Capítulo 012

2701 Words
En ese momento el heredero del territorio de Newcastle fue capaz de distinguir las múltiples siluetas humanas a su alrededor brillando con un color morado intenso, ese era el color del miedo. El joven de cabello castaño se acerco a una de las siluetas de manera lenta, sus dedos tocaron parte de ese color para modificándolo causando que ahora el color fuera más tenue. La capacidades mágicas de Paolo Cavendenshi eran fuera de lo común. Su habilidad de leer los pensamientos e incluso de sentir las mismas sensaciones corporales de los demás, la mayoría de las veces se escapaban de su control pero la capacidad de poder modificar las emociones necesitaba una mayor cantidad de esfuerzo generando un desgaste físico que dependía de la cantidad de personas que modificaba. Cambio las emociones de doscientas personas al mismo tiempo. Él abrió sus ojos con calma, sin embargo su vista era borrosa, su cuerpo se desplomo al suelo llamando la atención de Adonis que se encontraba a su lado. El joven de ojos grises lo observo con una mirada calculadora mientas que su padre, quien comprendía la situación, se acerco rápidamente para ayudarlo a levantarse. - ¿Por qué lo hiciste? - La voz del Conde Francesco se escucho en el oído de su hijo, su voz sonaba molesta. - En caso que se den cuenta ¿Qué vas a hacer? El Conde del territorio estaba molesto así como preocupado debido a la alta probabilidad que la corona eligiera usar sus habilidades. Su hijo conocía los riegos que implicaba trabajar directamente para la familia real, entonces ¿Por qué arriesgarse de esta manera por la servidumbre? - Es una baja probabilidad. - Susurro a su padre de una manera casi inaudible por el cansancio. - ¿Qué te sucedió? - Cuestiono Adonis mirándolo fijamente, los ojos avellanas de padre e hijo cambiaron de discrecional para ver al hombre que cargaba entre sus brazos a la mujer más poderosa del momento. - Mi hijo en estos momentos se encuentra mal de salud, una cantidad excesiva de esfuerzo causa que su cuerpo se desplome e incluso palidezca. - La voz de Francesco sonaba segura de sus palabras, pero su corazón latía sin parar por el temor ante la mirada dudativa así como gélida del líder de la guardia real. Ante los ojos grises ambos hombres de la familia estaban escondiendo algo pero tenía algo más importante que atender como para interrogarlos arduamente. - Debe ser el esfuerzo constante por mantener a raya a esos desgraciados. - Los presentes se sorprendieron por su vocabulario pero para Adonis cualquier persona que lastimaba a los demás no era merecedor de su respeto. - ¿Estabas encargado de la investigación, no? - Si, ese era mi trabajo. - Comentó mientras era ayudado por su padre a colocarse de pie. - La investigación fue realizada durante día y noche sin demasiados descansos. - La batalla contra el líder de la mafia de Black Dog debió terminar de descompensar tu cuerpo. - Los ojos grises analizaron de arriba a abajo el cuerpo de Paolo, era extraño que hasta hace unos cuantos momentos se encontraba en perfectas condiciones pero ahora estuviera demacrado. Escondían algo, eso era definitivo. Sin embargo, debía de poner a salvo a Olivia Ortswan así como notificarle a su hermana menor que era la niñera de los príncipes del Imperio. - Paolo, descansa adecuadamente. - Su voz sonaba tranquila pero sus ojos demostraban su seriedad. Cuando sus ojos miraron a un mayordomo, que se notaba que estaba trabajando por primera vez, una sonrisa lobuna se instalo sobre sus labios. - ¡Tú! Llévame hasta la habitación de la emperatriz. - ¿Eh? - El joven parecía que le daría un infarto. (...) Las horas continuaban pasando sin novedades, el atardecer estaba empezando a instalarse en el cielo causando que la habitación donde descansaba la mujer de cabello rizado, estuviera teñida de un color naranja. Adonis se encontraba recargado en la pared cercana a una de las ventanas mirando el exterior, su mano derecha estaba sobre su mentón que era acariciado por su pulgar mientras analizaba la situación. La preocupación estaba empezando a golpear su corazón. - La regeneración esta tardando demasiado. - Dijo sus pensamientos en voz alta, un suspiro se escapo de sus labios. -¿Por qué? La mente del joven de cabello castaño era un completo caos, aunque no era la primera vez que entre los planes la emperatriz resultar herida para verse como una presa fácil, era parte de su estrategia, pero normalmente sus heridas sanaban con rapidez debido a su habilidad. Algo era diferente esta vez. - ¿Cuanto tiempo dormí? - La voz adormilada de la mujer llamo su atención. La voz de la Emperatriz llego a los oídos de Adonis como una pequeña esperanza, en cuestión de segundos giro su cuerpo para ver la cama donde la mujer descansaba. La piel de Olivia era más pálida de costumbre, sin embargo, sus ojos estaban más alertas que nunca, cuando el joven de ojos grises se percato que estaba Intentando sentarse, corrió hasta su lado. Sus manos se posaron sobre su espalda con cuidado, ejerció un poco de fuerza para ayudarla a recostarse sobre unos cojines en la cabecera de la cama. Sus respiraciones se mezclaron, cuando sus ojos se encontraron la joven Emperatriz fue capaz de distinguir la angustia así como el miedo en ese par de ojos grises que conocía tan bien. Una suave sonrisa se instalo sobre sus labios finos, su mano derecha empezó a acariciar la mejilla izquierda de ese hombre que había estado esperando durante horas su despertar. - Estoy bien. - Dijo en un pequeño intento para calmarlo. - ¿Por qué siempre tienes que hacer esto? - Cuestiono rápidamente sin dejar de verla a los ojos. - ¿Por qué siempre debes salir herida antes de vencer al enemigo? - En una guerra, pierde quien se confía primero. - Aunque el jefe de la guardia real sabia que tenia razón, no podía evitar preocuparse y sentirse ligeramente molesto por el resultado. - Cada vez que terminas herida, siento ganas de aniquilar al causante con mis propias manos. - Dijo antes de sujetar aquella mano que acariciaba su rostro. - ¡Mi señora, me duele el corazón ver su cuerpo herido, porque la amo! ¿Alguna vez ha pensado cuanto me lastima verla de esa manera? Las horas continuaban pasando sin novedades, el atardecer estaba empezando a instalarse en el cielo causando que la habitación donde descansaba la mujer de cabello rizado, estuviera teñida de un color naranja. Adonis se encontraba recargado en la pared cercana a una de las ventanas mirando el exterior, su mano derecha estaba sobre su mentón que era acariciado por su pulgar mientras analizaba la situación. La preocupación estaba empezando a golpear su corazón. - La regeneración esta tardando demasiado. - Dijo sus pensamientos en voz alta, un suspiro se escapo de sus labios. -¿Por qué? La mente del joven de cabello castaño era un completo caos, aunque no era la primera vez que entre los planes la emperatriz resultar herida para verse como una presa fácil, era parte de su estrategia, pero normalmente sus heridas sanaban con rapidez debido a su habilidad. Algo era diferente esta vez. - ¿Cuanto tiempo dormí? - La voz adormilada de la mujer llamo su atención. La voz de la Emperatriz llego a los oídos de Adonis como una pequeña esperanza, en cuestión de segundos giro su cuerpo para ver la cama donde la mujer descansaba. La piel de Olivia era más pálida de costumbre, sin embargo, sus ojos estaban más alertas que nunca, cuando el joven de ojos grises se percato que estaba Intentando sentarse, corrió hasta su lado. Sus manos se posaron sobre su espalda con cuidado, ejerció un poco de fuerza para ayudarla a recostarse sobre unos cojines en la cabecera de la cama. Sus respiraciones se mezclaron, cuando sus ojos se encontraron la joven Emperatriz fue capaz de distinguir la angustia así como el miedo en ese par de ojos grises que conocía tan bien. Una suave sonrisa se instalo sobre sus labios finos, su mano derecha empezó a acariciar la mejilla izquierda de ese hombre que había estado esperando durante horas su despertar. - Estoy bien. - Dijo en un pequeño intento para calmarlo. - ¿Por qué siempre tienes que hacer esto? - Cuestiono rápidamente sin dejar de verla a los ojos. - ¿Por qué siempre debes salir herida antes de vencer al enemigo? - En una guerra, pierde quien se confía primero. - Aunque el jefe de la guardia real sabia que tenia razón, no podía evitar preocuparse y sentirse ligeramente molesto por el resultado. - Cada vez que terminas herida, siento ganas de aniquilar al causante con mis propias manos. - Dijo antes de sujetar aquella mano que acariciaba su rostro. - ¡Mi señora, me duele el corazón ver su cuerpo herido, porque la amo! ¿Alguna vez ha pensado cuanto me lastima verla de esa manera? El silencio se instauro en la habitación. Los ojos oscuros de la joven pudieron ver como pequeñas lagrimas estaban amenazando con salir de los ojos de Adonis. Ortswan llego a pensar varias veces en el dolor que tenía que experimentar el joven durante cada plan pero por muchas vueltas que intentaba darle, era un mal menor que necesitaba para evitar una desgracia. Un suave suspiro se escapo de sus labios rojos antes de acercarse más al rostro contrario. - Adonis... - El mencionado levanto el rostros con su llamado. En ese momento Olivia tomo la iniciativa. Sus mano libre sujeto la mejilla derecha del hombre delante de su persona, se acerco a sus labios con los ojos cerrados mientras sentía como sus labios encajaban con los del joven de cabello ondulado. Las manos de Adonis soltaron el agarre anterior para sujetar las mejillas contrarias con ternura mientras una sonrisa traviesa aparecía sobre sus labios, ligeramente mordisqueo el labio inferior de la Emperatriz causando que por la sorpresa la mujer abriera ligeramente sus labios. El beso inocente que originalmente era una muestra de permanencia se había elevado a otro tono debido a los juegos del hombre. La lengua del joven se colo entre la boca de la Ortswan, empezó a explorar cada rincón posible mientras disfrutaba el beso, ninguno de los dos quería separarse pero el oxigeno estaba exigiendo llenar sus pulmones. Antes de alejarse, la mano derecha de Adonis sujeto, sin fuerza, el cuello blanquecino de Olivia. Cuando sus labios se alejaron, un hilo de saliva los estaba uniendo. Los ojos grises trasmitían una llama de lujuria ardiente al igual que los orbes negros de la fémina. El hombre mantenía una sonrisa radiante en su rostro mientras admiraba como la Emperatriz jadeaba lentamente. - Estas así solo por un beso. - Sin soltar su cuello, se acerco lentamente hasta su oído. - Majestad, su cuerpo esta sensible... ¿Quizás es momento de...? - Dejo la invitación obscena en el aire, sus labios empezaron a juguetera con el lóbulo de su oreja. - Hmm... - Un ligero gemido se escapo de su garganta, sintió como la mano de Adonis empezaba a usar una pequeña cantidad de fuerza sobre su cuello. Los dos eran conscientes que en unas cuantas horas el cuerpo Olivia estaría curado en si totalidad, pero aun así deseaban entregarse al otro en este preciso momento. Sin embargo, sus planes fueron frustrados porque una persona abrió la puerta sin avisar, debido a su entrenamiento el joven de alejo rápidamente de la mujer para pararse delante de la cama mientras desenvainaba su espada con una mirada asesina en su rostro. Los sirvientes que venían detrás de Paolo empezaron a temblar cuando recibieron esa mirada, mientras el joven de cabello miel dio un profundo suspiro. - Es increíble ver como puede cambiar rápidamente... Incluso un par de metros antes de llegar a esta habitación fui capaz de sentir sus ganas de poseer a la Emperatriz, esta persona, no es un ser humano normal. - Pensó para si mismo, mientras se inclinaba en presencia de la mujer que únicamente se limito a asentir con la cabeza. Cuando sus ojos avellana observaron la seña de la fémina, se adentro en la habitación indicándole a sus sirvientes que dejaran la comida cerca de la cama. Los tres esperaron que la servidumbre se retirara para poder hablar cómodamente, cuando la puerta de madera fue cerrada, el joven heredero del territorio sonrió tranquilamente mientras Adonis guardaba su espada en la vaina. - Me alegra que se encuentre bien, mi señora. - Dijo con calma pero por alguna razón su corazón empezó a latir de manera desesperada cuando la joven le dedico una suave sonrisa. - Aunque, ¿Por qué se puso en peligro usted? - No la hagas hablar de eso. - Rápidamente Adonis se cruzo de brazos, se sentó a un lado del cuerpo femenino mientras realizaba un tierno puchero causando que una suave risa se escapara de los labios de la Emperatriz hasta que una queja salio de sus labios. - ¿¡Esta bien!? - El joven Cavendeshi así como el guardia, ambos gritaron alarmados mientras observaban como una de las pequeñas manos de la Emperatriz iba a su costado derecho donde había sido apuñalada por Anielka. - Si, no se preocupen. - Dijo rápidamente, sus ojos oscuros bajaron a la dirección de su herida cubierta por su vestido de seda. Estaba asegurándose que la sangre no hubiera manchado las vendas que tenia puestas. - Con respecto a tu pregunta... Es la debilidad, ve el caso de como tome el trono, la razón por la cual me fue sencillo tomar el trono se debe a fingir ser una persona débil ante mis enemigos . - Subio su mirada para poder ver al joven vizconde, quien mantenía una mirada estoica en su rostro ante esta revelación. - En la guerra aunque tengas todo en contra, si logras hacer que tu enemigo se confié ganaras a largo plazo. - En ese caso, se puso en peligro a si misma para obtener información... - El joven la miraba atentamente, aunque no estaba de acuerdo con ese método, debía de admitir que era una buena manera de recopilar información. - Aun así... El joven de cabello color miel estaba por replicar, quería recriminarle por ser tan descuidada consigo misma pero en realidad no tenia derecho para hacerlo ¿Quién era el para regañar a la mujer más poderosa de este siglo? Nadie, no eran cercanos para que la mujer de labios rojos tomara en cuenta su comentario. Una suave risa se escapo de los labios de la fémina, ambos hombres la miraron con una ceja levantada. - Estas encargado de la investigación de esta mafia, quiero ver si encuentras algo con las información de organizaciones anteriores en los registros del Palacio. - Le indico al joven de mirada avellanada mientras dejaba caer su espalda sobre los suaves cojines que estaban detrás de ella. - No me decepciones, Cavendeshi - Si Majestad . - El llamado del futuro conde de Newcastle causo que volteara a verlo, en sus labios se instalo una sonrisa lobuna. - No puedo acceder a tales registros, según las leyes.... únicamente la familia Imperial tiene el derecho de verlos. Según las leyes, los registros más antiguos así como artefactos divinos estaban bajo la protección sagrada de la familia Imperial. Entre esos artefactos sagrados, se encontraba "El reflejo de la media noche" así como "La condena de la oscuridad" otorgados por la Diosa Safiya. Los ojos avellana se encontraron con los oscuros de la Emperatriz, en ese momento logro entender la situación, sin importar sus esfuerzos para evitar que la mujer descubriera sus habilidades mágicas... las mismas fueron descubiertas desde que entro a la mansión de su familia. Una maldición escapo de sus labios, mientras Ortswan sonría de oreja a oreja con satisfacción. - ¿Creíste que podrías ocultarlo? - La voz era suave, pero repleta de burla. - No exista nada en esta tierra que desconozca. - ¿Cómo...? - Cuestiono, en realidad el joven deseaba saber donde estaba su error.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD