Capítulo 018

2651 Words
La Biblioteca Imperial del Imperio de Impure, era uno de los lugares más importantes en el continente con respecto al conocimiento. En los países vecinos así como en los otros continentes se mencionaba que en esas cuatro paredes descansaban dos mil años de conocimiento. Sin embargo, entre esas cuatro paredes también descansaba un artefacto antiguo, denominado como "El Castigo de la Oscuridad". Los ojos color avellana del joven noble admiraban con detenimiento el artefacto en sus manos, era la primera vez que tenía la oportunidad de divisar un artefacto antiguo e incluso debía de admitir que se encontraba ligeramente decepcionando después de presenciarlo. Era un cubo de cristal que emitía un color azul oscuro mientras los laterales posean un metal desconocido para su persona, el metal que brillaba de un color oscuro de manera tenue cuando el sol lo reflejaba creaba un triángulo acompañado por un pequeño círculo en medio de las caras del cubo*. Paolo con cuidado retiro su guante de la mano derecha, empezó a caminar hasta las escaleras que llevaban al pilar donde descansaba "El Castigo de la Oscuridad", mientras sus pasos resonaban en contra del mármol blanco, desde el tragaluz era posible darse cuenta que las nubes de tormentas estaban avisando que dejarían caer la lluvia. - En un libro, este tipo de escenarios causaría que el lector pensara que cosas malas estarían a la vuelta de la esquina. - Murmurro para sí mismo antes de llegar delante del pilar. - Es un objeto tan pequeño, parece ilógico que sea capaz de destruir un gran castillo. El joven estiro su mano derecha, sujeto con calma el pequeño cubo de cristal mientras movía entre sus dedos el objeto con una mirada curiosa, parecía irreal que este pequeño objeto fuera capaz de destruir edificaciones hasta dejarlas en cenizas, al mismo tiempo creía que era imposible que almacenara miles de años durante de información. Los civiles pensaban que este pequeño artefacto era una maquinaría de destrucción, sin embargo, los nobles, la Iglesia junto a la familia real conocían la doble función. Usando un poder indescifrable era capaz de aclarar el pasado así como el futuro de cualquier ser vivo únicamente con el nombre del mismo. - Debe existir una manera para abrirse. - Las palabras de Paolo eran el único sonido que irrumpía en la biblioteca, giro sobre su propio eje antes de empezar a bajar las escaleras. - La familia real debería de conocer la forma de abrirlo, ah... - Una mueca de disgusto aparecía en los labios del joven, dejo el objeto en la mesa más cercana donde descansaba su libreta. En ese momento se percato que carecía de una pieza clave. - La cerradura, la Emperatriz debe ser la única persona en este mundo que conoce como abrirlo entonces ¿Por qué demonios me ordeno usarlo? La línea de pensamiento de la mujer parecía extremadamente ilógica. Cavendenshi tenia tres semanas desde su nombramiento como concubino intentando obtener alguna información sobre el líder de la Mafia de Black dog, sin embargo, sus investigación aun no tenían resultados. El joven de ojos avellana estaba empezando a frustrarse, su rostro se encontraba más pálido de lo normal por pasar todos los días encerrado en la biblioteca, sus ojos lucían cansados e incluso era evidente distinguir las ojeras oscuras. Los días sin dormir de manera adecuada estaban empezando a pasarle factura. Una idea se instalo en su mente, implorar a alguna deidad por su colaboración para poder encontrar la respuesta que necesitaba, una sonrisa incomoda apareció sobre sus labios delgados antes que una risa amarga saliera desde el fondo de su garganta. La familia Cavendeshi era extremadamente religiosa a diferencia de su persona que declaraba ante la Corte Real su carencia de una creencia religiosa de un Dios existente en esta tierra. Sin embargo, el joven era capaz de sentir como su inquietud aumentaba debido a la angustia de no conocer a ciencia cierta como obtener las respuestas que requería, conociendo que las vidas de su familia dependían directamente de sus avances. El joven de ojos avellana tenía la sensación de que alguna persona estaba sujetando con fuerza su cuello en un intento de ahorcarlo, el aire estaba teniendo dificultades para avanzar a sus pulmones. Su cabeza empezaba a palpitar por un ligero dolor de cabeza, su corazón latía de manera desenfrenada e incluso sus ojos estaban comenzando a ver de manera borrosa. - Cuando estés angustiado, intenta rezarle a Dios para buscar el consuelo que tanto anhelas. - El recuerdo de las palabras de su madre apareció en su cerebro. Una sonrisa burlona apareció en sus labios ante el recuerdo que llego a su mente. - ¿Qué puedo perder? - se dijo a si mismo con una suave burla ante tal situación, levanto su mirada al techo mientras entrelazaba sus manos antes de cerrar sus ojos. - Mi señor, si es cierto que usted conoce todos los corazones de sus hijos. Imploro para que pueda iluminar mi camino para obtener las respuestas que requiero para salvar la vida de inocentes. Sus rezos quedaron a la mitad porque un fuerte zumbido golpeo sus oídos, el joven de cabello marrón llevo sus manos hasta ambas de sus orejas. Su nariz se encontraba arrugada ante el dolor que experimentaban sus oídos acompañados con el dolor de la cabeza, de manera débil una maldición salio de sus labios. El Castigo de la Oscuridad se encontraba temblando de manera violenta en la mesa. Paolo se levanto rápidamente de la mesa, retrocedió unos pasos para desenvainar su espada, sus ojos avellana observaron con precaución el cristal azul que empezaba a cambiar a una tonalidad más oscura, diversos ruidos similares a alaridos de bestias salían desde el interior. Cavendeshi empezó a canalizar mana alrededor de color gris al rededor de la vaina de su espada, desvío su mirada al nivel acumulado antes de lanzar una estocada al dispositivo. Un escudo bloqueo el golpe, un pequeño jadeo de sorpresa salio de los labios delgados del joven. El color del cristal era n***o así como el metal que lo envolvía evitando que pudiera distinguir donde comenzaba el metal. - ¿Qué demonios...? - Su voz sonaba enojada, sus cejas estaban fruncidas mientras apretó con fuerza la vaina de su espada. - ¿Esta es la respuesta que Dios debería de darme...? ¡No deseo entonces su colaboración! El sonido empezó a aumentar así como el dolor de cabeza, una fuerte luz de color rojo golpeo su vista de manera repentina generando que cerrara sus ojos para salvaguardar su vista, sin embargo, en ese momento el filo de diversas armas se clavaron más arriba de su rodilla izquierda así como su abdomen bajo. Paolo mordió su labio inferior en un intento de contener el dolor que experimentaba, parecía que con cada respiración esas armas afiladas se incrustaban cada vez más profundo en su interior. - Nota mental, no volver a rezarle a ninguna deidad. - Pensó para sí mismo. Sus ojos empezaron a abrirse con dificultad, su mirada bajo hasta las zonas que le causaban dolor. El asombro golpeo su cuerpo, no habían armas incrustadas en su persona, únicamente podía distinguir su pantalón beige empezar a teñirse de rojo así como su camisa blanca. ¿Cómo era posible que no estuvieran presentes armas, cuando él sintió el filo clavarse en su carne? Sus fuerza empezaba a disminuir, mientras los segundos pasaban sus la fatiga golpeaba su cuerpo. En un intento por permanecer en pie desenvaino su espada mientras se tambaleaba para clavarla en el suelo de mármol antes de arrodillarse sintiendo las punzadas de doler recorre su cuerpo entre tanto mordía su labio inferior para reprimirse, la fuerza que estaba ejerciendo sobre su labio causo que el mismo se rompiera permitiendo que un hilo de sangre empezara a caer hasta su mentón. Su mano derecha se encontraba temblorosa mientras la acercaba hasta su abdomen bajo durante un pequeño intento por detener la hemorragia. Fue incapaz de usar la fuerza, porque su cuerpo estaba extremadamente débil, para evitar el sangrado e incluso cuando su mirada avellana bajo hasta su mano la encontró ensangrentada. - Debo salir de aquí, en este estado me temo que no podre hacer nada para detenerlo... - Admitió en voz baja antes de ladear su cabeza a la derecha. - Es un escudo fuerte e incluso parece devolver el golpe con una intensidad aumentada así como un arma invisible para el ojo humano . - Su voz empezaba a sonar opaca, sus ojos empezaban a parpadear buscando caer en los brazos de morfeo. - La mujer de este palacio esta loca, los objetos que tiene aquí están lejos de toda la razón... Son tal para cual Su mirada empezaba a ser borrosa e incluso su nivel de energía comenzaba a disminuir causando que la simple acción de mover uno de sus dedos fuera una tarea complicada. El cubo de cristal continuaba moviéndose de manera desenfrenada aumentando la preocupación del Vizconde que intentaba detenerlo para evitar daños en el castillo, así como salvaguardar su vida en el proceso. Unos pasos rápidos se escucharon cercanos a su persona. Cavendeshi giro su cabeza detrás de él, sus ojos adquirieron el brillo de la esperanza cuando distingo a soldados de la Guardia Imperial aparecer hasta colocarse delante de su persona para protegerlo del artefacto mágico. Su mirada regreso al frente mientras apoyaba su rostro en su antebrazo sintiendo como el líquido caliente continuaba saliendo de su cuerpo, sus ojos se cerraron. El joven de cabello castaño cerro sus ojos en un pequeño intento para agarrar fuerzas para levantarse, sin embargo, su conciencia empezó a desvanecerse. Paolo se desmayo debido a la perdida de sangre. Cuando su cuerpo empezaba a desplomarse hacia atrás, fue sujetado por unas manos delicadas que evito un posible un daño mayor. Los ojos negros de la princesa Letizia se encontraron con los marrones de un soldado quien se rodillo junto al cuerpo de la princesa del Imperio antes de sujetar el cuerpo del nuevo integrante del harem de la Emperatriz. - ¡Debemos sacarlo de aquí! - Dijo de manera rápida la joven princesa, Jakiroe asistió con la cabeza antes de sujetar el cuerpo del vizconde estilo nupcial para levantarse. - Su alteza, este delante de mi mi. - Ordeno. - Jaki, debemos de avisare a mi tía . Dijo la princesa aun en en el suelo, parecía estar al borde de la desesperación. Un suave suspiro escapo de los labios delgados, Jaki empezó a buscar con la mirada a uno de sus hombres de confianza. - Merikh, ve a informarle de este incidente a la Emperatriz, se encuentra en la sala de reuniones trabajando con su gabinete. - Era consciente que la Emperatriz estaría molesta por la interrupción. - Dile que es una orden de nuestra princesa. - ¡Si, mi capitán!! Se apresuraron a salir de la biblioteca para adentrarse en el Palacio de Jade, las habitaciones del Palacio real eran lujosas, el cuarto asignado a Paolo Cavendesnshi no era la excepciona a esa regla. Las paredes de la recamara eran de color blanco puro con decoraciones incrustadas de oro así como piedras preciosas, el techo era una composición de collage de cristales de diversos colores que dibujaban el logo de la familia Imperial. Sobre las sabanas azul claro descansaba el cuerpo del segundo concubino real, mientras una joven de cabello color miel observaba atentamente como su pecho subía y bajaba con preocupación. Unos ojos grises observaron atentamente a la princesa antes de acercarse para colocar sus manos sobre los hombros del arco-iris del Imperio. - Su alteza. - Susurro con voz tranquila cerca de su oido, Letizia giro la cabeza encontrándose con los ojos de su niñera mientras tenia sus grandes ojos negros cubiertos de lagrimas. Aunque el Vizconde tenía menos de una semana en su hogar, en poco tiempo le había agarrado cariño. - El señor Paolo estará bien, su tía viene en camino para atenderlo personalmente junto al medico Imperial. - Wren... - Dijo con la voz temblorosa mientras se lanzaba a abrazar a su niñera. (...) Los ojos café de Merikh trasmitían su angustia después de escuchar aquella amenaza, por inercia trago un poco de saliva antes de dejar escapar el aire que no sabía que estaban reteniendo sus pulmones. La presencia de Olivia era intimidante para cualquier persona que estuviera cuerda, se armo de valor para llevar su mano derecha hasta su corazón en señal de respeto al monarca antes de abrir sus labios para contestar con voz firme. - "El Castigo de la Oscuridad" ha enloquecido. - Esa fue su respuesta a medias porque los nobles empezaron a hablar entre ellos sobre este acontecimiento. Los ojos oscuros de la Emperatriz eran inexpresivos pero una de sus cejas estaba levantada en señal de extrañeza, la joven realizo un ademán con su mano para que continuara. - Estábamos pasando por la biblioteca debido a que la princesa Letizia quería buscar un libro, escuchamos ruidos extraños de la zona donde descansaba el objeto divino así que fuimos a investigar... Nos encontramos al joven Paolo herido delante del objeto mientras tenía un comportamiento extraño. - ¿El Vizconde fue herido en el Palacio? - Dijo uno de los nobles que sentía envidia por el Conde Franchesco. - El objeto ha estado inactivo durante muchos años, el joven Cavendeshi debió de realizar una acción para causar esa reacción. -Incluso los concubinos tienen algunas áreas del Palacio restringidas, el Vizconde no debió de estar en ese lugar. - Se apresuro a decir el ministro Taric - Paolo se encontraba en ese lugar porque le ordene que usara el dispositivo para reducir el tiempo de busquedad de la mafia de los Vampiros. - Dijo la mujer con una voz tajante, su mirada viajo hasta el Primer Ministro quien trago saliba mientras una gota de sudor empezaba a bajar por su frente. - Señor Traqic deseo ver su anunció público esta noche, dejemos el resto de nuestros asuntos para el día de mañana, todos deben de estar aquí una hora antes. - ¡Si, Emperatriz! - Dijeron todos en unísono. El hombre de cabello rojo dejo escapar un pequeño suspiro de sus labios mientras sentía la mirada severa de la joven, aunque la orden no saliera de sus labios era evidente lo que deseaba. El Primer Ministro debía de ordenar la agenda de la reunión del día de mañana, así como realizar el seguimiento de los presentes en caso de que información de interés estatal estuviera siendo filtrada a los otros reinos. - Realizare mi trabajo de manera eficiente, mi señora. - Le aseguro antes de verla asentir para observar al hombre de ojos marrones que estaba inquieto. El Conde Cavendenshi estaba mordiendo su labio inferior mientras una de sus piernas se movía de arriba abajo en un pequeño intento por permanecer la calma, sus ojos marrones se veían agobiados e incluso su respiración era más pesada que antes. La joven de ojos negros admiraba en silencio las reacciones de un padre preocupado que no podía salir corriendo por su hijo debido al ambiente donde se encontraba. Una pregunta se instaló sobre su mente. ¿Mi padre tuvo una reacción similar cuando se enterró que me lastime con mi propia magia mientras estaba en el campo de batalla? En su corazón, Olivia deseaba realizarle esa pregunta al Conde pero no era el momento apropiado. Sus labios gruesos pintados de rojo se abrieron al mismo tiempo que empezó a caminar para llegar a la puerta en compañía del Soldado que fue enviado para darle la noticia. - Señor Franchesco. - Los presentes se sorprendieron al ver que eligió evitar señalar el titulo de la nobleza, esas acciones únicamente eran para personas que se estaban convirtiendo en familia. - Vayamos a ver el estado de su hijo. - Si. - Dijo levantándose de su silla casi desesperado.
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