Imperio de Impure.
14 años antes de la coronación de Olivia Ortswan.
El príncipe heredero se encontraba delante del balcón principal mientras observaba a su pueblo que esperaba con inquietud sus palabras, Xavier Ortswan mantenía una postura derecha aunque su mente fuera un completo desastre en ese momento.
El Emperador murió en el campo de batalla.
— ¡Ellos van a pagar, pagarán con su sangre el haber asesinado al Emperador! — Grito con todas sus fuerzas, las personas en la plaza que estaban destrozada por aquella pérdida pero la sed de venganza era mayor. Los plebeyos junto a la nobleza levantaron sus voces en gritos de apoyo al siguiente en la línea de sucesión — ¡Se arrepentirán con toda su alma por el pecado que han cometido, por atacar al pueblo sagrado del Diosa Selenophile!
– ¡Vengaremos a nuestro Emperador! – Gritaban los soldados junto a la población sin detenerse.
Los ojos oscuros del tercer príncipe observaron de reojo su hermana menor, sus mejillas blancas tenia los rastros de lágrimas. La princesa Olivia Ortswan lloraba desconsoladamente la muerte de su padre, el joven de cabello dorado sujeto con firmeza la mano de la menor en un intento de consolarla.
— Tienes que ser fuerte Olivia — Susurro en voz baja para que únicamente ella lo escuchara — Lo peor está por venir.
Las palabras de Blaze Ortswan se cumplieron.
Una semana después de la coronación de Xavier como nuevo Emperador, el segundo príncipe convoco a varios soldados Imperiales junto a diversos nobles para tomar la corona mediante la fuerza.
Los soldados se adentraron en el Palacio Imperial a mitad de la noche, el príncipe Ernesto obligo a su hermano mayor a salir de sus aposentos en compañía de su esposa mientras el jefe de la Guardia Imperial intento hacer lo mismo con el tercer príncipe pero termino pereciendo a manos del joven. Blaze escapo de su habitación dezclazo, corrió hasta la habitación cercana donde su madre descansaba junto a su hermana menor. Cuando estuvo cerca de la puerta una maldición se escapó de sus labios, se detuvo de manera abrupta porque varios soldados aparecieron delante de su persona.
Los hombres que deberían de cuidarlo se convirtieron en su verdugo.
— Blaze, siempre fuiste bastante escurridizo – Comento tranquilo el segundo príncipe con voz burlona.
— Ernesto… - Blaze mantenía su mirada en la espada que sujetaba su hermano mayor, el arma goteaba sangre. - ¿Te has vuelto loco? – El joven era capaz de sentir como el mana empezaba a correr por su cuerpo — La ley de fratricidio…
— No esperare que Xavier muera para gobernar. — Dijo con simpleza, antes de levantar su espada apuntando a la garganta de su hermano. – Padre se equivocó al nombrarlo heredero, en tu caso, eres una amenaza para mí.
– Una amenaza – Comento sarcástico mientras el mana de color turquesa se acumulaba entre sus dedos. - Siempre fuiste extremadamente codicioso.
— Eres más listo que Xavier, eres capaz de ganarte a los nobles sin esfuerzo… — Susurro antes de ladear la cabeza a la izquierda con una sonrisa de oreja a oreja – ¡Arresten al traído!
Blaze apareció su arma, un látigo de un color rojo brillante que intimido a los soldados ocasionando que retrocedieran. Ernesto reprendió a sus soldados, camino con pasos seguros hasta estar en frente de su hermano menor antes de empujar su espada al frente con agresividad, con poco esfuerzo el menor logro esquivarlo.
— ¿Eso es todo? – Cuestionó sarcástico antes de que en su rostro aparecía una mueca de burla — Eres una decepción — Comentó sacando una pequeña daga de su pantalón de pijama
Blaze en un hábil movimiento logro cortar la mejilla contraria causando que una sonrisa de satisfacción apareciera en su rostro, la sangre del traidor estaba siendo derramada.
— Te vas a arrepentir de esto, mocoso – Susurro antes de volver a ver a su hermano menor
Ernesto se abalanzo sobre Blaze, el látigo del menor sujeto la espada de un soldado cercano, el tercer príncipe sujeto con firmeza el arma antes de chocar espadas. Blaze giro sobre su propio antes de empujar su espada en la dirección de su hermano mayor dando una fuerte estocada causando que el hombre rubio tuviera apenas un ligero momento para esquivar. Diversos golpes fueron dados entre ambas armas, en un pequeño descuido Ernesto logro patear el estómago de su hermano causando que este se arrodillara frente a él aún con la espada en mano.
Una estocada en dirección a la derecha fue bloqueada con maestría antes de levantarse para volver a quedar cerca del otro con las espadas encontradas a escasos centímetros, estaban buscando afectar la fuerza del otro para debilitarlo. Las espadas estaban empezando a vibrar mientras humo turquesa así como n***o salía de cada una de ellas subiendo como serpientes por las piernas del contrario.
— ¡Hermano! — Un grito agudo llamo la atención de Blaze ocasionando que se distraje
— ¡Olivia, corre junto a madre! — Grito la orden mientras giraba el rostro para observar a su hermana aterrada. Una mueca de enfado apareció en sus labios al darse cuenta que varios soldados intentaban agarrarla — ¡Corre, no dejes que te toquen! Iré detrás de ti
— Perfecto, siempre ha sido una niña oportunidad — Felicito su hermano mayor.
El segundo príncipe del Imperio aprovecho la oportunidad para patear el estómago de su hermano causando cayera al suelo de espaldas, los ojos oscuros de Blaze reflejaban su molestia. Escuchó los gritos de su hermana menor pidiendo a los guardias que la soltaran junto a su madre quien fue sacada a rastras de la habitación. Los soldados lanzaron a la joven princesa, así como la reina viuda a los pies del nuevo jefe de Estado. Blaze se acerco para abrazar a su madre así como su hermana menor quienes estaban asustadas temblando en el suelo, la situación era perjudicial para los tres, se encontraban a merced del usurpador del trono quien era codicioso.
Blaze decidió usar su magia al máximo de sus capacidades, el joven creo un escupo junto a un círculo de teletransportación pero el rebote golpeo su cuerpo.
- Eres débil. – Ernestro se burló desde el otro lado del escudo mientras observaba la sangre bajar de a nariz de su hermano. - No podras escapar de mí.
(…)
Su intento de escape fallo.
La joven princesa de ojos oscuros se encontraba sentada en el suelo de la celda, sus rodillas estaban a la altura de su pecho mientras se abrazaba a si misma sollozando en completo silencio. Blaze Ortswam estaba a su lado acariciando su cabeza alentándola a sacar esas emociones.
Un cambio tan drástico en menos de una semana, era demasiado para una niña de ocho años de edad.
— ¿Por qué? — Cuestionó la pequeña con una voz temblorosa mientras levantaba su rostro, sus ojos negros como la noche distinguieron la figura de su madre caminando de un lugar a otro dentro de la celda— ¿Por qué Ernesto nos está haciendo esto?
— Es la ley del fratricidio. — Escucharon una voz débil en la celda de al lado, era una voz que los tres conocían a la perfección.
— ¿Xavier? — Cuestiono el tercer príncipe, escuchando un pequeño ruido de confirmación del Emperador. — Ernesto me atrapó primero.
- ¿Dónde está Lyra? – La Emperatriz viuda cuestiono angustiada.
El silencio se instalo en el lugar, escucharon un pequeño sollozo escapar de la garganta del mayor de los hermanos.
- Ernesto nos sacó de nuestra habitación madre, Lyra murió… — Un sonido de queja llegó hasta los oídos de los presentes
— Estás herido — Menciono la Emperatriz viuda antes de que un pequeño suspiro saliera de sus labios — Siempre supe que ese chico sería un problema en algún momento, sin su padre en este lugar... No tiene nadie quien le establezca límites.
— ¿No puedes hacer nada, mamá? — Cuestiono la pequeña niña esperanzada
El silencio volvió a adueñarse del lugar. Los tres que conocían la realidad eran conscientes que en esta situación no podían hacer nada, debían esperar las locas ideas en del nuevo Emperador de Impure. En ese momento, Ernesto Ortswan apareció en el calabozo delante de la celda de sus hermanos mientras una sonrisa sádica aparecía en sus labios.
— Mi hermosa familia, toda reunida en una asquerosa celda donde siempre debieron de estar. — Dijo observando a su familia.
Una mueca de disgusto apareció en labios cuando se percató que la antigua Emperatriz y Blaze continuaban buscando proteger a la pequeña princesa con sus cuerpos.
— Incluso en esta situación, intentan cuidarla, me dan asco — Dijo escupiendo saliva al rostro del joven de cabello dorado con pecas en sus mejillas, Xavier soltó una maldición.
— ¿Qué vas a hacer? — Cuestiono la Emperatriz sentada al lado de su hija sin dejar de abrazarla por los hombros — Aún en estos momentos, sigo siendo la Emperatriz regente de este lugar y en algún momento mi pueblo se dará cuenta de tus acciones.
— Estoy mirando a cuatro traidores a la corona que han planeado la muerte de mi padre con los enemigos en la guerra. — Dijo con tranquilidad la acusación causando que la pequeña se estremeciera
— ¿Quién te va a creer? – Xavier se apresuró a contestar. – La Corte Imperial no van a creer en tus palabras.
— Soy el Emperador, mi palabra es suficiente — Dijo arrogante — Por los momentos, Anaïs me eres de utilidad por ser la Emperatriz... Ustedes tres por otro lado me estorbaran.
— Déjala vivir — Dijeron ambos príncipes refiriéndose a su hermana menor — Es una niña pequeña, no conoce a ningún noble que pueda ayudarla ¿Por qué sería una amenaza para ti? — Cuestiono Xavier intentando buscarle una oportunidad de vida a uno de sus hermanos. Es el mismo caso con Blaze, no tiene contando con los nobles como es mi caso ¿Qué amenaza puede ser? Si quieres la corona, puedes matarme.
El silencio volvió a cubrir la celda mientras Ernesto pensaba. Xavier había logrado generar una pisca de duda en su hermano menor con la esperanza de que sus los demás pudieran vivir a diferencia de su persona.
(...)
En la plaza central del Imperio de Impure se encontraba instalada una guillotina, la Emperatriz Anaïs portaba un vestido n***o en compañía del Emperador Ernesto junto a la pequeña Olivia observando desde la tarima.
– Traigan a los traidores — Dijo Ernesto de manera autoritaria
Los ojos oscuros de la inocente princesa estaban fijos en la carretilla que estaba a poca distancia, podía observar como sus hermanos mayores portaban ropas sucias y andrajosas mientras eran arrastrados por los soldados del palacio en dirección a la guillotina. Sus ojos comenzaban a llenarse de pequeñas lágrimas al notar a su hermano Xavier quien mantenía la cabeza en alto. Cuando sus ojos se encontraron, la joven princesa fue capaz de escuchar la voz de su hermano en su cabeza debido a sus habilidades otorgadas por el Dios San Shin-Yue.
— Olivia tienes que ser más inteligente a partir de este momento, ninguno de los dos podremos cuidarte más. Perdónanos. — Su mirada a pesar de los insultos de la población en ningún momento se alejó de su hermana, quien estaba empezando a llorar — Eres una joven fuerte, y el Dios Cathán te ha bendecido. Por favor, cuídate mucho
La pequeña niña solamente logro asentir torpemente con su cabeza, sus ojos pasaron a la persona que venía detrás, su hermano mayor Blaze arrastraba los pies con la mirada gacha junto a sus manos atadas mientras dejaba ser empujado o golpeado por los soldados.
Blaze... Se había rendido ante su trágico destino, no tenía el valor suficiente para enfrentarlo de la misma manera que su hermano mayor.
La Emperatriz tenía sus puños apretados debido a la impotencia, no podría salvar a sus hijos de una muerte injusta y carente de sentido. Xavier sin perder su dignidad así como confianza que lo caracterizaban subió las escaleras con pasos firmes, se arrodillo delante de la guillotina estando al lado del nuevo Emperador. Sus ojos estaban fijos en el fondo de la plaza, en concreto, estaban mirando a una persona encapuchada que estaba en compañía de dos soldados disfrazados como civiles.
— Xavier Ortswan, eres acusado de alta traición por haber conspirado con el ejército enemigo ocasionando la muerte de tu padre. — Dijo de manera fría e autoritaria su hermano menor, los gritos de indignación de la población se escucharon con más fuerza – Además se le suma el asesinato de las siguiente Emperatriz, deberás pagar con tu sangre tus acciones.