Capítulo 005

2364 Words
Lugar: Newcastle. Los ojos marrones de Paolo se encontraban fijos en el carruaje n***o que se acercaba a la entrada de su hogar, las emociones de todos los presentes de la casa del conde estaban causando que empezara a marearse así como su piel empezara a palidecer, el vizconde se vio en la obligación de apretar sus puños con fuerza. El dolor debía de ayudarlo a permanecer cuerdo para evitar sentirse consumiendo por las emociones ajenas a él. En momentos como este, se preguntaba ¿Por qué tenia que ser él quien tenia esta capacidad mágica? ¿Cuál era el pecado que estaba pagando? – ¡La Emperatriz ha llegado! – Gritaron los caballeros. Cuando el carruaje de la familia real se detuvo frente a la entrada principal de la mansión de color crema, la puerta del interior se abrió dejando que un olor a vino escapara por la puerta. Desde el exterior el Conde Francesco Cavendish fue capaz de admirar la falda de un vestido verde jade, no logro distinguir más detalles porque del carruaje salió un hombre con ojos grises con ligeros toques azules, una piel ligeramente más oscura, un cabello oscuro corto junto a ligeros rulos. – Escuche que era el perro faldero de la Emperatriz, pero no esperaba que fueran tan cercanos para que viajara junto a su persona. – El pensamiento del Conde llamo la atención de su hijo mayor, quien no pudo evitar girar ligeramente su rostro para verlo. Su padre estaba mirando a ese hombre con una sonrisa en el rostro, mientras sus hombros estaban tensos – Este hijo de.... – Es un alivio poder ver el atardecer, su Majestad, el cielo esta pintado de un hermoso naranja como ese día. – Menciono alegremente causándole escalofríos a la servidumbre del Conde. Adonis se acerco a la puerta del carruaje ofreciendo su mano derecha para ayudar a bajar a la mujer. La mujer sujeto con su mano izquierda la mano que le era ofrecida, sujeto su vestido con la mano restante para empezar a bajar del carruaje. El silencio irrumpió en la escena, incluso los animales estaban en completo silencio. Una mujer con piel lechosa, nariz perfilada, labios rojos como la sangre ligeramente gruesos, ojos oscuros junto a una mirada penetrante, mejillas ligeramente sonrojadas de manera natural, un cabello largo hasta la cadera con diversos bucles a lo largo junto a un color rubio platinado. Su rostro era simplemente hermoso, parecía un ángel. La forma de su cuerpo también podía considerarse hermosa, el tamaño de su busto era mediano, es decir, estaban de acuerdo a su tamaño, su cintura por naturaleza era extremadamente pequeña sin necesidad de usar un corset, sus caderas eran bastante anchas que iban en conjunto con unas piernas atléticas. Olivia parecía ser una creación de la Diosa Rhosyn. –Adonis... – Su voz suave causo escalofríos en el nombrado, quien únicamente giro sus ojos grises para observarla. – Compórtate El hombre no pudo evitar emitir un ruido de sorpresa mientras sus ojos se abrían de par en par, en su mente no era capaz de entender las palabras de su Emperatriz. La mano izquierda de la Emperatriz se alejo de la contraria, empezó a caminar en dirección al Conde que por inercia no pudo evitar tragar saliva, Paolo a medida que avanzaba la mujer se sentía peor debido al nerviosismo de todas los presentes. Una emoción en particular fue diferente. En medio del mar de angustia, era capaz de distinguir una emoción de ternura e incluso tranquilidad provenir de alguna parte. – ¿Quién puede estar tranquilo ante esa presencia...? – Esa pregunta fue dicha en voz alta por él, en el momento donde la Emperatriz llego frente a su persona El heredero del Conde se dio cuenta de sus acciones debido a la mirada penetrante sin emociones de la mujer de sangre real, los ojos oscuros de la mujer estaban sobre su persona causándole escalofríos desde la columna vertebral. Normalmente, los nobles cuando debían enfrentarse a la Reina directamente evitaban verla a los ojos porque decían que una sola mirada era suficiente para destruirte. Paolo no creía en semejantes tontearías. Sus ojos marrones se atrevieron a sostener la mirada de la mujer, sus acciones causaron sorpresa en los caballeros, sirvientes e incluso su padre. El hijo mayor de los Cavendish buscaba algo en particular en Ortswan, los ojos eran la ventana del alma e incluso una persona que no estuviera acostumbrada a expresar sus emociones o simplemente buscaba evitarlas a toda costa, esa persona se delataría en sus propios ojos. Los ojos de la mujer eran tan oscuros como las profundidades de un abismo, debido a sus capacidades mágicas el joven de piel blanca era capaz de ver unas pequeñas luces provenir del fondo de ese abismo. Eran varias emociones que estaban escondidas, todas brillando de manera tenue causando intriga en el corazón contrario que empezó a latir de manera descontrolado. El pensamiento de la mujer irrumpió su mente. – Este niño tiene valor, eso me agrada. – La sombra de una sonrisa apareció sobre sus labios, sin poder evitarlo en los labios de Paolo apareció una sonrisa complacida causando que su padre sintiera temor. – Es lo que falta en la corte, espero con ansias el cambio de mando en este lugar. Una tos falsa proveniente del Conde Francesco Cavendish llamo la atención de ambos jóvenes de veintitrés años de edad. Su hijo giro su rostro por completo a diferencia de la mujer de un hermoso cabello rubio platinado quien únicamente lo miro por el rabillo del ojo. – Es un placer recibir al Sol del Imperio en nuestra mansión ¡Larga vida a nuestra Estrella más brillante! Los años en el trono de su majestad van a seguir trayendo consigo un nuevo horizonte repleto de prosperidad. – Dijo el hombre con su mano derecha sobre su corazón mientras inclinaba su torso en una reverencia. – Larga vida al Sol del Imperio. – Repitió su hijo siguiendo sus acciones. Sus ojos fríos como el hielo oscuro del Norte y una sonrisa apareció sobre sus labios rojizos al ver a ambos hombres demostrarle sumisión de esta manera. Era un recordatorio constante para ella que el poder recaía sobre su persona, era un recordatorio que los malos tiempos donde su sufrimiento era más grande que su persona, habían terminando. (...) Las primeras acciones de Olivia estaban orientadas al problema. Le dijo al conde después de los respectivos saludos que fueran a su despacho para hablar sin demora sobre la situación, debido a que no estaba entre sus planes perder tiempo, hombres y capital debido a ir a ciegas contra una mafia desconocida. La oficina del Conde, a pesar de ser uno de los nobles más poderosos, era simple. Las paredes eran de color crema con algunos detalles en dorado, en las paredes se encontraban repisas de color marrón donde se encontraban fotos familiares, a su vez en una de las paredes cercanas a una ventana tenia una gran biblioteca con diversos libros que estaban empezando a picar la curiosidad de la joven Reina quien solía encerrarse en la biblioteca Real varias veces al día. En mitad de la oficina se encontraban dos espacios amplios, el primero era una pequeña sala con una mesa blanca con sillas del mismo color para atender a los invitados y en la segunda los ojos de la Reina distinguieron a dos niños jugando un juego de mesa popular desde los últimos meses. Eran unas cartas con números, donde podías colocar el mismo número aunque fuera de color diferente y tenias varias cartas trampas. El hombre observo a la niña de cabello n***o hasta los hombros quien estaba sentada en el suelo con un vestido azul claro con las cartas en la mano. – ¡Uno! – Grito en voz alta mientras lanzaba una carta a donde estaban las otras. – No es justo, Ainara acabas de hacer trampa. – Dijo el menor en la habitación quien también tenia cabello oscuro. El niño señalo con su dedo índice a la mayor mientras realizaba un puchero inflando sus mejillas. – ¡Hiciste que tomara doce cartas! – Es tu culpa por no saber usar las cartas. – Dijo tranquila mientras sus ojos observan atentamente su siguiente carta – Iré a decirle a papá. – Dijo el menor molesto. – ¿Qué les dije a ustedes dos? – La voz severa del mayor de los hermanos causo que los niños se estremecieran, ambos giraron al mismo tiempo sus rostros observando con asombro las personas que habían aparecido en la habitación. Su padre estaba nervioso, disculpándose con una mujer hermosa que portaba sobre su cabeza una corona elegante pero al mismo tiempo sencilla. Sin poder evitarlo los niños empezaron a palidecer ante la presencia de la Reina de su país por las múltiples historias que habían escuchado sobre su naturaleza violenta. En medio de las disculpa del hombre con ligeras canas, una sonrisa gentil apareció en los labios rojos de la mujer sorprendiendo al Conde. – No se preocupé, así son los niños... – Dijo mientras caminaba hasta estar al lado de Paolo quien estaba enfrente de ambos infantes con una mueca de enfado sobre su rostro, la mujer se agacho delante del más pequeño con mejillas regordetas. – La princesa Letizia y su hermano suelen jugar Uno conmigo todas las tardes ¿Podría jugar con ustedes dos más tarde? El razonamiento de un niño era sencillo a su parecer. Cuando experimentaban temor ante una persona o algo era necesario colocarse a la altura del niño mostrando un comportamiento tranquilo acompañado con actos dulces y en cuestión de segundos el temor desaparecía de su pequeña alma. Ese fue el razonamiento del hijo menor del Conde. En el rostro del más pequeño apareció una gran sonrisa, el joven empezó a mover su cabeza en una afirmación de manera enérgica debido a lo entusiasmado que estaba por tener una nueva persona con la cual jugar sus cartas. Sus pequeños ojos marrones observaron a su hermano mayor, Paolo se encontraba sorprendido por el cambio de actitud de la mujer. – No juguemos con Paolo. – Dijo Vicent señalándolo con su dedo índice a su hermano mayor, causando que la mujer de ojos oscuros girara el rostro en esa dirección. – Usa su buena memoria para guardar todas las cartas en su cabeza, es así como nos gana siempre ¡Eso es trampa! – Eso es mentira. – El joven dijo de manera rápida, no se dio cuenta que incluso su tono de voz se había vuelto ligeramente más apresurado demostrando que estaba escondiendo algo y este hecho no paso desapercibido para Olivia. – Mi hermano menor únicamente esta inventando argumentos para justificar que siempre pierde en las cartas. – Incluso se encarga de los asuntos del territorio con nuestro padre. – La joven de cabellos marrones tenia una gran sonrisa en su rostro, sus ojos tenían un gran brillo en ellos debido a la admiración que sentía por su hermano mayor – ¡Puede memorizar incluso los libros de contabilidad, además es capaz de saber que piensan las personas de manera rápida! Mi hermano mayor es increíble Los niños continuaban mencionando con entusiasmo las habilidades de su hermano mayor, la mujer los estaba escuchando atentamente mientras el dúo de padre e hijo tenían el rostro pálido. Existía una posibilidad que la mujer, debido a los halagos de sus hermanos considerara a su hijo apto para formar parte del denominado por los nobles de Impure el joyero de la Reina*, aunque ¿Seria posible que únicamente se basara en argumentos de un par de niños que sentían afecto por su hermano? El joven de cabello castaño llevo sus dedos pulgar e índice para acariciar el puente de su nariz. La razón por la cual evitaba los circulo social de la nobleza era porque detestaba ser el centro de atención, el joven de cabello lacio desde niño pensaba que estaba mal ser elogiado cuando en realidad sus acciones... pensaba que no eran los suficientemente valiosas para recibir tanta atención. Paolo tenia escalofríos por su espalda por la mirada penetrante de la mujer delante suyo e incluso era capaz de sentir la mirada preocupada de su padre junto a la mirada burlona de Adonis detrás de su persona. En ese momento, una sirvienta abrió la puerta causando que todos los presentes miraran en esa dirección. La mujer nerviosa ante la presencia tan importante realizo una reverencia y con voz temblorosa aviso a los jóvenes que era momento de regresar a estudiar porque sus tutores habían llegado, ambos niños se despidieron de la Reina y salieron felices de la habitación ignorando por completo la situación de su hermano. – Tiene unos hijos encantadores. – Gracias su Alteza, mi familia es extremadamente valiosa para mí – Dijo el Conde antes de señalar con su brazo los asientos. – Mi señora, por favor tome asiento – Es verdad, ambos somos personas ocupadas. – Cuando la mujer se incorporó, aquella pequeña muestra de humanidad que tuvo con los niños desapareció. Olivia Ortswan volvía a tener una aura fría y peligrosa sobre su persona. – Es mejor ir al grano de una vez, Adonis sal a vigilar la puerta. – Si, mi Reina. – Dijo de manera rápida mientras colocaba una de sus manos sobre la vaina de su espada que descansaba en su cintura. El hombre de ojos grises giro sobre sus propios pies con la intención de salir a cumplir con su tarea, en el momento en que estuvo al lado del Conde Francesco Cavendish murmuro en voz baja con la intención que el hombre fuera el único en escuchar sus siguientes palabras. – Es inútil que intentes esconder las habilidades mágicas o intelectuales de tu hijo, nuestra Reina tiene una capacidad para distinguir personas con grandes destrezas para ponerlas a trabajar como sus piezas de ajedrez en cada plan. – Dijo con voz severa causándole escalofríos, sus ojos rápidamente observaron la espalda de su hijo quien estaba hablando directamente con la joven de cabello rubio. – Es inevitable, que termine en ese joyero de la misma manera que mi persona.
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