidos, pero en cuestión de minutos las nubes del cielo se movieron lo suficientemente para permitir que los rayos plateados de la luna iluminarán su pequeño recorrido.
El palacio real se encontraba en completo silencio, los sirvientes e incluso los guardias estaban dormidos en sus camas.
La única persona que deambulaba por esos pasillos desolados era la mismísima Emperatriz de Impure, sus pies se detuvieron frente a una puerta de color naranja pastel, sus manos delgadas temblaban cuando tomo la perilla, Olivia abrió la puerta. Se adentró en aquella habitación, incluso en la oscuridad era capaz de divisar la cantidad de animales de peluche que la joven princesa poseía. Con su mano derecha su espada fue sacada de la funda, y camino hasta un costado de la cama sin dejar de observar el pequeño bulto cubierto por las sábanas rosadas.
Su mirada sin emociones visibles estaba fija en el cuerpo que dormía cómodamente sobre aquella cama, su mano derecha apretó con fuerza el mango de la espada mientras su corazón seguía latiendo sin detenerse.
Sentía todo su cuerpo retumbando por la adrenalina del momento, con cada segundo que pasaba su agarre sobre el mango era más fuerte causando que sus nudillos empezarán a ponerse blancos, en frente de ella se encontraba la persona de sus pesadillas.
La princesa heredera Letizia, su sobrina, la hija del Emperador Ernesto.
La hija del monstruo que le había arrebatado a su familia cuando apenas era una niña inocente. La joven princesa de diez años significaba una amenaza directa para su persona, en cualquier momento los nobles podrían argumentar que la corona sobre la cabeza de la actual Emperatriz le pertenecía a ella. Ortswan estaba consciente de esa posibilidad, era por eso que eliminaba las posibles amenazas en su camino antes que acabarán con su vida.
Esa fue la manera en como había conseguido seguir viva a pesar del infierno que tuvo que recorrer en el pasado.
- Eres una amenaza, pequeña Letizia. - Susurro con voz tranquila, la punta de su espada tocaba el suelo. - No podemos vivir las dos,.
Sus palabras eran duras y verídicas, su corazón empezó a latir con fuerza pero fue incapaz de levantar su espada debido al terror, su cuerpo se paralizó por completo.