Capítulo 024

2219 Words
Los labios de Olivia dejaron salir el aire acumulado en sus pulmones antes de empezar a explicarles a los presentes. - Un día después del cumpleaños de mi cumpleaños. - La joven de ojos oscuros permaneció en silencio durante unos minutos mientras buscaba el valor para seguir. Su mirada se encontró con una de color gris recordandole que estaba acompañada esta vez, esos recuerdos no la lastimarían. - El Emperador Ernesto envió una misión cultural a uno de los reinos con los cuales tenían relaciones tensas. La princesa del Imperio de Impure fue enviada con los agentes diplomáticos, no obstante, en la mitad del camino la misión fue atacada dejando a todos los funcionarios muertos y la princesa desaparecida... La busquedad por mi perspna fue infructuosa, en consecuencia, la familia Imperial adolorida tuvo que anunciar a los ciudadanos que la siguiente en la línea del trono había fallecido por el reino vecino. Los ojos de la Emperatriz empezaban a cristalizarse, Adonis sintió una punzada en su corazón, en ese momento se decido a intervenir en la explicación. - La Señora Malie fue despedida después de la desaparición de la Princesa Imperial, sin embargo, contrato a un mercenraio que fuera capaz de trabajar con ella en la busquedad de la joven princesa desaparecida. - Andrade comento causando que los demás lo observaran atentamente. - En territorios desconocidos durante un periodo de cuatro años, la princesa Ortswan tuvo que sobrevivir a diversas situaciones complejas hasta que cumplió quince años donde uno de los magos más poderosos del momento la recogió llegando a proporcionarle comida, ropa e incluso un hospedaje. - Aunque cuando te encontré junto al Conde Cavendeshi, porque el mercenario nos traiciono, seguías estando delgada – Las palabras de Smith causaron que los tres jóvenes se sobresaltaran, la mujer con ligeras arrogas dejo el plato de crema de calabaza. La mujer de ojos marrones se sentó al lado de la Emperatriz. – Aun me siento culpable por no encontrarte antes. - No tienes porque sentirte culpable, era un asusto que escapaba de tus manos. – Comento Ortswan mientras meneaba su sopa, diversos trabajadores llegaron a dejar los respectivos alimentos a los tres hombres que la acompañaban. - Olivia Ortswan. – La voz grave de Alexander causo que los presentes giraran a verlo, el joven de cabello blanco se levantó de su asiento para arrodillarse delante de la Emperatriz quien mantenía una ceja levantada. Las manos ásperas del fae sujetaron con delicadeza la mano izquierda de la fémina mientras en su rostro se encontraba una mirada de determinación. – Desde este momento, juro que trabajare constantemente por preservar su felicidad, no permitiré que ningún sufrimiento ataque su alma. Las mejillas de la Emperatriz empezaron a sonrojarse de manera salvaje. El semihumano acerco el dorso de la mano delicada hasta sus labios para plantar un tierno beso, seguidamente Andrade se levanto de su asiento así como Cavendeshi para ambos arrodillarse uno al lado del otro para realizar el mismo juramento que inicio el mestizo. - Mi padre la rescato una vez de su sufrimiento, me encargare de ser su guardián para evitar que deba pasar por penurias. – Los ojos de Paolo demostraban su determinación causando que el corazón de la mujer empezara a latir de manera desenfrenada. - Jure ayudarla en todo lo que pudiera apenas nos conocimos, porque mi alma le pertenece únicamente a usted. – Dijo Andrade antes de dejar dos besos sobre el dorso derecho de su mano. – Su dolor será el mio, sus alegrías serán las mias. Sus problemas serán los míos y juntos encontraremos una solución para ellos. - Olivia. – La mujer de mediana edad tenía lágrimas en sus ojos, causando que sus empleados la observaran preocupados. Malie se sentía profundamente feliz después de descubrí que la joven a quien cuido gran parte de su vida encontró personas que se preocupaban de manera genuina por su felicidad. - ¡Están todos aprobados para ser mis yernos! - Él no es un concubino. – Adonis se apresuro a señalar a Alexander con su dedo indice mientras se levantaba, el joven albino ladeo la cabeza confundido porque aun no comprendía en su totalidad lo que era un harem. – Y Paolo aun no ha tenido de manera oficial la ceremonia de concubinato aunque pensándolo mejor, tampoco he tenido mi ceremonia... - Sus ojos grises se encontraron con los oscuros de la emperatriz quien pareció recordar ese detalle. - Olivia. – La mujer se seco las lagrimas antes de fruncir el seño para empezar a regañar a la Emperatriz por su descuido. Los reporteros encontrarían estas acciones hilarantes, la mujer mas temida del mundo siendo regañada por su niñera por no tener tiempo de formalizar su relación con sus respectivos concubinos e incluso por no pedirle al albino formar parte de su harem. Los tres hombres en secreto se estaban divirtiendo por el regaño que presenciaban. (...) Lugar: Palacio de Jade. El Palacio de Jade era una serie de instalaciones pensadas únicamente para la residencia de los concubinos así como lugares de disfrute para el Emperador, sin embargo, cuando asedia al trono un nuevo integrante de la Familia Imperial aquel palacio se convertía en un lugar de infortunios, las mujeres con mejor suerte terminaban trabajando como sacerdotisas para la Iglesia mientras que aquellas con una pésima suerte terminaban en ataúdes junto a sus hijos. La joven de cabello rizado había vivido en el Palacio de Jade después de burlar la muerte. El lugar se había convertido en su centro de operaciones durante dos años para planear el derrocamiento de su hermano junto a su principal cómplice. Cuatro años después se había vuelto a convertir en el hogar de los concubinos. La mirada de la joven emperatriz parecía estar pérdida mientras los cuatro caminaban hasta una de las diversas zonas comunes, entraron a la zona de descanso donde se encontraba un piano de color n***o, el joven de mirada avellana dirigió su atención al objeto, sus ojos comenzaron a brillar, sin poder evitarlo el joven empezó a caminar en dirección al instrumento causando que su mejor amigo sonriera genuinamente. La Emperatriz salio de sus pensamientos cuando admiro la intensión del Vizconde de tocar el piano. - ¿Sabes tocar el piano? – La dulce voz de Olivia causo que el joven se detuviera, estuvo tan concentrado en la posibilidad de tocar las teclas que ignoro por completo a los demás. Cavendeshi giro sobre su propio eje antes de asentir en respuesta. – Su Majestad. – La voz gruesa de Alexander llamo la atención de la fémina quien ladeo la cabeza para observarlo ocasionado que sus zarcillos emitieran un pequeño tintineo. – Paolo aprendió a tocar el piano como un pasatiempo, es una de sus maneras de liberar el estrés. - Eso debió de generar mucha frustración al principio. – Comento Adonis mientras se sentaba en uno de los sillones para dejar recostada su espalda. - Todos los inicios son frustrantes. – Le contesto el joven de cabello ligeramente ondulado antes de ladear la cabeza. – Cuando venimos a este mundo ignoramos demasiadas cosas, sin embargo, la frustración aparece cuando somos estrictos con nosotros mismos. El silencio se apodero de la sala. La joven de ojos negros giro sobre su propio eje. Sus tacones resonaban mientras caminaba hasta uno de los sillones para sentarse, Olivia palpeo con su mano el asintió de la derecha mientras llamaba al joven albino para que se sentara a su lado. - Toca una pieza para mi. – Ordeno la Emperatriz causando sorpresa en el joven, quien parpadeo un par de veces. – Deseo escuchar una canción interpretada por ti. - Si... Cavendeshi aún seguía ligeramente aturdido por la petición, no obstante, no se encontraba en una posición donde pudiera negarse. El joven de cabello color miel camino hasta el banquillo para posteriormente sentarse, retiro con cuidado el protector de las teclas, en tranquilidad retiro sus guantes negros mientras dejaba salir un profundo suspiro con la intención de despejar su mente. Sus dedos se colocaron sobre las piezas dejándose guiar por la melodía que estaba en su cabeza asi como en su corazón profundamente instaladas, una melodía que él había compuesto años atrás. Merry go round of life. Ese era el nombre que el Vizconde le había puesto a su canción, la melodía suave pero elegante al mismo tiempo, de manera mágica le trasmitía a las personas que escuchaba cierto grado de paz. Ortswan ladeo la cabeza para encontrase con el rostro del albino quien matenia los ojos cerrados dejándose llevar por completo por la dulce melodía causando que el corazón de la chica fuera conmovido, Olivia coloco su mano sobre la contraria ocasionado que Lefevre saliera de su ensoñamiento para admirarla profundamente. - Alexander, formaras parte de mi harem. – Dijo de manera tajante causando que el joven de orejas puntiagudas ladeara la cabeza - Esta bien, pero... Su majestad ¿Qué es un harem? (...) Los horas pasaron con calma, el atardecer apareció sobre el cielo del palacio causando que la Emperatriz quien estaba admirando la ventana soltara un suspiro debido a que su día libre obligatorio estaba llegando a su final, aunque en un principio se había negado a tomarlo, en estos momentos estaba agradecida que sus concubinos, Ortswan debía de admitir que su cuerpo estaba debil por mantener un hechizo de grandes dimensiones dentro de su Palacio. - ¿Por qué tiene esa cara larga? – Cuestiono el joven mestizo, la mujer de cabello rubio se sobresaltó al ver que esa mirada bi-color se encontraba sobre su persona. – Su piel, se ve más colorida... Eso me tranquiliza. - Estaba pensando. – Su respuesta era simple, sus ojos oscuros volvieron a ver a la ventana observando con tranquilidad el cielo de color naranja. Un suave suspiró salió de sus labios rojos nuevamente. – Es momento de regresar al Palacio Principal. - ¿Puedes quedarte? – La voz de Cavendeshi causo que la fémina girara su cabeza en desconcierto, de todos los presentes, no esperaba que el joven de ojos avellana preguntara tal cosa. Paolo rápidamente aparto la vista antes de apresurarse para justificar sus acciones. – Majestad, desconfió en usted. -¿Cómo te atreves? – Se apresuro a comentar el joven de mirada gris antes de sujetar por el cuello al Vizconde, Alexander rápidamente se acerco para intentar separarlos. - ¡¿Cómo te atreves a decir semejante estupidez!? - ¡Suéltame idiota! – Cavenesdhi empezó a forcejear. La mirada penetrante de la Emperatriz causo escalofríos en los tres hombres después de unos minutos, lentamente, el líder de la Guardia Imperial soltó el agarre sobre la camisa de su nuevo compañero quien cuando obtuvo su libertar empezó a acomodar su ropa, el silencio fue roto por el semihumano quien le proporciono un golpe detrás de la cabeza a su mejor amigo causando que este se quejara. - Me refería a que desconfió que la Emperatriz descanse en su Palacio. – Argumento el más bajito del grupo. - Se preocupa por mi... - Ese era su pensamiento. La joven de cabello rizado se sorprendió mientras su mirada se encontraba con la Paolo en silencio, su corazón latía de manera frenética mientras se preguntaba si esa preocupación era porque la apreciaba de manera genuina. Los dos miembros de la Guardia Real respondieron un "ahhh" al unísono antes de sonreír apenados, causando que la mujer de cabellera rubia saliera de su propio mundo para soltar una suave risa antes de levantarse de su asiento, Ortswan camino unos cuantos pasos antes de quedar delante de Cavendeshi quien permaneció firme como un soldado entrenado delante de la Emperatriz. Las manos suaves de la fémina se colocaron sobre la mejilla izquierda del joven de cabello color miel causando que su corazón empezara a latir debido a no estar acostumbrado al contacto físico. Sus ojos se encontraron permitiendo que el más alto descubriera que aquella tormenta oscura de emociones parecía disminuir lentamente. - Los días sábados prometo descansar con alguno de ustedes, así como el domingo en la mañana. – Su voz suave, así como sus palabras decididas causaron que Lefevre y Andradre abrieran sus labios levemente por la sorpresa mientras Cavendeshi se limito a colocar su mano sobre la contraria. – Descansare mi cuerpo y mente mientras paso tiempo en mi harem, es un ganar, ganar. Un suave suspiro escapo de los labios de Paolo, en secreto aún seguía desconfiando que la joven cumpliera su palabra pero debia de confiar en ella. La joven Emperatriz era consiente que el Vizconde dudaría mucho de sus palabras, por lo tanto, lentamente se acercó más a su rostro hasta el punto donde sus respiraciones se mezclaron ocasionando que el joven de ojos avellana tragara un poco de saliva, la mirada de la joven se encontraba fija sobre los labios del chico antes de romper el espacio que los separaba para proporcionarle un beso inocente que fue tímidamente correspondido, Paolo sujeto la cintura contraria con timidez antes de intensificar tímidamente aquel beso robado. No obstante, fueron interrumpidos por el sonido de las puertas abriéndose. La mujer se alejó levemente de los labios del chico para observar de manera gélida e incluso amenazante a la sirvienta que los había interrumpido causando escalofríos en la jovencita quien intentaba hacer su trabajo.
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